A ritmo De Cumbia

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Capítulo 30

A las ocho en punto se hallaban en la recepción del hotel esperando la llegada de Michel. El francés había llamado a Betty por teléfono confirmando que pasaría a recogerla a esa hora. No le preguntó si Armando la acompañaría y ella no se lo dijo explícitamente, pero el plural que utilizó lo daba a entender.
”Betty: Estaremos listos a esa hora, Michel. Gracias por llamar.”
Esa noche Betty se vistió con un pantalón pirata blanco y una blusa corta del mismo color anudada más arriba de la cintura. Calzaba sandalias planas y llevaba el pelo recogido en una trenza. Estaba muy bonita y Armando se lo dijo y se lo demostró efusivamente cuando la vio.
Armando: -Tras darle un beso de película- ¡Estás muy bella, Beatriz!
Betty: -Mirándolo embelesada- Tú también estás muy… muy…
Iba a decir “elegante” pero no era la palabra más adecuada porque él también se había vestido de blanco y llevaba la camisa por fuera del pantalón lo cual le daba un aire totalmente informal, poco acorde con su estilo habitual, pero que le sentaba de maravilla.
En vez de acabar la frase, se puso de puntillas y buscó su boca con la suya para darle un beso apasionado que les hizo pensar a los dos que no sería tan mala opción pasar la noche en la habitación del hotel y olvidarse de la fiesta en la playa.
Habían pasado el día holgazaneando entre la habitación, las tiendas del hotel y la piscina, más unidos que nunca tras la catártica conversación de la noche anterior y de esa misma mañana.
Betty estaba más cariñosa que de costumbre. A pesar de que llevaban algún tiempo de novios, hasta ahora ella no había tenido suficiente confianza para acariciarlo o besarlo espontáneamente por iniciativa propia. Era más bien tímida al respecto y sólo se dejaba llevar cuando él iniciaba un acercamiento. Pero ese día se ofreció a ponerle crema solar en la espalda, se recreó dándole un masaje que puso a Armando a mil por hora y le dio besos suaves y tiernos en la cara y en los labios a la menor ocasión. Armando estaba encantado con esa nueva Betty tan afectuosa a la que parecía no importarle que los vieran en actitud cariñosa. Claro que en el hotel no había nadie que los conociera.
Armando por supuesto correspondió efusivamente a los gestos cariñosos de su novia hasta el punto de que se excitaron tanto en la piscina que acabaron subiendo precipitadamente a la habitación a dar rienda suelta a su pasión.
Después del almuerzo, que tomaron en la misma habitación, decidieron dormir un rato para estar bien descansados para la fiesta de la noche. Aunque no hablaron sobre el tema, esa fiesta les tenía a los dos un poco nerviosos. Ahora que su relación iba viento en popa no deseaban que nada la enturbiara y, sin confesárselo mutuamente, los dos pensaban que esa noche se podían producir algunas situaciones que dieran origen a disgustos o resentimientos entre ellos.
La mirada que Michel le dirigió a Betty al verla fue tan elocuente, que Armando no pudo contenerse y mirándolo con los ojos entrecerrados, como si quisiera fulminarlo, murmuró con mordacidad:

Armando: ¡No se la vaya a comer con los ojos! ¡Deje algo para los demás!
Betty oyó perfectamente el comentario de su novio, pero Michel puso cara de sorpresa porque no podía dar crédito a lo que había escuchado y creyendo haber entendido mal le dijo con suspicacia:
Michel: Perdone, ¿cómo dice?
Pero Betty, queriendo evitar disgustos, se adelantó y dijo sonriente.
Betty: ¿Qué tal si nos vamos? Estoy deseando subir a esa “CHIVA”. ¿Es verdad que los músicos van tocando dentro y se puede bailar?
Michel: -Cambiando la expresión del rostro al ver a Betty tan animada- ¡Sí, claro! Ésta que hemos alquilado lleva conjunto musical, aunque hay otras que simplemente ponen la radio… ¡Ya verá como le gusta, Betty! ¡Camino de la fiesta se baila, se toma trago…! ¡Por eso al llegar a la playa todo el mundo está bien animado…!
Los ocupantes de la CHIVA dieron la bienvenida a Betty y Armando con gritos de alegría. Nada más entrar Betty reconoció a dos personas. Una de ellas era Catalina Ángel, a quien saludó con la mano y le dedicó una sonrisa desde lejos, y la otra la compañera de mesa de Armando del día anterior, a quien ignoró por completo como si no la reconociera. Cuando Armando vio a Alejandra, levantó una mano para saludarla, y a continuación hizo algo que sorprendió a Betty muy agradablemente: Se acercó más a ella, la rodeó con sus brazos y uniéndose al ambiente reinante empezó a moverse al ritmo de la música.
Betty: Oj, oj, oj, oj, Armando… ¡Acuérdate que yo casi no sé bailar!
Armando: Hablándole en el oído con un tono insinuante- Pues hoy vas a aprender, mi amor… ¿O prefieres que ”otra persona” me saque a bailar y no pueda rehusarme?
Betty: -Mirándolo con falsa suspicacia pero en el fondo divertida y halagada- ¡Ummmm! ¿Usted que prefiere, doctor? Quizás le agrade más bailar con ”esa otra persona…” -sugirió coqueta.
Armando: ¡Ni lo sueñes! ¡Yo no me despego de ti, Betty! Además –añadió con fastidio- no quiero que bailes con ese engreído… ¡Ya sabes a quién me refiero! –remató con un tono de complicidad.
Betty: Oj, oj, oj, oj, ¿por qué dices que es engreído, Armando?
Armando la miró como si Betty no tuviera ojos en la cara y no se diera cuenta de lo que para él era evidente.
Armando: ¿Acaso no lo ves? Se cree que las mujeres se van derritiendo a su paso… ¡Se lo tiene muy creído! Pero contigo va a pinchar en hueso…
Esa conversación la podían mantener porque se hablaban directamente en el oído porque el bullicio dentro del vehículo era tal que era casi imposible entenderse.
A todas éstas, Michel al ver que Betty y Armando estaban bailando muy pegaditos, frunció el ceño y se fue a buscar otra compañera de baile. La “afortunada” fue Catalina Ángel que le dedicó una radiante sonrisa a su amigo y siguió moviéndose delante de él.
El conjunto tocaba una cumbia bien movidita y el ambiente se iba caldeando debido también a la influencia de las botellas de ron que iban pasando sin ningún reparo de mano en mano para que cada quien diera un trago o más directamente de ellas.
Cuando le llegó a Betty una de esas botellas quiso rechazarla, pero no se lo permitieron, así que mirando a su novio sonriente, apenas se mojó los labios y acto seguido hizo una mueca de disgusto con la boca y se la pasó a Armando. Él, divertido, tomó un trago y la pasó a otra pareja que había a su lado.
Armando: ¿No te gusta el ron?
Betty: Oj, oj, oj, oj… No, es asqueroso. –Respondió con una mueca- Además es mejor que no tome trago… No me sienta bien… No querrás llevarme a rastras al hotel… Oj, oj, oj, oj…
Cuando llegaron a la playa todos sus ocupantes fueron bajando de la CHIVA al ritmo de la música y se acercaron a la orilla del mar donde había otro conjunto al lado de una fogata y varias personas que bailaban y reían. También allí las botellas de ron iban pasando de mano en mano para que cada cual se diese su trago. Armando llevaba a Betty bien agarrada de la cintura y la animaba a mover las caderas presionando con su mano. Al llegar cerca de la hoguera, sintió que una mano se posaba en su brazo y tiraba de él, así que se giró para ver quién era. Se encontró a una seductora Alejandra vestida provocativamente con un bikini blanco cubierto sólo por una especie de camisola transparente y moviéndose de un modo muy sensual al ritmo de la música. Ignorando a Betty, le sonrió a Armando encantadoramente y le dijo:
Alejandra: ¡Armando! ¡Qué bueno que viniste! ¿Bailamos?
Armando tuvo que forzar una sonrisa que casi fue una mueca. ¡Era bien atrevida la venezolana! Pero él no pensaba ceder, aún a costa de perder el negocio si ella se enfadaba.
Armando: ¿Cómo te va, Alejandra? Mira te presento a mi prometida, Beatriz Pinzón…
Alejandra: -Mirando a Betty con una mezcla de desprecio y desencanto pero dirigiéndose a Armando en un tono confidencial- ¿Tu prometida? ¡No sabía que estabas comprometido…! ¿No era que anoche estabas soltero y sin compromiso? ¿O es eso lo que dices cuando ella no está presente?
A pesar de que no había hablado muy alto, Betty oyó perfectamente lo que dijo la venezolana y puso cara de disgusto aunque no dijo nada. No podía reprocharle a Armando que le hubiese dicho a esa mujer la noche anterior que no tenía compromiso porque eso era lo que ella le había pedido para evitar que su relación trascendiese, pero le fastidiaba el tono de reconvención de esa tipa y el descaro con el que le pedía cuentas delante de sus narices.
Eso lo hace para crear disgustos entre nosotros. ¡Será fresca…! En otras circunstancias yo me enfadaría con Armando por ocultar nuestro compromiso, pero lo que ella no sabe es que estábamos de acuerdo en que los dos diríamos eso si nos preguntaban…”
Armando prefirió no contestar a la venezolana y hacerse el que no la entendía debido al ruido imperante, pero ella estaba empecinada en bailar con él y no se dio por vencida.
Alejandra: Armando, no creo que a tu ”prometida” le importe que bailemos…

Había dicho eso en un todo mordaz, sin mirar a Betty y estirando el brazo de Armando para alejarlo de ella, pero éste no lo iba a consentir. Y menos sabiendo que la noche antes su novia se había celado de Alejandra, así que sin levantar la voz, le contestó con firmeza:
Armando: ¡Qué pena contigo, Alejandra! Pero mi novia me ha pedido que no la deje sola esta noche…
Alejandra: -Con fastidio- ¿Y eso por qué? ¿Acaso es una acaparadora?
Armando la miró perplejo. ¡Pero qué se creía esa tipa! Si no fuese una clienta potencial la mandaría a tomar viento, pero si lo hacía sabía que perdería la posibilidad de una nueva franquicia en el mercado venezolano que tanto le convenía a Ecomoda, así que optó por no ceder pero sin perder la compostura.
Armando: Es que… no se siente muy bien…
Alejandra que a todas luces estaba ya un poco pasada de tragos, no se contentó con esa explicación. Ella se había propuesto bailar con Armando e incluso seducirlo. No le importaba para nada que tuviese novia, al fin y al cabo ”ella no era celosa” -se dijo a sí misma divertida.
Alejandra: -Estirando a Armando por un brazo- Pues que se quede sentadita en la arena y tú y yo bailamos… ¿No te provoca? –le dijo con desparpajo.
Betty estaba que se la llevaban todos los demonios. No con Armando, sino con la tipa esa que a las buenas o a las malas quería seducir a su novio. Se había sentido muy orgullosa de él cuando la había presentado nada menos que como su prometida. Aunque no era cierto, ya que ella todavía no había accedido a casarse con él, le gustó oírselo decir. Pero esa mujer no había modo de que se rindiera: seguía insistiendo en bailar con Armando y coqueteaba con él descaradamente delante de sus propias narices.
En ese momento se les acercaron Michel y Catalina Ángel, riendo y enlazados por la cintura. Llevaban una botella de ron en la mano.
Cata: ¡Armando! ¡Betty! ¿Por qué no bailan? ¿Se están divirtiendo? –preguntó al ver sus caras que no daban muestra de mucha diversión precisamente-
Michel: ¡Parece que no! ¡Eso hay que arreglarlo!
Y sin pedir permiso, estiró a Betty por un brazo y se apartó un poco del grupo empezando a bailar con ella.
Betty pidió ayuda con la mirada a su novio, pero cuando se vino a dar cuenta él ya estaba bailando con la venezolana que lo había literalmente atrapado.
No tardó mucho en acercarse un hombre que invitó a bailar a Cata que se había quedado sola, y ésta accedió sonriente.
Betty estaba muy incómoda. A ella lo que le provocaba era estar al lado de su novio y no de ese elegante hombre que prácticamente la había arrastrado a bailar. Al mismo tiempo veía a esa mujer abrazada a Armando y contoneándose provocativamente, y no podía evitar sentirse celosa.
En un arranque decidido, le dijo a Michel:

Betty: Michel, vea, voy a buscar a Armando…
Michel: ¿Cómo así, Betty? ¡Con lo rico que lo estamos pasando!
”Será usted quien lo pasa rico, porque yo…” -pensó para sí misma pero no quiso decirlo en voz alta por no perder las buenas formas.
Betty: Es que verá… quisiera bailar con mi… novio…
Era la primera vez que Betty reconocía ante alguien que tenía novio y a ella misma le sonaba extraño, pero al mismo tiempo le hizo sonreír de satisfacción.
Michel: ¿Su novio, Betty? –Preguntó extrañado Michel- No sabía que tenía novio… ¿Y está acá?
Betty lo miró con fastidio. ¿Ese hombre era tonto o se lo hacía? ¿Acaso no se daba cuenta de que ella y Armando…?
Betty: Claro que está acá… Mi novio es don…
Iba a decir “don Armando” pero se contuvo a tiempo. ¿Cómo iba a darle ese tratamiento tan formal si eran novios?
Betty: Quiero decir que mi novio es Ar-Armando…
Michel: ¡Vaya yo creía que era su jefe…!
Betty: -Molesta- ¡Es mi novio y es mi jefe!
Michel: ¡Vaya! ¡Hay que ver lo seductoras que pueden ser las noches de Cartagena!
Betty se daba cuenta de que Michel creía que su noviazgo era muy reciente, y no le faltaban motivos porque cuando los presentaron nadie habló de que ella y Armando tuviesen una relación, por lo que el francés daba por sentado que se habían hecho novios en esos días. Así que se dispuso a dejar las cosas claras a ver si de ese modo desistía de asediarla.
Betty: Vea, Michel, no es culpa de las noches de Cartagena, lo cual no quiere decir que no sean muy lindas. –Añadió con una sonrisa- Armando y yo hace algún tiempo que tenemos una relación… Lo que pasa es que no la habíamos hecho pública porque usted ya sabe lo que sucede cuando se trabaja en la misma empresa… Queríamos evitar habladurías y malentendidos… Pero ya ve… nos hemos visto obligados a decirlo porque… esa… muchacha estaba dispuesta a seducir a mi novio…
Michel: ¡Y yo a usted Betty! –Confiesa sincero con un tono de voz un poco decepcionado.- Tengo que decirle que me cautivó nada más verla… y como no sabía que estaba comprometida… ¡Claro que se veía a la legua que Armando estaba coladito por usted! Pero creí que aún no se decidía y que yo podía tener una oportunidad…
Betty: -Sonriéndole a Michel más relajadamente- Yo le agradezco su sinceridad… y estoy segura de que si no estuviera muy enamorada de Armando me sentiría muy halagada con sus atenciones… Pero… usted comprende…
Michel: Sí, Betty, lo entiendo… No se preocupe… Vea, si quiere podemos ir a buscar a su novio y yo intento separarlo de esa muchacha…

La muchacha en cuestión estaba pegada como una lapa a un cariacontecido Armando que cuando vio llegar a Betty del brazo del francés, la miró entre censurante y desesperado.
Betty, muy decidida, se acercó a ellos y sujetó a Armando por un brazo.
Betty: Mi amor, me prometiste que bailarías conmigo en la playa…
Pero Alejandra Zing no era de las que se rendían tan fácilmente, y aferrándose al cuerpo de Armando le dijo a Betty sin mirarla.
Alejandra: ¡No sea tan acaparadora! ¡Déjenos acabar esta pieza! ¡Siga bailando con ese tipazo rubio! ¡A Armando ya lo tiene siempre!
Betty estaba que echaba chispas ante el atrevimiento y la descortesía de esa mujer, Armando estaba rojo de vergüenza e indignación, mientras que Michel estaba divertidísimo contemplando la escena. Hay que decir que el hecho de que esa morena tan atractiva y provocativa le llamara “tipazo” no le había desagradado en absoluto.
”A río revuelto ganancia de pescadores… ¿No es así como dicen por acá? Cuando estos tortolitos consigan estar juntos, que es lo que están deseando, habrá que consolar a la venezolana, y ¿quién mejor que un “tipazo” francés? Ja, ja, ja, ja…”
Armando: Señorita Zing, vea, me va a disculpar, pero le prometí a mi novia que bailaría con ella…
Pero Alejandra por toda respuesta se pegó más a él y no lo dejaba marchar.
Eso era más de lo que Betty podía soportar, así que muy digna, le dio la espalda a la pareja y le dijo a Michel con mordacidad:
Betty: Vamos a bailar, Michel. Al parecer esta ”señorita” ha decidido apropiarse esta noche de mi “novio.”
Armando estaba desesperado. Esa “vieja” no quería soltarlo y su Betty se iba a bailar otra vez con el dichoso francés. Desesperado intentó detenerla:
Armando: Espera, Betty… No te vayas… Yo quiero bailar contigo…
Betty: Pues cuando te dejen libre, me avisas…
Armando: -Intentando separarse de Alejandra con delicadeza y sin conseguirlo- ¡Perdona, Alejandra! ¡Tengo que bailar con mi novia!
Alejandra: -Apretándose más contra él- ¡Ay, Armando! ¡Déjala que se vaya con ese tipo…! ¡Con lo rico que lo estamos pasando…!
Armando: Lo… lo siento… pero no quiero que mi novia tenga que bailar con otro… lo entiendes, ¿cierto?
A pesar de que el tono de voz de Armando no era nada cortés, Alejandra no entendía o no quería entender nada, y en lugar de responderle apoyó la cabeza contra el pecho de él abandonándose totalmente entre sus brazos.
Armando en vista de que no podía librarse de Alejandra, y viendo que Betty se alejaba con el francés, empezó a llamarla a gritos:

Armando: ¡Beeeetty! ¡Espeeeeeeeera! ¡No te vaaaaayas!
Betty se detuvo, se giró, lo miró socarronamente y sin pronunciar palabra se dejó abrazar por el francés y se puso a bailar con él.
Michel, que seguía divertidísimo, quiso provocar más a Armando y pegó a Betty completamente contra su cuerpo. Ella, imitando a Alejandra, apoyó la cabeza contra el pecho del francés y puso cara de felicidad, aunque por dentro estaba rabiosa: ¡no soportaba ver a Armando pegado a esa tipa!
Ver a Betty prácticamente incrustada contra el cuerpo de Michel era más de lo que Armando podía soportar. Con un movimiento brusco, se separó de Alejandra y en dos zancadas se puso delante de ellos y estiró a Betty por un brazo para separarla de él, al tiempo que les decía muy serio:
Armando: Betty, vamos a bailar… Disculpe, Michel… Con permiso…
Y enlazando a Betty por la cintura se alejó del lugar.
Alejandra que había perdido el equilibrio ante el movimiento brusco de Armando, se hallaba en ese momento sentada en la arena diciendo improperios contra los hombres colombianos. Cuando ellos se alejaron, Michel se le acercó y conteniendo una sonrisa, alargó su mano galantemente para ayudarla a levantar. Ella hizo una mueca de disgusto pero se aferró a su mano y se levantó del suelo intentando no perder la compostura. Cuando ya estaba de pie, él le dijo:
Michel: Señorita, ¿quiere bailar conmigo? Le aseguro que yo no tengo novia ni estoy comprometido…
Alejandra: -Echando chispas por la mirada y evidentemente refiriéndose a Armando- ¡Vaya! ¡No sabía que los colombianos fuesen tan groseros!
Michel: No le culpe… -Le dijo en un tono condescendiente- Es que está loco por su novia… Se ve a la legua… Créame que ese tipo no le conviene… Pero aquí me tiene a su disposición para lo que se le ofrezca…
Alejandra: -Mirándolo con suspicacia- Usted no es de acá, ¿cierto?
Michel: No, señorita… Nací en París… pero hace varios años que vivo en Cartagena… Me dedico al mundo de la moda… ¿Usted también?
Alejandra: -Suavizando el tono de voz- Sí, mi padre tiene una empresa de modas en Caracas…
Michel: -Enlazándola por la cintura- ¡Entonces ya tenemos algo en común…!
Estaban bailando los dos muy serios al otro lado de la fogata. Armando deliberadamente se había alejado lo más posible de Alejandra y Michel. Ni siquiera se había dado cuenta de que la venezolana se había caído en la arena cuando él se apartó bruscamente de ella. Notaba que Betty estaba enfadada y muy tensa y él no se quedaba atrás. Se movían casi automáticamente al ritmo de la música y sin decir ni una sola palabra.
Otra pareja les quiso pasar una botella de ron, pero ellos la rechazaron sin molestarse en ser amables. Cuando acabó la pieza, se separaron y empezaron a caminar despacio por la arena. Estaban muy cerca de la orilla. Betty se descalzó y metió los pies en el agua. Él la imitó y se remangó los pantalones. Siguieron caminando por la orilla del mar con los pies dentro del agua.
Poco a poco se iban relajando, pero en su mente estaba la escena que acababan de vivir. De repente Betty rompió el silencio sorprendiendo a Armando porque daba la impresión de que intentaba contener la risa.
Betty: Se cayó al piso…
Armando: -Sin entender- ¿Cómo dices?
Betty: La tipa esa… se cayó cuando tú te separaste de ella…
Armando: -Arqueando las cejas con incredulidad- ¿De verdad?
Betty: -Sin poder contenerse más- Oj, oj, oj, oj, de verdad… ¿No te diste cuenta?
Armando: No, sólo tenía ojos para ti. –Confesó sincero-
Betty: Oj, oj, oj, oj… Michel tuvo que ayudarla a levantarse…
Armando: ¡No menciones a ese tipo! –Armando no parecía hallar graciosa la situación y menos cuando el francés estaba por medio.
Betty: ¿Por qué? Se ha portado muy bien… es muy educado… -de repente deja de reír al acordarse del comportamiento de Alejandra y añade con furia- ¡LA QUE ES UNA LAGARTA ES ESA TIPA!
Ahora es Armando el que se echa a reír y la mira, divertido.
Armando: Ja, ja, ja, ja… Mi amor… esos dos querían separarnos…
Betty: -Mordaz- ¿No me digas? ¡Apenas me di cuenta!
Armando: -Atrayéndola hacia sí y mirándola fijamente a los ojos- Pero no lo consiguieron… Nada ni nadie nos va a separar nunca… Te amo, Betty…
Betty suspiró y se dijo que bien valía el disgusto que había pasado con la venezolana por vivir ese momento al lado de Armando. Y es que él la estaba mirando de un modo que el mundo entero dejó de existir para ella. Sólo estaban ellos dos con los pies mojados en esa playa de Cartagena confesándose su amor.
Completamente perdida en su mirada le dijo antes de besarlo con pasión:
Betty: Yo también te amo, mi amor, yo también te amo…



Creado por:Cata✨



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