Capítulo 15. El dichoso amor

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Pasaron los días y con los cuidados de Adriana, Gabriela se recuperó más rápido de lo esperado.

Ya en la clínica se enteraron de lo que le había pasado a Gabriela y no tardaron en mandarle ánimos y en apoyarla.

Cuando Alba se enteró de lo que le había pasado, enseguida llamó a Gabriela para ver cómo estaba. Pero Gabriela aún no estaba preparada para hablar con ella después de lo que sabía. ¿Cómo le iba a decir que Adriana y ella se habían acostado?¿que se amaban y querían salir juntas? ¿Mandaría a la mierda a Adriana? Ese tema lo tenía que hablar con Adriana antes. Y aprovechando que justo Adriana comería con ella en casa, la esperó hasta que llegó del trabajo. Tenían que hablar de muchas cosas. Entre otras cosas, de qué era lo que había entre ellas.

- ¡Guapísima!¿dónde estás?- preguntó Adriana mientras cerraba la puerta de la entrada. Venía con un ramo de rosas en su mano. Le hizo gracia que por primera vez en su vida era ella la que las regalaba. Aún no se creía que tuviera en su casa a ese monumento de mujer, sólo para ella. Aún no sabía que nombre ponerle a lo que tenían, ni quería ponérselo. No se atrevía.

- ¡Aquí, en la cocina! La comida está ya lista.

Se miraron con amor, un amor electrizante, típico en ellas. Gabriela llevaba puesta una camiseta blanca que solía llevar Adriana, y tenía que reconocer que a Gabriela le quedaba muchísimo mejor que a ella, con un pantalón de chándal blanco también. A Gabriela le gustaba llevar ropa de Adriana puesta ya que cuando no estaba con ella por lo menos tenía su olor impregnado en su propio cuerpo. Adriana la cogió en brazos, Gabriela le pasó sus piernas por la cintura mientras Adriana la depositaba en la isla de la cocina sin dejar de besarla en los labios. Esos labios eran excesivamente estimulantes.

-Mira lo que te he traído. Son para ti- le dio las rosas- Gracias por hacer la comida. Pero ¿qué tal si primero te como a ti? Tengo muchas ganas de ti, Gabi - Era la primera vez que la llamaba así.

- Pues ya somos dos. Esta mañana me he tenido que masturbar pensando en ti. Y por cierto, son preciosas las flores pero no debías traerme nada...

-¿Ah, si? me hubiera encantado verlo...

Eso excitó al momento a Adriana. Necesitaba tocarla por todas partes. Ya se imaginaba quitándole la camiseta y haciéndole el amor sobre la isla. Le haría el amor de todas las formas posibles. Para ello tenía toda la tarde. Pero Gabriela cortó rápidamente sus pensamientos impuros.

- Espera Adriana. Creo que deberíamos hablar, de Alba. Me ha escrito hoy preguntándome como estaba. Y todavía no la he contestado. ¿Has hablado con ella? ¿Sabe lo nuestro?

Adriana se puso nerviosa de repente. No había hablado con Alba desde antes de lo que le había pasado a Gabi. Y no sabía cómo podría sacar el tema. Desde luego que lo que tenía ahora con Gabriela podía suponer un antes y un después con Alba.

-No, no hablé con ella. Yo ando muy liada y ella también debe tener mucho trabajo.

-Tengo que decirte que ella quería salir conmigo. Fue insistente por lo que al final le dije que tenía a alguien en mi cabeza y que hasta que no la sacara de mi cabeza, no podría tener algo con nadie.

- ¿Eso le dijiste? ?Y cómo se lo tomó? Sí, la pobre antes de conocerte ya me había hablado de ti porque ella a su vez había oído hablar de ti y se moría por conocerte. Y bueno, lo demás ya lo sabes.

-Si, lo sé. Sé que tú le ayudaste a tener algo conmigo. La verdad que cuando me enteré me quedé chafada, no me lo esperaba. De hecho me lo dijo cuando hicimos la cena las cuatro, en el Luxury, nada más te fuiste. Pues tal vez vaya siendo hora de que se lo digamos.

-Si, estoy de acuerdo. Y lo siento Gabriela, lo siento mucho. Ella me dijo que le gustabas mucho, ¿Cómo iba a meterme yo entre vosotras? no podía hacerle eso a Alba. Es una de mis mejores amigas.

-Bueno Adriana, en realidad no era meterse entre nosotras porque yo nunca he sentido nada por ella.

-,Si, ahora lo sé, Gabi, y estoy que aún no me creo que tengamos algo tan bonito y especial como lo que tenemos, pero eso no quita para que no quiera hacerle daño a mi amiga.

Y como si Alba leyera sus mentes, se presentó al rato en casa de Adriana. Tocó al timbre.

- Adriana, ¿esperas a alguien? ¿Has oído el timbre?- preguntó Gabriela mientras se iba a su habitación a ponerse algo más de ropa.

-No espero a nadie Gabi, y sí, lo he oído. Voy a abrir.

Cuando abrió la puerta, Adriana palideció.

-Hola Alba, cuanto tiempo sin vernos. Pasa...- Alba notó los nervios de la castaña.

- Si, cabrona, desde que le pasó eso a Gabriela, no nos hemos visto y bueno, le he escrito pero no contesta.

Gabriela apareció de la nada y fue directa a saludar a Alba.

- ¡Hombre guapa! a ti te quería yo ver... ¿Cómo te encuentras? Te estuve escribiendo pero no has leído mis mensajes.

- ¡Hola Alba! Gracias por preguntar. Cómo puedes ver estoy ya mucho mejor.

- Si,ya te veo, como siempre, estás estupenda. Y por lo que veo, mi amiga Adriana tiene mucho que ver en tu recuperación.

- Si, Alba, Gabriela se ha quedado en mi casa porque no quería que estuviera sola y bueno...porque ha surgido algo entre nosotras. Lo siento mucho Alba, pero no lo hemos podido evitar- Contestó Adriana nerviosa.

- Adriana, no te disculpes. La que tiene que disculparse con vosotras soy yo- Los acontecimientos dieron un giro inesperado- El primer día que vi a Gabriela en tu casa percibí lo que había entre vosotras. Esa química que hay cuando os miráis, vuestras miradas sueltan chispas, solo hay que veros, vuestros ojos hablan sin que vosotras digáis una sola palabra. Y la noche que quedamos las cuatro para cenar, Gabriela te comía con la mirada y percibí tristeza en ella cuando te fuiste del Luxury precipitadamente. Pero como tú en ningún momento me dijiste que te gustaba Gabriela o que sentías algo por ella, me convencí de que tenía vía libre para intentar tener algo con ella. Así que chicas, perdón por meterme donde no me llamaban. Y me parece genial que por fin os hayáis animado a abriros una con la otra. Creo que estáis hechas la una para la otra. Sin ninguna duda.

Dicho ésto, Adriana fue corriendo a abrazar a Alba, todas esas palabras le habían ayudado a quitarse un gran peso de encima, ya que ella pensaba que le rompería el corazón a Alba si tenía algo con Gabriela. Así que ahora sí tendría vía libre para estar con Gabi. Era el colofón para conseguir su plena felicidad. No le pediría nada más a la vida.

Gabriela le preguntó si quería unirse a ellas en la comida y Alba aceptó gustosamente. Tenía muchas ganas de verlas a las dos y de verdad se alegraba de que estuvieran por fin juntas. Sabía perfectamente desde el día que conoció a Gabriela, que no tendría ninguna sola oportunidad con ella mientras estuviera primero Adriana.











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