🪶CAPÍTULO 20: La muerte del alfa🪶

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El dolor invadió su cuerpo, despertándola. Se retorció en la cama, ante el intenso dolor en su abdomen.

Cuando el dolor ceso, se sentó en la cama, miro todo a su alrededor cautelosamente, percatándose de una cámara en una de las esquinas de la habitación. Ante el sonido de agudo, miro hacia la puerta, encontrándose con un hombre que avanzaba en su dirección. Se arrinconó contra la pared, temiendo de él.

El ser saco de su bolsillo lo que parecía una jeringa de metal e introdujo el líquido oscuro tan rápidamente a Calix que esta ni siquiera tuvo la oportunidad de detenerlo.

En un instante cayó en la inconsciencia. El sujeto la tomo entre sus brazos, y avanzo a la puerta, en donde lo esperaba Mabe.

—Esperemos que esto salgo bien —murmura— llévala al cuarto de vigilancia —ordena.

🪶🪶🪶

Mientras José curaba el cuello de Yolanda, todos miraban a los guardianes sobrevivientes, quienes estaban perdidas en sus pensamientos. Parecían como si no estuvieran en ese momento en aquel lugar, sino en otro muy lejano, uno en el cual nadie las podía alcanzar, y todos querían estar.

—¿Qué ha pasado? —pregunta Marcí, entrando a la habitación.

—Tenebris —murmuro Yolanda.

Por fin, su mirada no parecía pérdida, pero sus ojos verde esmeralda, radiaban odio, un odio que desapareció cuando cruzo mirada con Anyi, quien iba entrando a la habitación, con una mancha de sangre en su blusa y manos.

Anyi se acercó rápidamente a la Yolanda, ignorando a todos en la sala.

—¿Estás bien? —murmuro sin aire.

Esteban miró curioso a Anyi, la preocupación que expresaba en su cara mostraba que eran importantes para ella, era como si escondieran un secreto, si no ¿por qué una guardiana del bosque se mostraría tan aliviada cuando vio a Anyi?, ellas no se relacionaban con brujos, al menos que hubiera algo importante entre ellos. Así eran las reglas de los guardianes del bosque, no convivían con nadie si no era que tenían un secreto en común o deuda. Al bajar su vista noto que su blusa estaba manchada con algún líquido rojo.

—¿Fue muy doloroso? —pregunta, tomando sus manos.

Anyi no fue capaz de responder aquello, porque realmente lo fue, pero si le decía eso a Yolanda, se lamentaría por no aliviar el dolor de Brindy.

—Lo fue —aseguró Yolanda ante su silencio, soltando sus manos.

Todos miraban aquella conversación confundidos.

—Buscaban aquello, ¿verdad? —pregunta, temerosa a su repuesta. Asintió.

—Brindy se negó a darle la ubicación, y él la mato.

En ese momento Anyi volvió a escuchar un susurro, pero más claramente ‹‹ellos lo han logrado, la guerra ha empezado›› Un escalofrío recorrió todo su cuerpo, después su vista se nubló y cayó al suelo, Esteban se acercó a ella. Al ver que de su pecho brotaba sangre.

—¿Qué le pasa? —preguntó a la Yolanda, alarmado.

—Tranquilos, no es su sangre —expuso, al notar el miedo de los presentes en la habitación.

Max se llevó las manos a la nariz cuando un olor nauseabundo que provenía de Anyi inundo el cuarto, miro la escena mientras todos parecían asustados. Yolanda lo miro, dándose cuenta de que él ya sabía de quién era aquella sangre, solo una sangre le provocaría tanto asco y mal olor a un vampiro. Max dejó viajar su mirada de Anyi a Yolanda, haciendo que esta apartara su vista.

Mi Secreto: Entre Luz y Tinieblas. (Libro III) ⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora