Capítulo 1

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Un día menos para terminar este martirio, ¿Por qué cuando más esperas algo el tiempo se detiene?, dentro de dos semanas por fin seré libre de todo bueno o al menos eso es lo que creo.

Ya lo tengo decidido estudiare fuera de la ciudad y así no tendré que soportar las borracheras de Martha, odio que todos los días sin falta llegue a casa y apenas pueda andar, la nana me ha dicho que le tenga paciencia y que la entienda pero no puedo, ella nunca ha sido una madre o al menos eso es lo que yo recuerdo, solo escucho historias sobre lo buena madre que era, pero ¿Qué fue lo que paso?... así murió mi padre.

Según me dicen, Enrique Bravo y Martha Márquez, mis padres, desde que se comprometieron tomaron la decisión de crear su propio patrimonio a pesar de que los dos provienen de familias de clase alta. Mi abuelo materno fundo un hospital muy famoso en la ciudad y Martha era su única hija. Por parte de mis abuelos paternos tienen una constructora que es la más grande de la región.

A ninguno de los 2 les faltaba nada, sin embargo mi padre quería que todo lo que tuviera fuera a base de su trabajo. Empezó su empresa con solo 2 empleados y mi madre, que no sabía mucho del negocio que estaba emprendiendo mi padre ya que solo termino la preparatoria y luego se casó, en cambio él, si termino una carrera y comprendía lo que estaba haciendo.

Los primeros meses que empezaron con la empacadora, las cosas no estaban bien, los ahorros de mi padre se estaba terminando y Martha estaba casi por parirme, pero eso no doblego el espíritu trabajador de mi padre y siguió buscando recursos y socios hasta conseguir lo que es ahora Empacadora Bravo, una de las más grandes a nivel nacional.    

Mi padre murió cuando yo solo tenía 4 años por lo tanto recuerdo muy poco de él, y creo que mi madre también murió ese día porque ahora vivo con una alcohólica, que no recuerda que significa la sobriedad.

– ¡Niña Lucia otra vez soñando despierta!– grito Sergio el chofer.  

Sergio es el esposo de mi nana Lolita que formar parte del servicio son mi familia, desde que Martha se arrojó a la bebida no me ha prestado la atención suficiente y la nana es mi madre ella me educo y pues Sergio como mi padre.

– ¡Niña, niña ya es la tercera ocasión que le pido que suba al auto, estamos deteniendo el trafico! – él está esperando impaciente deteniendo la puerta trasera de la Lincoln MKX color negro. –El problema de todos los días mi niña.

Yo suelto un bufido característico de mí. – ¡ahora resulta que pasa todos los días, si solo vengo a la escuela de lunes a viernes! – solté una carcajada, para que Sergio se relajara, después del estrés que le había ocasionado el ruido de los claxon detrás de nosotros.

– ¿Qué tal la escuela? –preguntó mirando el espejo retrovisor.

– ¿Qué tal Martha? –le respondí con otra pregunta como habitualmente lo hago, cruzando miradas en el espejo.

–Igual –contestó serio.

Era la misma respuesta que recibía a diario. Por lo regular al llegar a casa la encontraba sentada en uno de los taburetes altos a juego con el gran mueble bar color caoba súper equipado, que se encontraba al fondo de nuestra grande casa casi debajo de las escaleras de caracol de daban a la planta alta, de la espaciosa solitaria y nada familiar residencia.

Entrando en la bonita cocina, que es la parte de mi casa que más adoro y no solo porque sea donde mi nana prepara la comida más deliciosa que he probado en mi vida si no porque es el único lugar donde se reúne lo que yo conozco como familia a comer.  En primer lugar están Sergio y la nana, ellos tienen 2 hijas que son Susy de 16 años y Maricarmen de 13, las dos son como mis hermanas, ya que crecimos juntas, y espero que así sigamos ya que con las 2 me llevo muy bien.

– ¡LUCYYY! – gritos que vienen desde la entrada de la casa, por dios cómo es posible que tenga un tono tan alto de voz.

– ¡LUCYYY! – grito Karla.

Karla vive a unas cuantas casas de las mías dentro de nuestro fraccionamiento y varias veces hemos ido de vacaciones juntas, la diferencia de edad físicamente es muy notable ya que yo apenas tengo 18 años y ella tiene 24, es muy muy guapa, alta y delgada como una modelo, un cabello oscuro casi negro y unos ojos grandes y oscuros. Nos conocimos en un curso de regularización de alumnos con bajo promedio, en el cual yo era su tutora.

–Hoy vas a conocer al amor de tu vida estoy segura –me mira emocionada y con gesto de niña traviesa.

–Ya te dije que ahora no me importa nada de eso tengo que dedicarme a estudiar.

–Pero... deja que conozcas a mi amigo Luis, es casi tan raro como tú.

–Yo no soy rara, bueno si lo soy pero solo un poco. Además quien te dijo que me gustan raros como yo. –nos vimos fijamente y soltamos una carcajada. –solo esta vez salgamos de fiesta y te presento a Luis, ¡porfavorrrr! –se colocó las palmas juntas delante de su pecho y empezó a dar saltitos.

– Esta bien pero es la última vez que accedo a que me presentes a alguno de tus amiguitos.

  

Antes de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora