Alma Desnuda

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El frío a mi alrededor se hizo presente el fuerte y grave sonido de los truenos retumbaba sobre mi cabeza, las gotas de lluvia que traspasaban mi ventana caen con un sonido hueco contra la corredera de esta, mientras aquellas que se quedaban sin poder entrar a mi morada, se deslizaban lentamente por el vidrio de la misma ventana, la oscuridad era destruida por los rayos que se hacían presente en un intervalo de tiempo pequeño.

Es como si el cielo respondiera a todas mis súplicas, como si susurrara un no estás solo, mis desgracias se acumulaban en mi ser ahogándome lentamente, hasta que otro estallido se hace presente en el cielo… Un trueno…

<<No puedo seguir de esta forma; no, no debes estar así Miguel digo una y otra vez mientras sigo llorando, están cayendo lentamente mis lagrimas empapando mis mejillas, como si lloviera dentro de mí.

¿Qué has estado haciendo?

Demasiado llevo sin verte… Esas palabras han salido de mi boca y solo siento un anhelo, un vacío inmenso y… mi atención… ¿A dónde va?

Oh, es Emmanuel… Escucho su voz a lo lejos. Ven cuando quieras a mí, ven si es que quieres hablarme… Eso canta y perfectamente queda con la melancolía creciente en mi… Ya no puedo más, ya no puedo más… mi voz está quebrada y hasta en mi mente resuena de esa manera.

Necesito escapar, necesito salir, por favor, déjame salir. Pero internamente me estoy volviendo a burlar… ¿Escapar? ¿Salir? Eso hace mucho tiempo que dejó de ser una opción.

Pero si tan solo pudiéramos hablar otra vez, aunque yo pienso que todo se habló, ya nada puede cambiarse.

No puedo remediar lo irremediable, por más que he tratado, por más que lo he anhelado, nada funciona dentro de mí… Y de nuevo, en una noche como esta, que pareciera que el mismo Dios trató de tranquilizarme con el sonido de la lluvia, solo logró que una fuerza carcomiera dentro de mí… Tal vez debería hablar nuevamente…

Sí, tal vez deberías hacerlo Miguel…
No, no lo hagas.
Sí, lo haré debo hacerlo.

Que no quede por mí, estoy dispuesto a escucharte. Me alienta como una suave brisa que rodea mi cuerpo tratando de protegerme de ese frío de esta habitación tan vacía, la opresión de mi pecho ahora siente cierto calor por cómo va disminuyendo… aunque debiera negarte el favor, por todo lo que me engañaste…

Maldición… ¡Esa maldita culpa, esa maldita desgracia, ese maldito ser! Resiste, Miguel. No, no lo hagas. ¡Resiste, Miguel! Por más que me contrapongo hacia esta voz que susurra en mi oído, que largo tiempo lleva ahí, siento como si a esta voz le crecieran largos, delgados y fríos dedos con los cuales aprisiona mis brazos apretándolos con suavidad, pero de advertencia.

Su presencia oscura, por más que trato...
Por más que has tratado, Miguel. No te soltarás…

Pero ven con el alma desnuda, con la pura verdad en los labios... Si tan solo me resultara así de fácil, mi alma no ha estado desnuda desde hace un largo tiempo, aquel ser tan oscuro como el abismo lo ha llenado agotando cualquier luz que pudiera surgir del vacío calmo de mi alma…

Aquella tercera o segunda voz, ya ni sé, apareció un día en mi cabeza y ya nunca se fue… Tanta presencia ha tomado, que no me puedo soltar, me carcome por dentro… Me agota con el paso del tiempo, ya muchas veces traté de callarla y soltarme de ella, pero solo se aferra más a mí…

Ni siquiera el psicólogo, el terapeuta me han dado un auxilio, solo pareciera como si esa miserable voz se hiciera cada vez más ronca ante el poder que toma sobre mí.

Suéltate, suéltate… Digo, pero no respondo…

La verdad está en mis labios, ya he hablado tanto conmigo, me he dicho una y mil veces que ya es hora de soltarme…

Pero el miedo me sigue aprisionando… ¿y si pasa algo malo? ¿Seré capaz de superarlo?

No lo creo. Sí, créelo. No lo sé.

Ya nada puede cambiarse… no podré librarme… ¡Mi alma estará por siempre llena de ese ser que sólo me ha llevado a alejarme de todos!, a sufrir como en estos momentos, a la soledad, al cansancio hasta por vivir…

No he podido librarme de él.

Mi psicólogo me ha dicho que esto suele llamarse ansiedad… Que este ser maligno, este abismo es la ansiedad, incluso la depresión… aquel que aprisiona a mi verdadero ser mandándole hasta lo más recóndito de mi mente…

Hace tanto que no veo al Miguel que no estaba tan molesto y cansado con el mundo… Aquel Miguel que sí tenía esa alma limpia… desnuda y que conocía la verdad de sí mismo… Por qué ahora yo… No me conozco ni la sombra.

Me ha gritado durante mucho tiempo exigiéndome que me suelte de este maldito ser. No te olvides que ya no hay más plazo… esta vez o te quedas o te vas…

¿Perderé la razón? ¿Eso pasará si no lo escucho y me libero? ¿A pesar de todo lo malo que pueda pasar si lo dejo ir?

Con la pura verdad por delante… Sé muy bien por qué estoy así… Pero no busco ni quiero aceptarlo, no, ¡ya me dije que no lo haré y así se quedará! … Perdónate. Olvídalo. No puedo… ninguno de las dos cosas puedo…

La desesperación está volviendo, mi voz se está quebrando cada que estoy gritando, para por favor, ¡para por favor!, debo parar, debo detenerme… Yo puedo. 

Yo te quiero y no puedo negarte, que quisiera volver a empezar. Perdóname, perdóname… Perdónate.

Es hora de soltarte… Todo saldrá bien… Eso debo pensar… Solo cerrar mis ojos… y dejarme llevar por el sonido de la lluvia.

Ignora los truenos… Es ese ser que maldice su existencia y el no poder tenerte.

Tú puedes Miguel… Yo puedo… Puedo liberar mi alma, mi mente, mi ser… Puedo ir hacia a ti, Miguel, hacia mí con el alma desnuda.

Dispuesta a volver a empezar sin ninguna amargura… sin ningún dolor… Hay que enfrentarlo… debo enfrentarlo… Ya he hablado… Ya me he escuchado… Ya me has escuchado. Quiero volver a empezar. >>

Antología del SerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora