1 mentira 100 consecuencias

Capítulo 1

Hola, soy Lea y tengo 17 años, si estás leyendo este diario es porque algo ha salido mal. Has entrado en su juego y ya no hay marcha atrás aquí empiezan las 100 consecuencias de tu mentira.

Me desperté agitada, miré al reloj y me di cuenta de la hora que era, las cuatro de la mañana, la misma hora a la que me desperté la anterior noche y la anterior y la anterior y así hasta hace cerca de un mes. Curiosamente siempre me despertaba la misma pesadilla, era sobre mamá, se aparecía en mi habitación y recreaba una y otra vez la forma en la que se quitó la vida aquel día de octubre, nunca llegó a despedirse, quizás es eso lo que me atormenta día y noche o quizás que no le conté el hecho de que lo que le ocurrió con Isaac no fue un accidente. La verdad de todo eso es que yo maté a Isaac.

En el mismo instante en el que recordé la muerte de Isaac, las palabras de aquel policía rubio me vienen a la cabeza, volví a sentir el miedo correr por mis venas, la verdad de lo sucedido serpenteando por mi lengua ansiosa por salir y revelar la verdad cosa que a día de hoy sigo sin tener el valor de hacer.

-Hey pequeña, ¿Cómo te llamas? ¿Te encuentras bien? ¿Podrías decirme que le ha pasado a tu amigo? – preguntó el policía.

-Yo yo – algo en mi interior me dijo que no lo hiciera, que contara la verdad o me arrepentiría toda mi vida- Yo no lo sé ,se ha caído, creo, no lo sé, estábamos jugando y cayó- Bravo Lea, acabas de joderte la vida

Se me inundaron los ojos de lágrimas, estaba consciente cuando lo hice, solo tenía siete años pero aun así sentí satisfacción al golpear a Isaac en la cabeza, para instantes después arrojar a mi hermano mayor al otro lado del precipicio. Que no os engañe mi remordimiento adolescente, no sentí culpa alguna en el momento del asesinato. La sentí diez años después sentada en el borde de mi cama suplicando para que el suicidio de mi madre dejase de aparecer en mis sueños noche tras noche. La niña buena, la pequeña Lea de pelo cobrizo y ojos café, la dulce criatura que causó más caos en su corta vida que la propia muerte en sus años de legado.