Una pesadilla diaria
Desperté agitada, con dolores musculares que no eran normales.
—Otra vez ese puto sueño... —me faltaba el oxígeno.
Estaba vestida con mi uniforme escolar. Pero nunca duermo con este, suelo dejarlo en el armario. Además, era domingo.
[...]
Domingo por la noche
—Vamos... sólo es un pequeño salto de nada... Sólo esto y ya podré dejar todo atrás, ya no molestaré a nadie... Ya no seré una carga más, una inútil buena para nada... —dije sintiendo la suave y fría brisa que venía hacia mi— Sólo... ¡SÓLO ES UN PUTO SALTO! ¡¡¿POR QUÉ MIERDAS ME CUESTA TANTO?!!
Retrocedí... No pude hacerlo y bajé con mucho cuidado del estrecho lugar del puente. Me sentí como una puta mierda, ni siquiera eso podía hacer bien... ¿Por qué no pude? Aún no encuentro una respuesta a esa pregunta... Tal vez ¿miedo? Supongo que es natural tenerlo, está en nuestro instinto de supervivencia pero no creo que haya sido eso... A decir verdad, pienso que aún no era mi momento, que tenía que vivir más en esta asquerosa sociedad.
—No... No quiero volver con él —recordé el rostro de ese hombre, mi padre— No... ¡MIERDA NO! ¡¡NO QUIERO ESTAR MÁS CON ÉL!! —agarré mi pecho, comenzaba a doler. Caí al suelo y empecé a llorar— N...No.
[...]
−A la mañana siguiente−
Me desperté dos horas antes, eran las cinco de la mañana. Tengo insomnio y las pocas veces que puedo dormir son aproximadamente tres horas exactas, pasadas esas tres horas me despierto muy agitada, llena de sudor y con el cuerpo adolorido.
Volví a llorar en silencio en la ducha intentando hacer el mínimo ruido posible. El agua ocultaba perfectamente las gruesas gotas que salían de mis ojos.
—Espero no se despierte, es lo único que pediré —pensé. Salí de la ducha y agarré con firmeza mi toalla para así secarme.
No había lavado mi cabello, aún no tocaba.
Directamente fui a mi habitación y lo primero que hice fue vestirme lo más rápido posible. Me puse unas medias negras después me puse el respectivo y obligatorio uniforme de mi colegio.
Salí de mi "hogar". Aunque yo no lo llamaría así, nadie en su sano juicio lo haría.
Me dirigí hacía una tienda cercana. Era algo que hacía casi todas las mañanas.
—Hoy también podré "desayunar" tranquila —bajé un poco más la manga de mi camisa así ocultando unos moretones— Vamos allá... ¡Hola, buenos días! —fingí la sonrisa como ya era habitual en mí.
—Hola, buenos días. ¿Quieres lo de siempre? —me preguntó sacando dos croissants a lo que asentí— El café estará pronto. Y dime, ¿cómo es posible que una chica de tu edad pueda madrugar todos los días? —dijo mientras preparaba el café estando espaldas a mí.
—Ah ja, ja, ja. Pues no estoy del todo segura, pero pienso que es mejor aprovechar todo el día —bajé un poco la mirada.
—Me alegra saber que hoy en día todavía haya chicas como tú. Me hace recordar a mi juventud —suspiró y junto sus dos manos.
Ya listo todo me fui de aquel local y fui a un banco a desayunar. Tras terminar tiré el envase a una basura y me dispuse a ir a un parque. En este me encontré a muchas personas, mayormente mayores, ya adultas, pero me llamó la atención ver a un chico peli negro haciendo ejercicio.
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Historias Cortas
Short StoryHistorias que se me vienen a la cabeza y me da pereza de desarrollar. ADVERTENCIA: Puede contener algún que otro spoiler de historias en curso.