Su dulce favorito

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Harry no tenía ni idea de qué regalarle a su padre, él no solía hablar de sus gustos y parecía ni siquiera saberlos él mismo.

Pero sabía por Sirius que desde su adolescencia adoraba las ranas de chocolate y coleccionaba los cromos, por lo que intento por todos sus medios conseguir algunas.

Pregunto a Sirius y Remus; a Peter también, Marlene y Severus; sus abuelos de parte de su madre; su tía Petunia y el tío Vernon; a todos les pregunto y todos le dijeron lo mismo: ninguno quiso pues ninguno tenía el permiso de James de aceptar a Harry hacer cualquier favor sin autorización suya. Y ellos respetaban el intento de James de educar a Harry de la manera que él consideraba correcta.

Pero incluso aunque se negaron, todos le dieron a Harry una rana de chocolate excepto por sus tíos y abuelos, ya que ellos no podían conseguirlas y gracias a todos él pudo terminar su regalo, consiguió 16 ranas ya que Severus convenció a una maestra en Hogwarts de darle algunas. Según sabía se llamaba Minerva MgGonagall.

El día del padre muy temprano se escabullo en la habitación de su padre junto con las ranas y sin hacer ruido o moverse mucho, las coloco junto a la cama en una pequeña caja y sin olvidarlo,puso una nota al fondo de la misma.

Regreso a su habitación y ahí espero a que su padre despertara y notará su regalo. Tenía miedo, su padre quizá se molestaría porque Harry lo desobedeció, siempre parecía molestarse cuando Harry hacía eso y a Harry no le gustaba que su padre se enojara con él.

Poco después James despertó, se puso sus lentes y a punto de levantarse noto junto a él, en el suelo: una caja. La miro sospechosamente y luego de observarla un rato esperando una explosión o un encantamiento que se activará al despertar él, noto que eso no pasaría al igual que noto el pobre intento de envoltura y que el papel tenía colores muy alegres. Entonces decidió que eso no podía ser una trampa o un intento de asesinato, por lo que decidió abrirla, aunque con gran dificultad, pues la envoltura estaba totalmente cubierta de cinta mágica y mucho pegamento, trato de cuidar que el papel no se rompiera pero sus intentos fueron en vano, la envoltura terminó totalmente rota luego de un momento de impaciencia por parte de James. Dentro de la caja vio muchas ranas de chocolate y bastante feliz por el regalo, abrió una; y luego otra; y otra hasta que llegó al fondo de la caja, dónde debajo de las ranas que quedaban vio un papel que sobresalía. Tomo el papel y lo abrió; en él con letra un poco bastante descuidada y conocida decía:

"Querido papá:

¡Feliz día del padre! este día es muy especial para mi, porque será el último día que podré celebrar contigo antes de entrar a hogwarts, espero que te haya gustado mi regalo, todos mis tíos me ayudaron a conseguirlo y por favor no te enojes con ellos, solo querían ayudar.
Quizá no he sido el mejor hijo pero hago lo que puedo, sé que es muy dificil ser adulto y tener trabajo, he tratado de no darte problemas, no necesito que me abraces o me cantes, pero quiero saber lo que te gusta o lo que no, Sirius te conoce más que yo y no me parece justo, yo quiero ser un buen hijo que sabe que regalarle a su padre en los días especiales.
Soy feliz y te adoro, eres mi ejemplo a seguir porque eres un padre que a pesar de estarme criando solo has podido hacer de todo; cuidas la casa, me cuidas a mí, tienes tu trabajo y tienes amigos, no podría pedir un padre mejor que tú.

Te quiere y admira, Harry.

P. d. Creo que Godrig se llevó una rana de chocolate mientras las estaba poniendo en la caja ¿No le hace daño? Creo que los gatos no pueden comer chocolate."

James, aún un poco confundido por el intento de su hijo de darle un regalo releyó la carta varias veces hasta que su cerebro fue capaz de procesar la información y entonces lloro... como no lo hacía desde la muerte de Lily; pues su dulce niño, el pequeño harry, había decidido desobedecerlo para poder comprarle un regalo y decirle todo eso, demostró lo mucho que lo quería y por primera vez había hablado sobre cosas que le molestan, quizá no habían sido muchas más que quejarse de que Sirius lo conocía más que él, pero había demostrado molestia y eso no era común... Antes de eso le preocupaba estarlo presionando demasiado y que el niño se hubiera hecho demasiado cohibido para lo que es sano en un niño de apenas 10 años. Y no era su única preocupación, ahora tendría que hacer vomitar a Godrig para sacarle el chocolate. Era gracioso y preocupante pero a la vez, le daba cierto encantó a la carta -un poco sucia y manchada- de su hijo.

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