Bienvenido, Xiao

623 107 26
                                    

Se había convertido en un fantasma.

Podría ser llamado «Guardián Yaksha» o «Rey de Alas Doradas», títulos poderosos en el imaginario colectivo de las personas en Liyue, pero no eran más que eso: títulos. En la realidad, nadie pensaba en él con regularidad, no era imprescindible en la vida diaria de aquellas personas.

No era más que un personaje en algunas obras de ficción creadas por los humanos.

Su nombre era conocido; él, en cambio, no.

Ciertamente no era un problema que carcomiera sus entrañas. Era como el viento; presente en todos lados, notorio cuando el vendaval era tan fuerte que deshacía el peinado y levantaba las hojas yacidas en la hierba. Xiao estaba tranquilo con esa vida, con esa lejanía que mantenía de las personas que protegía.

Ser ajeno al mundo le daba cierta sensación de seguridad, porque aunque su misión era proteger a Liyue y sus habitantes, no deseaba, por ningún medio, ser necesitado por ellos. Si un día su contrato llegaba a su fin, si un día cesaba su respirar, entonces...

Todo permanecería tal cual.

Eso fue lo que profesó en la vida que le fue dada gracias a Rex Lapis, al menos hasta el día en el que conoció a Aether.

Desde ese momento el viajero se hospedaba con frecuencia en la Posada Wangshu, ayudando a Yanxiao en la cocina o aceptando los encargos de Verr Goldet para eliminar algún que otro grupo de hilichurl que asediaban los alrededores.

De vez en cuando el viajero salía en mitad de la noche sin su compañera voladora y se dedicaba a contemplar el firmamento estrellado.

—Siempre hay un lugar para ti en las estrellas —comentó una vez que Xiao le preguntó qué hacía. La mirada nostálgica tentaba al adeptus a posar su mano en su hombro, pues parecía estar a punto de llorar—. Mi hermana me lo dijo, que las estrellas guiaban el camino. Ahora, en Teyvat, las estrellas no son las mismas que conocía.

Consolar no era, ni de lejos, el fuerte de Xiao. Todo lo que pudo hacer fue permanecer a su lado, en silencio, pensando en el tinte melancólico de las palabras de Aether.

—El camino no siempre puede ser el mismo. Las estrellas han cambiado, pero su función permanece, aún guardan un lugar para ti y tu hermana.

Xiao sintió un pequeño calor en su corazón al ver como el viajero sonreía y recobraba la actitud. Era la verdadera naturaleza de Aether, jamás podría permitir que su espíritu se viera ahogado.

Por primera vez se sintió confundido.

Ni siquiera la muerte de Rex Lapis lo había descolocado de la manera en la que Aether y, sobre todo, lo que impulsaba a Xiao a hacer por su bien.

Se encontró a sí mismo prestando su atención al viajero que recorría el continente de arriba a abajo en busca de su hermana. Lo vio enfrentando peligros para las personas normales, pero Aether los sorteaba con gran habilidad, algunas veces siendo acompañado por diferentes hombres y mujeres.

Otra noche fue él quien tuvo la iniciativa.

—Si me necesitas, llama mi nombre.

Aether se vio sorprendido por la iniciativa de Xiao recordándole las palabras que había dicho en el Rito de las Linternas. Se rió suavemente y asintió.

—Sí, lo haré.

—Bien. Debía asegurar que no lo hubieras olvidado —desvió la mirada, volviendo a la expresión distante que solía tener. No podía demostrar su alivio por ser recordado.

—Oh, no. Es solo que no me gustaría interferir con tu trabajo.

—Mientras permanezcas en Liyue, eres parte de las personas que debo proteger. No interferirías en nada.

Bienvenido [XiaoAether]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora