I wish it to be eternal

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Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen; créditos correspondientes a Masashi Kishimoto. A/U [Universo alterno] Posible (o mucho) OoC en los personajes. Este fic contiene escenas sexuales, lenguaje fuerte, temas adultos tratados de modo detallado y escenas fuertes; se recomienda discreción.

Género: Romance.

Pareja: KibaHina.

Dio un suspiro pesado, sincronizando sus fatigosos pasos junto al movimiento balanceante de sus tonificados brazos

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Dio un suspiro pesado, sincronizando sus fatigosos pasos junto al movimiento balanceante de sus tonificados brazos. La punta de su pie izquierdo chocó contra una lata de refresco vacía, mandándola a volar unos cuantos metros frente a él, desencadenando así un pequeño juego que se prorrogó hasta que sus piernas lo guiaron a la entrada de la Torre del Hokage.

Dejo la lata en el olvido y llevo sus perezosos pasos hacia el inicio de los escalones, brincando varios de estos con el propósito de llegar más pronto a su destino e irse de ahí de una buena vez.

Andaba con un humor de perros —que ironía— por culpa de un malentendido. Un maldito, desastroso, puto, estúpido e hijo de puta malentendido.

Suspiro por onceava vez esa tarde y gruñó por lo bajo como sí se tratase de un can al cual le jalaban molestamente la cola.

Estaba tan irritado que literalmente podría golpear a cualquier persona que se le topase en frente. Sabía que debía contenerse, que no era bueno que dejara salir su lado más violento, pero era imposible mantenerse apacible cuando de una forma u otra aquella situación le jodía bastante el ánimo. No debería —se recuerda—, pero de igual forma lo hace, ¿por qué? Bueno, el motivo era uno que su subconsciente ya sabía, pero que su mente y alocado corazón no querían terminar de aceptar.

Concluyó su desplazamiento frente a la puerta del despacho del actual Hokage; Hatake Kakashi. Sin usar los modales que su madre se esforzó por meterle a punta de escobazos, Inuzuka Kiba abrió sin más la pesada puerta del líder de la aldea sin anunciarse ante él.

—Bah, es Kakashi— se justificó.

Entro laxamente, con sus ojos parduscos luciendo desinteresados y con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón. Estuvo a punto de soltarle un bostezo en la cara a Kakashi cómo muestra de su disgusto al ser llamado para una misión cuando apenas ayer había terminado una, pero la silueta de cierta persona que también ocupaba la habitación hizo que detuviera todos sus pasos y se quedara bastante alejado del escritorio del Hokage.

Vaya, hasta el sueño se le fue.

—Kiba —el hombre de cabellos platinados sonrió tras su máscara, saludando al castaño con su mano alzada y con un aire jovial rodeándolo —. ¡Gracias por venir!

Kiba hizo una mueca de disgusto e involuntariamente dio un paso hacia atrás.

—¿Qué mierda le pasa? —preguntó extrañado y en voz baja, más para sí mismo que para otra persona. Su duda fue resuelta por la mujer que estaba frente a él. Ella aún le daba la espada.

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