Capítulo 4

148 22 239
                                    

La nueva

Anastasia

—¿Ustedes vendrán? —inquiero por décima vez, moviéndome por el living con la mirada de Jenna y Scott sobre mí.

—Sí. Cálmate un poco, Annie.

Me detengo, frunciendo levemente el ceño en dirección a Jenna.

—¡¿Qué me calme?! —Scott reprime la risa y ahora lo miro a él—. Voy a trabajar para el idiota de tu amigo, ¿cómo quieren que me calme?

—Tampoco es tan malo.

—Sí es malo.

—No hablo de él, hablo de trabajar para él —aclara, tranquilo.

Me dejo caer en el sofá frente a ellos, esperando a que continúe.

—Damien tiene una mente brillante.

—Y es exasperante.

—Y es un gran líder.

—Para su beneficio.

—Es un increíble estratega.

—Trabajar para él es como trabajar en una estúpida monarquía. Lo que Damien dice es lo que se hace, si Damien no lo aprueba no se puede hacer, no se puede refutar, no puedes opinar sin su permiso. No puedes hacer nada sin que él lo autorice.

Jenna nos mira, divertida. Es como si estuviera en un partido de tenis.

—Eso no es así si le agradas.

Pongo los ojos en blanco y casi suelto una risa irónica.

—Nadie le agrada, Scott —puntualizo—, solo se agrada él mismo.

—Vamos, Annie, ¿no puedes ver el lado positivo de trabajar con él?

—¿Lado positivo? Con Damien nunca hay lado positivo.

—Bueno, al menos has el intento, cariño —interviene Jen—. O lo que has ocultado a Chad por dos años lo va a saber en un día.

Suspiro. Tiene razón.

—Tienes razón —admito—. Nos vemos mañana.

Dejan que me vaya a mi habitación donde dejo de darle tantas vueltas al asunto y me concentro en que solo debo hacer mi trabajo. Si lo hago me mantendré al margen de problemas. Y de él. Al igual es lo mismo.

No Damien es igual a no problemas.

◇◇◇

Tarareo una canción junto con Jenna mientras Scott conduce, divertido.

Admito que estoy de mucho mejor humor que ayer y eso es bastante bueno ya que mi actitud para comenzar a trabajar en lo que sea que vaya hacer en FAIF es positiva. Nada más espero que nadie lo arruine. Aunque solo hay una persona que puede hacerlo y no dejaré que lo haga.

Chad me envía un mensaje para avisarme que acaba de llegar a la empresa y me alegra ver que nosotros llegaremos justo a tiempo.

No quiero regaños en mi primer día de trabajo.

Los tres bajamos del auto y vamos directo a la sala de juntas, donde nos está esperando el jefe. Por fortuna solo está Chad (a quien saludo con un pequeño beso en los labios) y a su lado, está una chica de cabello cobrizo.

—Ella es Lindsay Redfort, la secretaria de Damien —me informa Scott—. Lizzie, ella es Anastasia Beckham, la persona que trasladaron de la empresa de armas de California. Y supongo que ya conoces a Chad Callahan, ¿no?

Secretos y mentiras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora