Capítulo 6

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Xichen tiene una expresión suave y rota mientras sostiene la mano de Lan Wangji. Su piel es cálida, sin rugosidad ni imperfecciones, las uñas recortadas y limpias.

Estas son las cosas que Lan Wangji nota. Las nota porque nadie lo ha tocado con gentileza en casi una década. Su relación con su hermano, aunque es estrecha, nunca ha tenido la facilidad física de los hermanos Jiang, debido en parte a las reglas de su secta y en parte a la desaprobación de su tío por tales cosas.

"Lo que estoy a punto de decirte será difícil de aceptar," dice Xichen con suavidad, "pero es la verdad. Wangji, no tienes quince años. Tienes treinta y seis años."

Lan Wangji busca en la cara de su hermano la broma, pero no puede encontrarla. No hay curvatura en sus labios ni brillo en sus ojos; solo hay una profunda y silenciosa melancolía.

Xichen no miente, a menos que la mentira sea pequeña e inofensiva y esté al servicio de algo bueno. Xichen no mentiría sobre esto.

"Has estado casado con el Joven Maestro Wei durante casi dos meses. Ustedes dos viven juntos y esperan un hijo. Ya tienen un hijo juntos, por adopción."

Lan Wangji se presentó como un omega cuando tenía doce años. Al despertar y encontrar sus sábanas sucias y sus glándulas olfativas inflamadas, buscó el consejo de su hermano, convencido de que era víctima de una extraña maldición.

Antes de que pudiera llegar a las habitaciones de Xichen, tuvo la desgracia de encontrarse con su tío, quien lo sentenció a tres golpes del látigo de disciplina. Estuvo postrado en cama durante semanas, obligado a sufrir la humillante experiencia de ser bañado y alimentado con cuchara como un bebé, incapaz incluso de levantar una taza de té a sus labios.

Si el tío descubre que permitió que su zhiji lo criara, una paliza será la menor de sus preocupaciones. Lan Wangji ha arrastrado el apellido de su familia a través del barro e hizo una burla de cada regla que los ancestros Lan han escrito. Tendrá suerte si escapa con su cultivo intacto.

Su respiración comienza a salir superficial y rápida, como si hubiera una soga alrededor de su garganta que se aprieta cada vez más. Siente las paredes de la Casa de Genciana cerrándose a su alrededor.

"Lan Zhan", dice una voz lejana, cálida como una fogata en una fresca noche de invierno. "Suelta tu escudo. Déjame ayudarte".

A Lan Wangji le gustaría acurrucarse dentro de esa voz y quedarse dormido. Se balancea hacia ella, como si fuera jalado por una cuerda invisible.

"Por favor, cariño. Me estás asustando."

Obedientemente, tropieza a través de la masa hirviente de sus propios pensamientos, buscando la barrera que construyo hace seis meses para proteger su rosado y tierno corazón. La encuentra y la desmonta, dejando que sus defensas se derrumben a su alrededor como si fuera arena.

Hay un toque suave contra sus pensamientos y luego una sensación de paz comienza a llenarlo, fresca como el agua en un caluroso día de verano. Se extiende a través de sus extremidades, calmando su temblor y ralentizando su respiración a un ritmo normal.

Los detalles de la habitación comienzan a sangrar de nuevo: las pantallas con patrones de nubes; las cortinas blancas transparentes; el rostro del hombre arrodillado ante él.

De repente, la presión que se ha estado acumulando en su pecho durante toda la mañana se libera. Un líquido cálido brota de sus pezones, mojando la tela de su camisa.

Antes de que se dé cuenta de lo que está pasando, se está cayendo, cayendo, cayendo...

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