*Max
He hecho muchas cosas que para la mayoría solo serían meras fantasías: Detuve un robo de joyas en Venezuela hace un año, sobreviví a un encuentro con un descendiente del legendario Musashi, dirigí el rescate de casi doscientas personas secuestradas por los Oscuros. Esto no debería ser nada para mí, entonces ¿Por qué diablos no puedo dejar de temblar? Cuando entramos al elevador y las puertas se cerraron Daniela me preguntó algo que sin duda no esperaba:
- ¿Te importa si vamos a tu cuarto? – Preguntó y estoy seguro de que estuve a punto de incendiarme.
- ¿Disculpa?
- ¿Podemos ir a tu cuarto? Es que el mío es un desastre – Explicó y me di cuenta de que también estaba ligeramente sonrojada,
- Claro... no hay problema – Dije tartamudeando.
- ¿A dónde se fue toda esa seguridad? – Me preguntó de forma sarcástica y me puse más rojo que antes, si es que eso es posible – Tranquilo Max, no voy a matarte.
- Lo sé, pero...
- También estoy nerviosa – Admitió justo cuando las puertas del ascensor se abrieron.
Fuimos a mi cuarto entramos, eso fue lo fácil, lo difícil fue cerrar la puerta con mis manos temblando como un perro chihuahua mojado en un día de frío. Cuando finalmente cerré la puerta vi que Daniel me estaba mirando con una sonrisa de diversión en su rostro:
- ¿Te estás riendo de mí? – Le pregunté ofendido.
- ¿Qué va? – Contestó ella para después echarse a reír de verdad – Escucha Max: Yo no soy virgen. Dejé de serlo cuando tenía diez años – Escuchar eso me estremeció, debió ser horrible estar en un lugar como ese por tres años – El hombre que me quitó la inocencia ni siquiera se molestó en tener cuidado, me dolió mucho y cuando salí de ahí me negué a tener novio porque no quería volver a estar con otro chico nunca más.
- ¿Entonces por qué...?
- Porque tú eres diferente – Dijo para después acercarse a mí – Sé que apenas nos conocemos, pero hay algo que me dice que debo estar contigo, que tú no me harás daño – Y no se equivoca, nunca le haría daño – Tal vez sea porque nuestros antepasados sí llegaron a sentir algo entre ellos, pero fue el loco de mi ancestro quien lo echó todo por el caño. Tal vez ese sentimiento haya pasado de generación en generación en nuestras diferentes vidas.
- Tal vez – Dije – ¿Sabes? No me esperaba que fueras una romántica incurable.
- ¿Cómo me imaginabas entonces? – Preguntó de forma sarcástica.
- Como toda una amazona guerrera – Le dije y ella se sorprendió un poco – La verdad es que eres muy fuerte y ruda por ti misma, no necesitas a nadie para sobresalir, honestamente tengo algo de envidia.
- Gracias – Dijo mientras miraba al suelo avergonzada, la verdad es que se veía bastante tierna – Max, esta es la primera vez que hago esto y que estoy de acuerdo con hacerlo y la verdad es que no he estado con un chico en tres años.
- Tranquila – Le dije mientras le tomaba la mejilla – Yo tampoco hice esto antes, seré gentil.
- Gracias – Y dicho eso nos besamos.
Mientras estábamos juntos me sentía en el cielo, no quería dejarla ir y ella tampoco quería dejarme. Poco a poco la fui llevando a la cama mientras pasaba mis manos por su espalda. Ella se sentó en la cama y ahí nos separamos un momento. Se fue arrastrando hasta la cabecera conmigo gustoso de seguirla. Cuando finalmente la acorralé volvimos a besarnos, mientras lo hacíamos llevé mis manos al nudo del sujetador de su bikini y lo deshice para después quitarle la prenda.
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Libro 4 | Saga Elementos | Tierra: El Hijo del Golem
FantasiaArribando a la ciudad de Marsella en Francia, Max deberá encontrar a la Elemental de Agua y cumplir su misión de llevarla al templo. Sin embargo, nada saldrá como estaba previsto y se verá obligado a desentrañar los planes de los Oscuros y detenerlo...