Treceavo Recuerdo
Perdió la noción del tiempo dentro de aquella camioneta, solamente escuchaba a uno de la parte delantera dar órdenes que no alcanzaba a escuchar bien por las sirenas de las patrullas que les seguían.
— E-Están cavando su propia tumba, sé quiénes son ustedes, y si algo me pa... — un golpe en su costado lo dejó sin aire.
— Cierra la puta boca cojones.
Se encogió del dolor mientras apretaba fuertemente sus labios para no darle el gusto a los secuestradores de escucharlo sufrir. Después de unos minutos, sintió como el coche se detenía, para después ser empujado bruscamente fuera de este, obligándolo a arrodillarse y quitándole la bolsa que traía en la cabeza.
Cuando se acostumbró a la luz que generaban las patrullas, se asombró de la cantidad de estas que se encontraban frente a él, y por lo que podía escuchar, también había más detrás de él. Volteó su mirada al cielo topándose con un helicóptero que se encargaba de iluminar la zona.
Pero un escalofrío recorrió su cuerpo cuando sintió un arma en su nuca haciendo presión.
— A ver agentes, esto es sencillo, o se retiran o le meto un puto tiro en la cabeza — escuchó detrás de él.
Tragó saliva nervioso, dirigiendo su mirada a la policía buscando a una sola persona. Al no dar con ella, intentó ver a los secuestradores, podía contar al menos a seis a su alrededor, todos encapuchados y vestidos de negro. Estos al no ver ningún intento de retirarse de la policía, otro más se agregó apuntando al federal.
Observaron al Sheriff Miller junto a Kovacs acercarse lentamente hacia ellos, ambos levantando sus manos, en son de paz.
— Lo que nos piden, no es posible, no vamos a dejar a un compañero solo — nada más llegar Miller habló.
— No les va a servir de nada, si su compañero muere ahora — soltó un secuestrador presionando más su arma en la nuca del federal.
— Vamos a hablar tranquilamente y a nego... — pero calló al ver como el mismo sujeto, tomaba del brazo al federal y lo levantaba de su sitio.
Colocó al federal frente a él y le puso la pistola en la sien, alarmando a ambas mallas. Horacio en ese momento entró en pánico, sin poder creer lo que estaba ocurriendo.
Las personas que había considerado familia por mucho tiempo ahora se encontraban a su alrededor con armas largas apuntándole, y por supuesto que reconocía la voz de quien se encontraba a su espalda, tomándolo de rehén, era aquel que llegó a considerar como un padre. Sintió su vista borrosa, decepcionado y completamente sin fuerzas de pelear, pues él lo había ocasionado, al no haber confiado en ellos, y usarlos para su conveniencia.
Recordó al pobre chico que murió de un disparo proveniente de él, sufriendo por haber matado al amor de su vida aquella tarde en una construcción abandonada, siendo obligado por quien hasta en ese entonces también había considerado familia.
También pensó en los chicos que apenas conocía y que ya se habían ganado su confianza, aunque sabía que, si él ya no estaba, Ebaristo iba a proteger a Dakota.
Se preguntaba que iba a pasar con Gustabo cuando le dieran la noticia de que había muerto, se sintió mal por dejarlo solo en ese mundo tan egoísta, y sin poder despedirse de él. Ni siquiera lo había visto en estos últimos meses, no sabía siquiera si aún seguía vivo, si Pogo lo había consumido otra vez, o si se había ido con su padre a recuperar el tiempo perdido de padre e hijo.
Conway, el viejo que también le abandonó sin avisarle, dejándole con toda la carga que conllevaba ser jefe de la facción del FBI. Tampoco sabía dónde se encontraba, ni sabía si su muerte le iba a importar, después de todo siempre lo trató como un imbécil, llegando a manipularlo y haciéndolo sentir como una mierda cada que cometía algún error, como el haberle disparado a Volkov.
Joder, Volkov, el ruso con el que por fin tenía una buena relación y le había perdonado sus errores, dándole su apoyo. Aun lo amaba, nunca pudo deshacerse de esos sentimientos tan intensos que tenía por él. Volkov había sido el único que le hizo sentir cosas diferentes y nuevas a cualquier pareja que tuvo. Desde que lo vio aquel día por la tarde en el estacionamiento de comisaria, después de recibir una tonta amenaza por twitter, sabía que sería su perdición. A pesar de que primeramente le atrajo físicamente, no pudo evitar enamorarse al conocerlo poco a poco.
Aunque este le rechazó, nunca perdió las esperanzas, porque sabía que el ruso lo trataba diferente al resto, hasta él podía darse cuenta. Pero todo eso se rompió cuando Pogo comenzó a mostrarse, obteniendo solo miradas de decepción de su parte, las cuales se convirtieron a intensas cuando comenzaron a trabajar juntos en el CNI, dándole a entender que el ruso quería hablar con él a solas, y que no se lo permitió porque en ese momento le importaba más su hermano.
Ahora, se arrepentía de haber evitado tantas veces al ruso en lo que llevaba trabajando como Jefe de la LSPD después de sus vacaciones, porque sentía que en cualquier momento por puro impulso iba a pararse frente a él y gritarle que aún le amaba, que le diera una oportunidad, porque el dolor en su pecho aumentaba cuando se encontraba lejos de él, como si su sola presencia fuera necesaria para poder respirar. Mordió su labio inferior conteniendo sus lágrimas, pues ya no era el momento de pensar en lo que hubiera pasado. Tenía una pistola en su sien que podría ser disparada en cualquier momento, acabando instantáneamente con su vida. Intentó nuevamente buscar al comisario entre los agentes, decepcionándose por no lograrlo.
Quería verlo otra vez, solo una vez más, ver sus hermosos ojos grises que tanto amaba, quería verlo vivo por última vez, y si era posible despedirse, y disculparse por dejarlo solo otra vez.
— Tranquilícense, tienen a dos mallas rodeándolos, no hagan nada estúpido — habló Kovacs nerviosamente.
Pero solo ocasionó lo contrario, el secuestrador furioso no dudó en dirigir la pistola al muslo del federal y apretar el gatillo. El federal gritó y se retorció del dolor, soltando pequeñas lágrimas que no pudo contener.
— O nos dejan irnos de aquí o el siguiente tiro será en su cabeza — amenazó.
— No hagan esto peor, por favor, entréguense.
— Parece que ustedes no aprenden.
Dicho esto, dirigió la pistola a la sien del federal, paralizando a éste, que, al sentir la punta de la pistola sobre su piel, cerró los ojos derrotado, y soltando lágrimas por no haber sido capaz de ver a Volkov por última vez. Al menos sentía alivio de que en aquel otro mundo no estaría solo, porque tenía a dos ángeles de la guardia esperando por él.
Solamente se escuchó el sonido del disparo y un cuerpo cayendo pesadamente al suelo.
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〖 Don't say it again 〗- VOLKACIO
RomanceVolkov vuelve de las Bahamas con la intención de regresar a trabajar. Horacio, es citado por el Jefe de la LSPD, sin saber que se iba a encontrar con el hombre que tuvo un trágico destino y del cual se sentía culpable. ⚠ Posible escenas +18 ⚠ Romanc...