"Los legados desaparecen, Desmond" fueron las últimas palabras de mi padre hacia mi antes de desaparecer en el misterioso mundo de la muerte. ¿Que tanta razón había en esas palabras? Ya habían pasado 2 años desde la muerte de aquel hombre, y cada día, al menos una vez, un minuto o el mas pequeño segundo durante estos dos años pensaba en lo que me había dicho en vida. Eran muchas enseñanzas en la cabeza de un hombre muy sabio y sabia que iba a necesitar muchos años para, al menos, intentar aplicar su filosofía de vida, pero había algo que me había quedado muy claro de entre las tantas frases que alguna vez me dijo "Nunca dudes mucho al tomar una decisión, por que no sabras cuando expira".
Es hora de levantarme.
No tengo preocupaciones de momento, es sábado y a nadie le importa lo que haga o deje de hacer, mas que a mi esposa, que creo que esta en la ducha.
-Jessie ¿Estas ahi?- pregunté mientras tocaba a la puerta del baño.
-Si ¿Quieres entrar, bebe? -me contestó de manera un poco provocativa
Yo no soy un puto bebe pensé. Nunca me había acostumbrado a que me dijera así.- Ehmm... Claro -conteste con un tono de voz un tanto ralentizado, como si hubiera dudado un poco en entrar y verla desnuda por enésima vez. El vapor tocaba las puntas de mis pies y me daba la misma sensación de calidez que cuando Jessie me abraza, muy cálido y cursi para ser simple vapor de una regadera, aunque tal vez no era el vapor sino quien estaba detrás de la puerta esperando a que entrara. Algunos detalles te hacen rememorar cosas mas grandes; un olor, sabores o colores un tanto extravagantes, una canción quizá. ¿Cuantas veces hemos recordado bellos momentos por algún detalle minimo? Bellas nimiedades de la vida que resultan vitales para hacernos sentir una efímera felicidad.
Al abrir la puerta, me inundo la nariz un olor a shampoo mientras caminaba hacia la regadera y veía la hermosa silueta de Jessie, y al correr la puerta vi su cabello castaño y su figura de espaldas, con unas caderas irresistibles para cualquier hombre, y me sentía vanagloriado al tener a mi alcance a semejante mujer. Ella volteo y me miró de una manera inocente y con un gesto de sorpresa mientras sostenía su cabello.
-No te oí entrar - me dijo delicadamente. Ese tono de voz me encanta y ella lo sabe- ¿Quieres un espacio?- preguntó y finalmente sonrio.
-Si me permite, bella dama, entrare con usted- y le regrese la sonrisa de la misma manera mientras me quitaba los pantalones que traia puestos. Cada vez que tomaba una ducha con ella me sentía en un éxtasis infinito, casi como hacer el amor, pero de una manera un poco peculiar. Me hacia caer en locura.
Me di cuenta de el tiempo que me quede recostado mucho rato después de haber tomado la ducha con Jessie. Más o menos dure una hora mirando el techo y reflexionando sobre las palabras de mi padre. Su muerte fue totalmente placentera. Murió de viejo y dejo un legado único; como los grandes sabios de la antigüedad. Tenía mucho tiempo para pensar hasta que llegara el lunes. Ahí es donde el paraíso y las duchas cálidas se acaban y comienza mi verdadero sufrimiento, el cual comparto con miles de trabajadores en la empresa, por supuesto que me refiero al estrés y no a las duchas desnudos. ¿Quien mierda querría compartir ducha con los empleados? Sería como una desnudez colectiva pensé y al instante me arrepentí de haber imaginado tales estupideces.
-¿Que quieres desayunar, bebé? - me pregunto Jessie.
Me voy a cagar encima como un buen bebé pensé momentáneamente antes de responderle
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Descent to madness
General FictionCualquiera puede perder la cordura si se le otorgan las herramientas adecuadas. Suma un poco de elocuencia a la formula y tendrás un ejemplar único. El primero en la fila era Desmond.