Día 1
Competencia
Relación falsa (AU)
"¿Qué haces aquí a las cuatro de la mañana?"
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Ante su creciente popularidad como ship de su facultad, Kongpob y Arthit deciden jugar un poco y fingir una relación de noviazgo. Sin embargo, su juego tiene una pequeña regla: el que se enamora, pierde. Es decir, que "el perdedor será un tonto... un tonto enamorado".
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—Anda, Arthit, solo un poco más.
Las risas del joven universitario resuenan por el comedor lleno de gente. Hay algunas cabezas que se giran en su dirección para ver al par de amigos interactuando en una de las mesas más al centro de todo el sitio. Uno de ellos se encuentra con su cubierto en alto, invitando al otro a tomar un bocado de la comida que ha tomado de su plato. Pero este último niega suavemente, con un intenso tono rojo pintándole las mejillas.
—No, Kong, basta... Todos nos están mirando —replica Arthit con un ligero tono molesto, intentando alejarse de su amigo para alcanzar su bebida y darle un sorbo, en espera de que eso ayude a bajar su sonrojo.
El susodicho vuelve a reír, pero insiste. Insiste tanto que Arthit termina cediendo con un ceño fruncido. Luego suspira, algo molesto.
—Pero, osito, le prometí a tu madre que cuidaría de ti —dice Kong, tomando más comida con su cubierto para llevarla a la boca de Arthit. —Sabes que no podría defraudarla.
A pesar de sus intentos, esas próximas palabras de Kong provocan que un sonrojo más intenso se apoderara del rostro de Arthit. Aprieta los labios y baja la mirada. No quiere que lo vean en ese estado.
A algunos metros de distancia, oye las risitas ahogadas de sus compañeros, así como también uno que otro chillido emocionado de sus fanáticas ahí en la universidad.
—Kong, ya te dije que... que no me llames así —le regaña, ahora un poco más severo. Le mira desde entre los mechones de cabello que le caen sobre la frente y que en ese momento le ayudan un poco a esconderse de las miradas curiosas de los demás. —Y mi madre lo dijo hace dos años, cuando estábamos en primero —como puede, le manda una mirada asesina. No entiende por qué Kong sigue colgándose de aquello para seguir pegado a él como una chinche, aunque no es como si le molestara.
—Bueno, para haber sido hace dos años, entonces lo estaré haciendo muy bien. Mira lo bien que estás bajo mi cuidado —sigue con una sonrisita altanera que hace a Arthit poner los ojos en blanco.
—Estás loco. Todo lo que has provocado es que todos en la universidad piensen que estamos juntos —habiéndose recuperado un poco de su sonrojo, vuelve a tomar su bebida para darle otro trago. —Seguro ya se están imaginando otra historia en la que nos besamos detrás de las gradas o...
—¿Y por qué habrían de imaginársela? —interrumpe Kong, dejando al fin su cuchara de regreso en el plato.
—¿Eh?
Arthit lo está mirando confundido y Kong no hace más que reír. Después mira a su alrededor, comprobando así que, en efecto, hay algunas chicas viendo en su dirección mientras cuchichean y miran algo en las pantallas de sus celulares.
—Apuesto que algún día les aburrirán tantas historias imaginarias, así que ¿por qué mejor no les damos algo real?
Incluso más confundido que antes, Arthit alza una ceja hacia su amigo. Parpadea un par de veces. Kong de verdad se ha vuelto loco.
—¿Qué rayos estás diciendo? ¿Quieres fingir para ellas? —hace una mueca. La idea le suena demasiado fuera de lugar. —¿Por qué hacer eso si...? Digo, no es como si nosotros estuviéramos en...
Hay una breve pausa entre el par de amigos, en la que Arthit se sumerge en los brillantes y oscuros ojos de Kong. Aún está esperando a que este le diga que es broma, aunque en el fondo no está muy seguro.
—¿Qué te parece si...? ¿Lo hacemos como un juego? —propone Kong.
—¿Un juego?
—Sí... Con todo y reglas, quizás algo como que... el perdedor es un tonto.
—¿En serio? Kong, no somos niños, por favor —pone los ojos en blanco y bufa.
—En ese caso... el que se enamore, pierde —se le ocurre a Kong, encogiéndose de hombros. Había escuchado una premisa similar en una de esas comedias románticas que ven sus hermanas. —Sólo no te enamores de mí y saldrás victorioso.
—Bah —es el turno de Arthit para reír— eso es pan comido. ¿Quién podría enamorarse de ti? Eres insoportable —le saca la lengua y mira alrededor, también a las chicas que no les sacan la vista de encima. —Más bien, tú no te enamores de mí. Entiendo que soy un gran partido tanto para los chicos como para las chicas —le muestra un poco su perfil antes de soltar otra risa. —De acuerdo. Juguemos.
Arthit estira el brazo por sobre la mesa, ofreciendo su mano para que Kong la tome y puedan cerrar el trato. Este se la queda mirando un momento, incrédulo, aunque después la toma con la suya y, decidido, le da un firme apretón.
Porque hay un par de cosas de las que Kongpob está seguro y una de ellas es de que en este juego, él no saldrá perdedor.
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15 días después...
Un ruido sospechoso a la mitad de la noche hace a Kong sentarse de golpe en la cama. Agudiza su oído y mira adormilado la oscuridad que inunda su dormitorio, comprobando entonces que la única luz que entra es la de la luna entre sus cortinas y el único ruido es el tic tac de su reloj sobre su mesita de noche.
Se vuelve a acostar pensando que quizás escuchó mal, que a lo mejor fue sólo un sueño, pero momentos atrás pudo haber jurado que alguien intentó abrir su puerta. Está a punto de dormirse de nuevo, pero el mismo ruido le hace darse la vuelta y ver hacia el pequeño pasillo de entrada. Ahora no tiene ninguna duda, hay alguien intentando abrir su puerta.
Así que se levanta, en estado de alerta. Toma el objeto más cercano que tiene a su alcance y camina con cautela hacia su puerta. Está a dos pasos de distancia cuando esta se abre, revelando una familiar silueta que ciertamente no habría esperado ver la madrugada de un lunes, acechando los alrededores de su dormitorio universitario. O quién sabe, a lo mejor y sí.
—¿Arthit? —balbucea, con una ceja en alto al igual que el libro en sus manos. Ahora se da cuenta de que es el gran libro de cálculo que lo torturó hace dos semestres y del cual sin duda alguna habría sido doloroso recibir un golpe. —¿Qué haces aquí a las cuatro de la mañana?
De pie frente a él, su amigo lo mira con los ojos bien abiertos. En ellos, hay un brillo de algo que Kong no atina en identificar... y eso le emociona un poco.
Piensa que, a quince días de comenzado su juego de coqueterías y ligoteos, definitivamente él pudo haber ganado más que un juego de niños. Lo comprueba cuando, luego de un profundo suspiro, Arthit avanza un paso más y le da un gran beso en los labios.
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Semana KongArt 2021
FanfictionColección de historias cortas pertenecientes a la semana KongArt 2021. Por StSassa