Jueves, 22 de enero de 2018
Me miré en el espejo una última vez antes de tomar mi bolsa y caminar a mi habitación. Nuestra. Asomé mi cabeza para verificar que estuviera dormido. Lo estaba. Me acerqué a él, dejando mi bolso en la orilla y me acuclillé para quedar a su altura al lado de la cama.
Llevaba tres días sin hablarle, pero no todo se trataba de él o nuestra discusión. La temporada en el restaurante estaba siendo alta, así que entraba temprano y salía mucho más tarde. No había manera de verle. Me sentía culpable por sentir alivio de que fuese así, porque una parte de mí, la gran mayoría, no estaba lista para hablar con él todavía.
Yo quería a Jasper, él lo sabía mejor que yo, pero no podía hacerme eso cuando yo estaba tratando de continuar. De olvidarme de él. Estaba saliendo con Wyatt, pero ¿A quién engañaba? No sentía lo mismo y no era justo para él. Pero, ¿Cómo se lo explicaría? Si sólo yo podía verle, si sólo yo podía confirmar que se sentía demasiado real todo él como para que fuese posible que no estuviera en ese mundo.
—¿Jules? —se removió en la cama. Mi mano estaba acariciando su cabello revuelto y sonreí. Sí, era demasiado real.
—Ya me voy al restaurante. Te he dejado el desayuno en el microondas —alzó la comisura de su boca con la cara contra el colchón.
—Eres la mejor.
—Lo sé —acaricié su cabello una última vez antes de levantarme y tomar mi bolsa.
—Jules —su voz salió suave, como una caricia. Estaba apoyado a la cama con los codos en el colchón y no llevaba camiseta. Era hermoso, y me sentía afortunada de que durmiera en mi cama, conmigo—. ¿Crees que podamos hablar más tarde?
No, no lo creo, porque soy una cobarde.
—Jas... —negué con la cabeza. No quería presión, pero eran tres días. Merecía una respuesta.
—Por favor.
Vamos, es Jasper. No será complicado.
—Sí —suspiré—. Seguro —no me había escuchado ni un poco convencida, pero no me quedé mucho tiempo en la habitación como para darle oportunidad de convencerme.
Pedaleé hasta el trabajo y me apeé de la bicicleta en el mismo callejón donde Jasper me había hecho tirar la basura y ayudado a recogerla. Sonreí al recordarlo. Dejé mi bolso donde normalmente lo hacíamos y procedí a colocarme mi gorro y el enorme camisón blanco. Ese día ayudaba en la cocina únicamente. Las bebidas eran para Ross, la nueva compañera y bartender del restaurante. Yo era todo en una sola persona; atendía, preparaba bebidas y sabía cocinar. Por algo le agradaba tanto al dueño del restaurante. Lynn. Era un tipo maravilloso.
Ese día nada había cambiado. No había ni una mesa vacía y ya comenzaba a prepararme mentalmente para febrero. Sería San Valentín. Mi primer San Valentín en el restaurante. Allie ya me había comentado que en festividades eran los días más pesados.
ESTÁS LEYENDO
Lo que no nos dicen del amor
FantastiqueCamino a casa después del trabajo, una joven tropieza con un chico. Más tarde se dará cuenta de que nadie, excepto ella, puede verle.