Capítulo 01

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La fila de migración es eterna y a duras penas pudo descansar en el avión, cuando al fin llega su turno, JaeMin presenta su pasaporte, su documento de identidad y pasa sin mayor inconveniente, una de las ventajas de llegar a un país de donde tienes nacionalidad o residencia, es que te ahorras las molestas preguntas de: "¿Cuánto tiempo se queda? ¿Dónde va a quedarse? ¿Cuándo se marcha? ¿Con quién va a quedarse? ¿Tiene familia aquí?".

Sus músculos están tensos y su cuello duele, no le sorprende, estuvo horas sentado, mucho avance tecnológico, pero aún se tarda 14 horas en viajar de España a Corea, alguien debería decirle a los ingenieros que hagan su trabajo en lugar de sólo beber alcohol y creerse superiores.

—Llegamos —dice el chofer estacionándose en medio de un bonito jardín, eso fue más rápido de lo que pensó —el señor lo está esperando.

Al bajar del auto se encuentra con una imponente casa blanca que se alza majestuosa frente a él, las columnas y cierta decoración gritan Grecia, pero el porcelanato blanco y reluciente del piso, crean un aire único que le dan la sensación de estar en un templo griego moderno.

Sin embargo, la belleza de la casa y lo amplio del jardín, no llenan ese vacío que hay en su estómago, un cruel agujero llamado "realidad".

JaeMin entra al recibidor, donde un señor alto de mirada fría lo espera.

—Bienvenido a tu nueva casa, ¿qué te parece?

—Es hermosa.

—Te mostraré tu habitación, pero puedes venir a la mía cuando quieras.

El segundo piso es tan impresionante como el primero, todo igual de resplandeciente y pulcro, podría comer en el suelo sin problemas.

—Tengo una cama amplia —añade el señor antes de abrir la puerta de su nueva habitación —así que podrás dormir cómodo si decides acompañarme.

No sabe bien qué responder, JaeMin sólo asiente y niega según le conviene.

A veces la realidad es cruel, pero también puede llegar a ser muy dulce.



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Cuando tenía 7 años conoció a un niño de cabello oscuro como la noche con un par de ojos marrones que brillaban como si las estrellas jugaran en ellos, cuando sonreía era tan radiante como el sol y sus mejillas parecían tan esponjosas como las nubes blancas de un día de verano.

Su nombre empezaba por J y se convirtió en su cielo. Un reconfortante y hermoso cielo.

Nunca pudo olvidar la última vez que lo vio, era una tarde calurosa de Junio y estaban en un bus escolar, pues regresaban de la excursión más divertida de todas, la del parque acuático, aquella que daba como finalizado el año, mientras todos hablaban sobre qué harían en el verano, ellos dos jugaban silenciosamente ajedrez en sus iPads.

A medida que su rey caía en un indudable jaque mate, el autobús frenaba y la canción que sonaba de fondo terminaba, habían llegado a la escuela.

—Iremos bajando de forma ordenada —la maestra se paró delante —sin empujar.

El camino de regreso se le había hecho mucho más corto que el de ida, Jaemin guardó su iPad en la mochila y esperó paciente a poder bajar, fuera del autobús ya estaba la persona encargada de recogerlo, se acercó a su amigo para despedirse, pero antes de poder decir algo, él habló.

Desembre 25 | NoMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora