°018°

296 39 56
                                    

POVS/NARRADORA:

Hoy, llegue a casa gritando: "¡Mira mamá, el catálogo del vest...!" y casi mato del susto a un hombre que estaba sentado en la sala. En realidad, casi nos matamos mutuamente, porque yo también quedé paralizada cuando se levantó de un salto y volteo a verme. Era mi padre. Mi madre salió volando de la cocina con la tapa de una olla en la mano. Nos quedamos los tres inmóviles. Yo no dejaba de verlo ni el a mi. Mi mamá nos miraba a ambos. No se cuanto rato pasó hasta que mi madre dijo: 

--____, tu padre...

Ya lo sabia. Se parecía tanto a mi o al revés. No sabia que decir y el tampoco. Deje el bolso y la revista sobre el sofá.

--Hola, ____- dijo al fin y se movió sin saber si debía acercarse a darme la mano, un beso o un abrazo. Se quedó parado y agacho la cabeza. Sentí lástima por él. No quise ponerlo más incómodo de lo que ya estaba.

--Voy al baño, ya regreso – dije recogiendo el bolso. Me lave las manos hasta que se arrugaron los dedos. No sabía qué hacer. No sabía qué decir. Solo sabía que sentía mucha pena por él, pero no quería llorar. Mi madre toco la puerta y preguntó si estaba bien. "Si, ma, ahora voy".

Cuando salí, mi madre estaba sentada a su lado revisando unos papeles. Trate de actuar con naturalidad. Me senté al frente y empecé a hojear el catálogo de vestidos que me había prestado Alicia. Debía elegir uno para la fiesta de Patricio.

--¿Querías mostrarme algo, mi amor? -dijo mi mama.

--Sí, esta revista. Tengo que escoger un vestido.

--¿Tienes una fiesta? -preguntó mi padre.

--Sí. En unas semanas. Pero no es mi fiesta de promoción. Todavía no estoy en quinto.

--Lo sé -dijo él-. Estás en cuarto año.

--Sí.

--¿Te va bien en el colegio?

--Sí....bueno, he tenido algunos problemas con Geografía, pero ya estoy mejorando.

--Que bueno.

Y otro silencio incomodo que mi madre se encargó de llenar:

--Tu tia Virginia está en camino. Vendrá a almorzar con nosotras.... nosotros.

--¡Que bueno! -dije sin poder ocultar que me aliviaba la noticia.

--¿Te quedas a comer? -le pregunto mi madre.

--No quiero molestar, Maria Emilia, pero gracias -le respondió sonriendo un poco.

Maria Emilia. Nadie llama a mi madre Maria Emilia. Todos le dicen Mae.

--No es molestia. Además, tenemos que esperar al abogado.

--Esta bien, gracias.

Mi tia Virginia llegó y ella si lo abrazo. Lo abrazo muy fuerte y se dijeron algunas cosas que no pude escuchar. Luego de eso, creo que mi papá se sintió mejor y yo también. Mi tia es un ángel. Por donde pasa, compone cosas.

Luego nos sentamos a almorzar. Hablamos o mejor dicho hablaron de todo menos de lo que a mi me interesaba saber. Ni modo que en ese momento alguien hubiese preguntado: "¿Y que tenías en la cabeza cuando abandonaste a tu esposa y a tu hija hace 11 años?". Estuve en silencio observando disimuladamente. Veía sus manos, la forma como movía los cubiertos. Parecia que habia llevado un curso de etiqueta con el príncipe Carlos. Sus ojos almendrados y las pestañas enormes igual a las mías, la barba recortada perfecta, los puños de la camisa impecables con los brochecitos plateados. Había perdido cabello, pero el que le quedaba lo llevaba bien. ¿Que edad tendria ahora? Estaba tratando de calcular cuando cruzamos miradas y una flor de brócoli se me cayó del plato.

𝐄𝐧𝐫𝐞𝐝𝐚𝐝𝐚| 𝐀𝐢𝐝𝐚𝐧 𝐆𝐚𝐥𝐥𝐚𝐠𝐡𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora