- XIV -

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Catorceavo Recuerdo

Después del primer disparo, ambas mallas no dudaron en abrir fuego contra los miembros de la mafia, abatiendo a todos incluso antes de que estos pudieran apuntar. Los ocho miembros de La Cosa Nostra fueron abatidos esa noche por ambos cuerpos policiales.

El Jefe de la LSSD, tiró rápidamente su arma al suelo para correr hacia el federal, que se encontraba tirado a un par de metros de él, siendo seguido por Kovacs. El Sheriff se dirigió a la pierna herida del federal, haciéndole un torniquete para detener el sangrado que parecía no parar nunca. Por otro lado, Kovacs pasó un brazo bajo el cuello del menor, y levantó su cabeza topándose con sus ojos bicolores rojos por el llanto que aún tenía.

— ¿Se encuentra bien H? ¿Siente alguna otra herida? — preguntó preocupado pasando su vista por todo el cuerpo del contrario.

— S-si, estoy bien.

Horacio vio a su alrededor, viendo como los agentes de policía se encontraban esposando a los abatidos. Vio a quien identificaba como Dominik, el que estuvo a punto de matarlo, removiéndose del dolor en el piso y sosteniendo su hombro que no dejaba de brotar sangre. Había solamente un miembro de la mafia que parecía haber perdido la vida en ese tiroteo, pues no movía ni el pecho en señal de estar respirando.

Se sobresaltó cuando sintió un dolor punzante en su pierna, dirigiendo su mirada hacia ahí. Había al menos tres sheriffs ayudando a Miller con el disparo de su pierna. Siguió observando en busca del comisario, pero no lograba dar con él, lo que le llevó a pensar que probablemente no estaba ni enterado y que no había asistido, o que simplemente no le importaba de que estuviera a punto de morir, apagando el brillo de sus ojos ante la decepción y tristeza que le causó.

Kovacs observando el comportamiento del menor, formó una sonrisa en su cara — Volkov está de camino.

El menor abrió sus ojos volteando a ver rápidamente a Kovacs sonrojado — Y-yo no...

— Usted quédese tranquilo, que los médicos también vienen.

— Debo decirle que ya no siento mi pierna — soltó en una risa y sintiendo cada vez más pesados sus ojos.

Kovacs lo notó por lo que interrogó por radio sobre el 10-20 de los médicos, después dirigió su mirada al federal, el cual comenzaba a cerrar sus ojos, escuchando como un helicóptero aterrizaba detrás de él.

Horacio con sus últimas fuerzas buscó de nuevo al comisario, sin dar con él, perdió la conciencia después de escuchar a Kovacs murmurarle "Él ya está aquí, aguante Horacio".


Abrió los ojos sobresaltado, viendo todo su alrededor y soltando un suspiro cuando se dio cuenta de que estaba en el hospital. Sentía el dolor en su pierna izquierda, confirmándole que lo último que recordaba si había pasado.

— Agente, ¿Cómo se encuentra?

El menor pegó un brinco en su sitio volteando rápidamente su vista al médico que se encontraba sentado a su lado, con una sonrisa en su rostro por la actitud del paciente mientras revisaba una carpeta, que probablemente contenía su informe.

— Bien ¿Qué ha pasado? — preguntó después de recuperarse del susto.

— Ha recibido un disparo en su muslo izquierdo — comenzó —, le tuvimos que llevar a cirugía para extraerle la bala, aparte de que usted se encontraba inconsciente por la pérdida de sangre que sufrió.

— Ya veo... — volteó hacia la ventana percatándose de que estaba atardeciendo — ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?

— Menos de un día, lo ingresaron la noche anterior.

Soltó un suspiro de alivio, pues no había pasado tanto tiempo de lo que imaginaba.

— ¿Qué pasó con los demás heridos?

— Lo lamento Agente, pero desconozco esa información.

— Está bien, no se preocupe — formó una sonrisa en sus labios.

El medico asintió levemente, para después informarle que debía realizarle un chequeo rápido. Cuando terminó, tomó la carpeta que inicialmente tenía y anotó cosas en ellas, le entregó unas pastillas para el dolor y un vaso lleno de agua, esperó a que se las tomara y luego se despidió del agente retirándose de la habitación. Horacio comenzó a sentir el efecto del medicamento minutos después, sumergiéndolo en un sueño profundo.

.

Cuando volvió a despertar y a tener noción de lo que ocurría, había dos sheriffs hablando en voz baja con la intención de no despertarlo, pero cuando se percataron de que el federal había abierto los ojos, se acercaron a él para evaluar su estado. El menor identificó a Collins y a otro sheriff con coletas.

— Paquito, avisa a Miller de que ya despertó — ordenó.

— 10-4.

El sheriff de coletas se retiró de la habitación dejándolos solos. Collins tomó una silla y la acercó a la cama donde se encontraba el chico con cresta, para después sentarse en ella.

— ¿Cómo se encuentra H?

— Como la mierda.

— Me imagino — soltó un suspiro —. La Cosa Nostra ha sido capturada, actualmente se encuentran en prisión preventiva, a la espera de la aprobación del juez para mandarlos de una puta vez a perpetua.

Horacio ante la nueva información que le proporcionaba bajó su mirada a su regazo, donde se encontraban sus manos jugando entre sí.

— Solo ha fallecido uno, por mí de hecho — continuó el sheriff — al parecer calculé mal y le di de lleno en su puta cabeza.

— No le vi en la zona — murmuró.

— Lo sé — formó una sonrisa — estaba en una montaña con un francotirador.

Al no obtener respuesta del otro, que no le estaba mirando continuó — Cuando llegué a donde se encontraba, usted ya estaba inconsciente — suspiró —, aun así, me alegro de verlo vivo H, al parecer el jefe de la LSPD tiene mejor puntería que yo, porque le pudo salvar de ese disparo en la cabeza.

«¿Qué?»

— ¿Cómo dice? — preguntó asombrado dirigiendo sus ojos bicolores, al contrario.

— Pues que al parecer Volkov es tu puto ángel chaval — formó una pequeña sonrisa —, el muy hijo de puta abatió al tal Dominik ese, que te tenía de rehén — rio —, hubieras visto la tensión que teníamos, un descuido y probablemente ahora no estuviera hablando contigo.

Pero Horacio había dejado de escuchar. Volkov si había estado con él aquella noche, no cerca, pero cuidándolo desde lejos. Apretó sus puños, sintiéndose estúpido por el pensamiento que había tenido de que probablemente no le habían avisado al ruso de que estaba secuestrado, o de que no le importaba. Soltó un sollozo mientras las lágrimas recorrían sus mejillas. Rápidamente llevó su mano derecha para intentar cubrirlas inútilmente del sheriff, y retirarlas, pero estas no dejaban de salir, formándole un llanto que no pudo contener.

Volkov, le había salvado la vida, y ahora simplemente quería verlo y abrazarlo toda su vida, sin separarse nunca de él.

El sheriff que calló al momento de ver al federal llorar, se acercó más a él, y le dio pequeñas palmadas en su espalda, para dejarlo desahogarse. No sabía qué relación tenía con el ruso, pero Horacio había causado una gran preocupación en él, por lo que pudo ver esa noche que estuvo de compañero como francotirador. Para después ver como el comisario corría desesperadamente a donde estaba el federal inconsciente, después de aterrizar el helicóptero en la zona del tiroteo. A pesar de que Collins lo conocía muy poco, ningún otro agente había causado aquello en el comisario. 

〖 Don't say it again 〗- VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora