¿Es esto una cita?

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Kojiro llevaba dos años trabajando todos los días después de clases para poder costearse sus estudios en la escuela de cocina. Estaba siendo muy cansado y duro, pero sabía que todo aquel esfuerzo valdría muchísimo la pena.

Aunque aquella meta se había visto opacada por algo mucho más importante para él: Kaoru.

El último año había sido una montaña rusa de emociones para los dos con la aparición de Adam en sus vidas. Pero en especial, para Kaoru.

Kojiro no estaba ciego, sabía que Kaoru había caído rendido ante los encantos de Adam. Y por mucho que aquello no le gustara, no podía hacer nada. Cuando vio cómo su amistad con el peliazul cada vez empezaba a ser más y más peligrosa, quiso advertir a Kaoru que Adam era una bomba de relojería. Y ciertamente, Kojiro no quería estar en medio cuando aquella bomba estallara.

Pero lo estuvo.

Lo estuvo cuando las fechorías nocturnas de Adam empezaban a írsele de las manos involucrando a Kaoru y a él.

Lo estuvo cuando Adam empezó a obsesionarse más y más en desafiar a gente en S que al final acababa muy malherida.

Y lamentablemente, lo estuvo cuando también le rompió el corazón a Kaoru.

Hacía apenas unos días que Adam les había anunciado que se marcharía a estudiar a América, y que no quería perder más su tiempo con ellos.

Aquello le dolió inmensamente, y no precisamente por lo que les había dicho o porque Adam fuera a marcharse, porque en el fondo por feo que sonara, Kojiro se alegraba de ello. Pero ver a Kaoru tan dolido... aquello le destrozaba por dentro, rompiéndole el corazón de la misma manera que el de Kaoru se partió en mil pedazos tras escuchar las palabras del peliazul.

Le dolía; le dolía inmensamente no solamente porque aquel desgraciado se había atrevido a hacerle daño a su mejor amigo. Le dolía porque estaba celoso, y no sabía cómo gestionar todo aquel malestar que sentía por dentro y quería comérselo vivo.

Hacía mucho tiempo que Kojiro tenía muy clara una cosa, y es que si estuviera en su poder tener la habilidad de hacer feliz para siempre a Kaoru; no dudaría en hacer uso de ello hasta el último de sus días.

Por eso mismo, tragándose todo su dolor, y sabiendo que el cumpleaños de Kaoru se aproximaba, decidió usar una parte de sus ahorros para prepararle a su mejor amigo una sorpresa e intentar conseguir que, aunque solo fuera por un instante, Kaoru volviera a ser feliz.

Por eso mismo, cuando Kojiro sintió que los astros se habían alineado al ver que el grupo favorito de Kaoru tocaba en Tokyo el día de su cumpleaños, y que aquel día caía en sábado, sabía que era cosa del destino. Tenía que llevar a Kaoru hasta Tokyo sí o sí. Compró los billetes de avión, las entradas del concierto, y una habitación de hotel para pasar la noche del sábado sin pensarlo dos veces. Después de tenerlo todo preparado, solo quedaba darle la noticia a su mejor amigo.

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Como cada noche, sin falta, Kaoru esperaba frente al restaurante donde Kojiro trabajaba esperando a que terminara su turno. Cuando finalmente Kojiro salió y vio al pelirosa, su rostro se iluminó con una gran sonrisa.

—No tienes por qué venirme a buscar todas las noches. —dijo Kojiro, repitiendo lo que todos los días le decía a Kaoru.

Kaoru se encogió de hombros acercándose a Kojiro lentamente subido a su skate.

—Lo hago porque quiero. —dijo Kaoru, como siempre repetía noche tras noche.

Los dos patinaron hasta el puente que frecuentaban para practicar nuevas acrobacias con el skate. Kojiro sintió que aquel era el momento ideal para anunciarle a su mejor amigo la sorpresa que tenía planeada para él.

¿Es esto una cita?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora