CAPÍTULO 8

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"No fue gratis"

–Gracias, ahora tendremos que esperar a que cierren para limpiar todo y poder largarnos de aquí -dijo Roberta en tono de reclamo-
–Tranquila, todavía podemos planear algo para huir -dijo Aidan tratando de aliviar la situación pero burlándose a la vez-
–¿Bromeas? -dijo Roberta rodando los ojos- Olvídalo, Franco nos tiene vigilados
Después de unas horas por fin el bar cerró.
–¿Y? ¿Qué quieres que limpiemos primero? -preguntó Aidan a Franco cuando este se acercó a ellos-
–En realidad no los hice quedarse para eso -confesó Franco-
–¿Ah, no? -preguntó Roberta con confusión-
–¿Entonces? -preguntó Aidan siguiendo la confusión de Roberta-
–Sabes cantar y tocar la guitarra muy bien, niño.  A la gente le encantó y... Ok, iré directo al punto; ¿te gustaría presentarte aquí cada noche? -preguntó proponiéndole trabajo a Aidan-
–¿Presentarme? 
–Sí, tu novia dijo que tienes experiencia cantando en bares
–Mi nombre es Roby y no soy su novia -dijo Roberta esperando que por fin Franco entendiera que ella y Aidan no son novios-
–Lo que sea -dijo sin interés Franco- Entonces, ¿aceptas?
–Uh -dijo Aidan volteando a ver a Roberta- Mis padres me matarían
–No tendrían porqué enterarse -dijo la chica con ilusión-
–Espera, ¿por qué tú me estás ofreciendo trabajo? Sólo eres un bartender 
–Un bartender y el dueño de este lugar, niño -aclaró Franco-
–Oh -musitó Aidan-
–Ok -rodó los ojos- Te repetiré la pregunta; ¿aceptas cantar aquí cada noche?
–¿Exactamente cuántos días me tendría que presentar?
–Después de tu presentación de hoy, todos los días
–Vamos Aidan -dijo Roberta alentándolo-
–¿El internado? -preguntó Aidan dudando-
–Nos graduamos en una semana
–¿Y mientras tanto?
–Nos escaparemos. Recuerda, "aventura pura" -dijo Roberta y sonrió-
–¿Y la paga?
–Algo de propinas y el resto lo vemos después -respondió Franco-
–¿Y...?
–Vamos niño, deja de hacer preguntas y responde; ¿aceptas? -preguntó Franco hastiado-
–Acepto con una condición
–No eres quien para poner condiciones
–Sólo deja de llamarme "niño" -pidió Aidan-
–Ok... Niño -vaciló-
–Vamos, apuesto a que tenemos la misma edad
–¿Cuántos años tienen? -pregunto Franco interesado-
–Dieciocho -respondió Aidan-
–¿Y tú? -preguntó Roberta-
–Veintiuno
–Claro, es comprensible que me llames "niño" -dijo Aidan con sarcasmo-
Después de que Aidan aceptara el empleo que le propuso Franco, él y Roberta regresaron al internado.
–¿Cómo te sientes? -preguntó Roberta cuando entraron a su habitación-
–Fatal. Discúlpame por haberte hecho pasar un mal rato por mi estado de ebriedad -se disculpó mientras se recargaba contra la puerta-
–Está bien, no te preocupes -dijo Roberta y sonrió atenuadamente-
–Ven -dijo tomando la mano de Roberta y atrayéndola hacia él quedando demasiado cerca-
–Hey! Se supone que ya no estás ebrio o no tanto -dijo Roberta riendo ligeramente por nerviosismo-
–Gracias -dijo Aidan y sonrió ligeramente-
–¿Por qué? -preguntó confundida-
–No sé de alguna manera tú me ayudaste a tener un nuevo trabajo
–Es que no fue gratis -dijo sonriendo Roberta-
–¿Ah, no?
–No, yo espero que formemos una banda y pueda presentarme contigo todas las noches
–¡Ah! Eso suena bien -sonrió-
–¡Lo sé! -Roberta volvió a sonreir-
–Ayudarme a tener trabajo no fue gratis, pero tal vez un beso sí lo sea, ¿no?
–¿Qué?
Antes de que Roberta pudiera objetar, Aidan le plantó un beso en los labios y después de esto, ella lo cacheteó.

Aidan Gallagher, ¿mi verdadero amor? (Aidan y tú) [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora