Capítulo 30: Enfermedades

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Temía intentar nuevos procedimientos porque pensaba que ninguno funcionaría

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Temía intentar nuevos procedimientos porque pensaba que ninguno funcionaría. Eso creía hasta la semana pasada cuando la doctora Carter dio luz verde para incrementar el tratamiento y así proceder con el trasplante de médula ósea, el cual podría asegurarme una vida libre de cáncer. O al menos, eso es lo que espera.

Una vez se completen las dos semanas requeridas para que mi médula ósea se destruya por completo, las nuevas células de alguien sano se trasplantarán a mí. Es preferible que los donadores sean mi familia, pero dado que solo comparto lazos sanguíneos con papá, Kristal y Asher se someterán a pruebas para determinar si pueden o no ser mis donadores.

Estoy segura que Reese y Summer también lo harán cuando se los comente. Aunque temo que ninguno sea compatible conmigo. Podrían incluirme en la lista de espera, lo cual sería una opción de alto riesgo, ya que se debe proceder con el trasplante lo más pronto posible. Aun así, no pierdo las esperanzas.

Creo que no había estado tan feliz en mi vida. Al final las cosas parecen mejorar.

Lástima que no pueda decir lo mismo de Dean. Así como yo he pasado de poder moverme a sentirme débil todo el tiempo, él ha sido el martirio de Helen. Mejora, pero a la vez no. Su quimioterapia es dura con él, ha perdido una cantidad enorme de peso desde que la comenzó, su cabello marrón que apenas estaba creciendo ha vuelto a caerse y su mirada despreocupada por la vida ahora luce vacía. Me duele verlo así y temo que su tratamiento termine con él antes que la enfermedad.

Así yo no sea el rayo de luz que él está acostumbrado a ver, trato de animarlo. Aunque de las dos ocasiones que fui a su habitación para leerle un libro, me quedé dormida. La fatiga me gana.

—Dulce, ¿me estás escuchando?

Giro la cabeza, desorientada.

—Perdona, ¿qué decías?

Niega con la cabeza, divertido.

—Dije que Summer me pidió traerte esto.

Me entrega un álbum rosa cubierto con pegatinas de corazones. Sonrío al verlo.

—Es justo lo que estaba esperando.

Abro el álbum y descubro las fotos que la rubia prometió enviarme. Me comentó que estuvo recopilando fotografías para que pudiera decorar mi habitación de hospital. Dice que no le gustan las paredes blancas y aburridas, lo cual es irónico porque a la rubia le gusta vestir de blanco.

Dentro hay fotos del cielo tomadas a diferentes horas del día. También hay fotos del lago, los árboles cubiertos de nieve, de mi cachorro que no he visto en días; incluso hay una de Asher patinando en la pista de la escuela. Debió de ir a verlo a alguna de sus prácticas.

Reese se acerca a mí.

—Summer se lució —expresa, paseando su vista por las fotografías.

Mi último deseo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora