Capítulo 7

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Si hay algo que JongDae no esperaba, era que se presentara otro percance que lo relacionara. Bueno, en lo que cabe decir, pero ‘el apodo’ hacia él no había sido olvidado así nomás, y por los rumores generados en base a la cercanía con “Conejo Blanco” se implementó como si eso fuera su propio nombre cada que escuchaba por ahí en los pasillos entre murmullos.
 
Así que por bien propio, JongDae tomó consideración en no hacer trizas a los capullos que se atrevían cada vez que pasaba por ahí junto a JunMyeon, o, yéndose hacia otra clase sin compañía, de lo contrario, saldría perdiendo; decidió apostar a mantener su cordura en pie para no acabar hundiéndose más de lo debido.
 
El punto es que una mañana de receso, delante de todos, la fuerte discusión y pelea entre BaekHyun y “Conejo Blanco” se dió a fuerzas comenzando por el menor, quien dejó en evidencia al mayor, resaltando palabras como: ‘cobarde’, ‘sujeto egoísta’ porque según se regodeaba en su propio placer, además de hacer énfasis en “la cachorra del conejo”.
 
Por supuesto para no pulverizarse la cabeza —aunque en el fondo le haya sacado de onda—, JongDae se mantuvo a raya a pesar que se considere un manojo de intolerancia, porque a regañadientes aprendió a manejar su impulso y rabia. Pero no faltaron las ganas de darle un enorme puñetazo a JunMyeon para que se le quitara lo bruto, al comprobar que definitivamente, los chicos en el internado sí se volvían huecos, sin remedio, llevándolos a hacer cuanta porquería y burradas; aprovechando cuantas veces quisieran recurrir si o si a noches de placeres explícitos.
 
—¿No quisiste hacerle mimos?
 
Decidió canturrear esa noche de viernes, después de dos semanas. JongDae no quiso preguntarse de lleno a qué se debió el disentimiento, porque a fin de cuentas, vió con sus propios ojos como BaekHyun no le dirigía la palabra, y en una oportunidad observó desde lejos, como JubMyeon intentó tener una mejor comunicación pero el menor se soltó de su agarre empujándolo. Pero tal como lo supuso, no se hablaban desde antes, porque al parecer el asunto venía arrastrándose de hace dos meses.
 
JunMyeon, concentrado en armar un animalito de papel, suspiró, mientras permaneció sentado en la silla del escritorio de JongDae.
 
—Todo comenzó porque no quise prestarle mi playera…
 
Y JongDae resopló.
 
—¿Solo por eso? Suena estúpido a comparación con lo que dijo. Tiene una lengua filosa.
 
Byun mostró impotencia y angustia aquella pasada mañana. Y de cierto modo, JongDae entendía la clase de sentimientos que mostró. Raras veces que compartió palabras con él en medio del taller de Artes, se notaba que era un muchachito inteligente, pero le jugaba en contra su terrible ingenuidad y eso provocó que se acercara a JunMyeon más de lo común.
 
—Si. Cuando se lo propone, es venenoso. 
 
Coincidió JunMyeon.
 
JongDae lo notó bastante tranquilo al asumir con tales palabras. Pero JunMyeon sonrió sin quitar la vista de lo que estaba haciendo y prosiguió a admitir:
 
—Se quedó resentido.
 
—Y cómo no hacerlo si eres un experto en endulzar el oído con tus babosadas.
 
Comentó con soltura divertido, mientras que aquel resopló una risita entre dientes.
 
—Lo sé. Soy consciente que tengo la mano experta para untar miel en la manzana —insinuó con suavidad, deteniendo sus movimientos manuales y entonces, lo miró: —Pero no le prometí brillos ni colores. Y la única vez que le prometí algo se lo cumplí, de lo contrario habría sido un polluelo devorado por el primer felino que se habría cruzado en su camino… Y no me refiero a mí; no hice eso con él a la primera.
 
JongDae lo observó por un momento, analítico, viendo aparentemente la propia conjetura de JunMyeon en sí mismo. Su ligero cambio de semblante le llamó la atención.
 
—¿Entiendes?
 
—…¿Quieres decir que no tuviste relaciones con él?
 
Indagó, intentando descifrarlo con una secuencia veloz, pero aquel tardó en responder. Al estar recostado en su cama, JongDae no dudó en sentarse de inmediato para tomar en serio la vuelta de la situación.
 
—...No.
 
—¡¿Qué?!
 
—Digo, si. Pero-
 
—Ah, entonces, ¡¿inventaste todos los cuentos absurdos que tuve que soportar escucharte?!
 
—Si. Pero.. ¡Digo, no-!
 
—¡Oh, por favor!~ ¡Eres un chiste de tercera!
 
Y sin querer, JongDae soltó una carcajada burlesca, mitad desesperante.
 
—¡Oye, no! —pasó a aclarar rápidamente—; Escucha, solo una parte es verdad… Con BaekHyun solo hubo un trato, ¿si? Él me ofreció algo y yo lo acepté. No le pedí nada a cambio luego de salvar su culo, pero a fin de cuentas fue un chico bonito conmigo. Las historias que te dije son un porcentaje de verdad, porque una persona como yo no podría estar aburriéndose en este lugar.
 
—Hmm... Ya veo —asintió incrédulo y divertido—. Claro, un canijo como tú, seguro. Pero, dime, ¿qué te ofreció?
 
—Pues, hacer lo común que hacen todos aquí.
 
Un silencio se plantó y JongDae lo único que deseó, era que no le tomara el pelo.
 
—Okey. Pero viniendo de ti puede tratarse de muchas cosas. Te gusta jugar con las palabras cuando hablas con la gente.
 
—Qué dices…
 
—Lo obvio.
 
—A ver, dime ejemplos.
 
Oh, ¿quería que se los dijera? Está bien, se lo diría para no dejarse aplastar. Por eso, JongDae se rascó la barbilla y pasó a soltar las siguientes —posibles— significancias.
 
—Bueno… No estoy dentro de tu cabeza de cerebro de nuez. Pero...supongamos que hablamos en varios aspectos.
 
—Si.
 
—En el ámbito sexual, puede que seas alguien codicioso y exigente, y se te ocurran hasta las posiciones sexuales más descaradas con algún desconocido fetiche incluido. Y si hablamos de "negocios" —resaltó las comillas con los dedos—, aquí barra "miserable trueque" —repitió la acción—, quizá eres compasivo con los que te conviene. Aunque en otras circunstancias, no dudarías en ser un desquiciado capaz de atentar y asustar a cualquiera con una picana o una navaja, ¿no? Con tu modo desequilibrado para engañar con facilidad a muchos, eres letal pero cínicamente "armonioso"  —remarcó otra vez con los dedos y una mirada crítica, asintiendo para sí mismo—, y por eso te respetan aquí, ¿o me equivoco?
 
"Conejo Blanco" se quedó mirándolo en silencio, con esos ojos tan oscuros sin atisbo de enfado o molestia, demostrando más que todo pasividad y embelesamiento.
 
Un destello que dejó a JongDae en una "quietud maquiavélica", provocando una evidente imposición de miradas, para ver quién caía primero viendo las esquinas de sus rostros. De esas que a veces ocurrían por azares, efectuando un maremoto en su sistema, porque el cosquilleo repentino en su espalda, punzando en su estómago, lo alarmó otra vez.
 
—JongDae.
 
—¿Mmh?
 
—¿Ya te había dicho que tus labios están para saborearlos un par de horas?
 
Pero claro, que estúpido. ¿Como no esperó que le saliera con tal pregunta para rematar? Gruñó por lo bajo al sentir las mejillas calientes, desviando la mirada.
 
JunMyeon sonrió ladino. Por ello, JongDae juntó sus dedos pulgar y medio, y apuntó dando un repentino piquete en esa frente amplia y liberada de gorras.
 
—¡Aagh!
 
El sonido del impacto fue pequeño pero el dolor en la frente de JunMyeon, fue letal, desdibujando su gesto de diversión al cubrirse con las manos la zona afectada.
 
—¡Aish! Solo fue sinceridad absoluta de tal maravillosa vista.
 
—Si, claro.
 
Con sarcasmo dio la razón y rodó los ojos, prosiguiendo a incorporarse para liberar su tensión, y de paso tomó el papelito que aquél había dejado caer y le echó un vistazo.
 
Se trataba de una formita de conejo en papel. Y no estaba nada mal. Anteriormente, había visto otras en forma de gato, zorro y elefante que JunMyeon se las entregó para que las conserve. Este nomás no objetó para no dar vueltas en el asunto. Así que ahora lo único que podía hacer, era dejar esta forma en la mesa de escritorio y continuar abriendo su armario, sacar su muda de ropa para dormir, y seguir hacia al baño para cambiarse.
 
El silencio perduró hasta un rato después, porque luego de acabar de asearse y cepillarse los dientes, salió encontrándose con JunMyeon todavía allí.
 
—¿No piensas ir a tu cuarto?
 
Estaba recostado en su cama, extrañamente, con la almohada cubriendo su rostro pero se la quitó de encima ni bien escuchó su voz. Parecía haber estado lo suficientemente cómodo y perezoso, ya que portaba la ropa de cama desde que había entrado a su cuarto media hora atrás.
 
—Nop.
 
—¿Por qué?
 
—Porque ya comenzaron.
 
JunMyeon apuntó a la pared a su izquierda y luego se llevó el dedo a los labios para demostrar silencio. Entonces, el ruido sordo que provino del otro lado, se oyó claramente con los '¡Huhf…!' '¡Agh!..¡Aah!'
 
Por su parte, solo pudo abrir los ojos por demás y luego cerrarlos, presionando los dedos sobre el puente de su nariz. Maldijo por dentro en un suspiro. Porque si habían comenzado, eso significaba que los demás en el piso también. Ningún “perro caliente” aguantaba “el celo” en el comienzo de los fines de semana.
 
—Eso no me concierne. Ve a tu cuarto, SuHo.
 
—Es que no acordé con nadie.
 
Admitió con un mote ridículo de timidez a su parecer. Y JongDae lo miró un instante entrecerrando los ojos, luego, puso un gesto largo, al que fácilmente podrían clasificarlo como “cara de ano”.
 
—No estarás pensando-
 
—Si. Por eso ya decidí que pasaré la noche contigo.
 
Mostró su curvatura de labios y JongDae sintió el recorrido de un escalofrío hasta la nuca. Dios. En serio lo volverá loco.
 
—...¡Déjate de chorradas y lárgate! —exigió firme esta vez, antes de tomar de su brazo para intentar quitarlo de allí.
 
—¡Oye! ¡¿Qué hay de malo?!
 
—¡Soy mal dormido y no me gusta compartir espacio!
 
—¡No te creo!
 
—¡Si, tendrás que hacerlo! ¡Yah..levántate!
 
Sin embargo, JunMyeon se vió divertido por el forcejeo constante, sin todas las fuerzas que veía que eran necesarias pero no se efectuaba; o puede que él fuese demasiado pesado para que JongDae lo tirara al suelo mientras no usaba todas sus fuerzas, concentrando todo su peso corporal en la cama. Cuando sin más, los brazos se enredaron y el forcejeo en desbalance se efectuó para ver quién derribaría primero. Como si fuesen contrincantes de lucha libre.
 
—¡Oye! ¡Vamos, salte...de mi...camaaa! ¡Agh...tienes que-!
 
JunMyeon usó bastante fuerza y entonces, lo empujó en la cama, logrando su cometido de dejarlo tieso en la superficie blanda con el rebote.
 
—¡No te atrev-
 
—¡Tú no te atrevas a pensar tan mal de mí! —dijo esta vez haciendo a un lado el destello de diversión, más que todo firme y de severa sinceridad.
 
El sistema de JongDae trastabilló con respiración agitada, mirándolo a los ojos. De acuerdo, nunca hasta ahora había visto ese semblante a este tipo.
 
—Pasar la noche contigo no significa que quiera hacer lo mismo que otros. A menos que lo desees, y cambies de opi-
 
—No.
 
—Jej~ ¿No?
 
Esa vacilación, a JongDae le pareció chocante, dejándolo en evidencia con su propia tensión.
 
—¿Por qué? —indagó JunMyeon, sin quitar la sutil curvatura de labios y se acomodó mejor en su posición para liberar el agarre en JongDae, haciéndose a un lado—. ¿Alguna vez has estado con un chico? ¿Piel a piel?
 
—...No.
 
JongDae se armó de valor y articuló eso bajo, acomodándose mejor, sentándose, con el fuerte palpitar de su corazón, y provocó un ligero contraste en el gesto de JunMyeon.
 
—Pero no se trata de si estuve o no —le aclaró.
 
No le quedaba de otra que suspirar sintiendo una pesadez, sintiéndose un poco enojado pero la extraña resignación. JunMyeon, por su parte, lo vió en esta faceta por primera vez.
 
—Entonces, ¿de qué?
 
Lo pensó por unos segundos, meditando meticulosamente a su pregunta. Relamiéndose.
 
—...De nada importante.
 
Terminó por responder, optando lo contrario.
 
—No te creo —dijo JunMyeon entrecerrando los ojos—. ¿No será que no me quieres cerca por lo que dijo BaekHyun delante de todos?
 
“¡¿Por qué no mejor te atreves de una buena vez a confesarte a Kim JongDae?! ¿O es qué todavía no se lo has dicho? ¡Anda díselo!”
 
Apretó los labios, tras recordar esas palabras de BaekHyun dirigidas a JunMyeon.
 
“¡Ya que tú no eres caprichoso y sí lo suficientemente grande, podrías ser más franco! ¡¿No?! ¡Cobarde!”
 
JongDae tomó otro respiro y prosiguió a enfrentarlo para lo que iba a decir a continuación.
 
—¿Tú crees que me dejaría llevar por las palabras de un niñato celoso de mí, que aseguró que no confiesas tu gusto hacia mí sólo por cobardía?
 
JunMyeon esta vez no respondió, pero no evitó en dedicarle una mediana sonrisa triste, con desgano.
 
—Quien sabe, JongDae.
 
—…No me gusta perder el tiempo pensando en esas cosas, JunMyeon.
 
—...¿Por qué?
 
—Porque es agotador.
 
El globo se desinfló por tal declaración, y JongDae quizá sintió la misma pizca de pesar al decirle eso a quien se había comportado amablemente en este último tiempo…
 
—Pero viendo y considerando, tienes suerte que te permita solo por hoy quedarte aquí.
 
Cuando recuerda que la primera vez que intercambiaron palabras, resultó como si las nubes del cielo se hubiesen acumulado para generar una repentina tormenta en medio de un océano. Provocando mareas y corrientes tumultuosas que con facilidad, no cualquiera sobreviviría en el intento por salvarse.
 
Y JongDae estaba luchando con eso, intentando no ahogarse con las emociones contradictorias que surgieron a causa de él.
 
JunMyeon debería vacilar como de costumbre, pero esta vez, a comparación de otras veces, algo inusual en su pecho le impidió al chico seguir hablando; pese a su asentimiento.
 
Era como un ligero sabor agridulce que le hizo tragar saliva acumulada luego de esas palabras de JongDae. Se daba cuenta que quizá hubo tanta incredulidad de su parte, que no contaba con sentir este repentino y desbalanceado sentimiento. Su pecho parecía tener un repentino veneno removiéndolo en alerta, pero a la vez, zambulléndose en alivio.
 
Solo era un poco confuso pero no menos doloroso y verdadero. Por ello, para esclarecerlo parpadeó desviando la mirada, y decidido a meditar unos segundos, mientras, JongDae se limitó a estar en silencio y después se movió para quitar las sábanas y poder acostarse y apagar la lamparita de la mesita auxiliar, seguido de JunMyeon, quien se acostó a la par en ese silencio, sin palabras, observando el techo; a esperar a que llegue el sueño sin poder evitar escuchar los sonidos obscenos.
 
Mentiría si dijera que no esperaba nada de JongDae, al menos un atisbo de agrado y gusto para contrastar las apariencias, porque viendo como se mostró, JunMyeon solo tuvo la opción de dedicarse a observar y divertirse con cuánta tontería que se le ocurría decirle para ver su reacción. Ver cada gesto facial cambiante y mirada tenaz que le transmitía desde la primera vez que lo notó y le atrajo más de lo normal.
 
Porque, ¿qué más podía hacer cuando JongDae era un muchacho que vino a cumplir un miserable correctivo, y no a hacer amistades? Como tal se lo mencionó una tarde antes que llegaran al taller de artes. De lo contrario, sin su persistencia, no hubiese sentido lo bien que era conocerlo día a día a punto de convertirse en “un compañero”, “un aliado” para sobrevivir en ese ambiente con el tórrido sentimiento que le hacía revolotear después de cuatro años de encierro.
 
Recordar el momento de su propia llegada, a JunMyeon quizá duele un poco, aún, cuando casi todo era más desalmado, y a la larga, su propia madre perdió el interés de visitarlo.
 
De hecho, la resiliencia que JunMyeon se cargaba, no estaba de adorno. No por nada había trabajado duro junto a la doctora ShinHye para sobrellevar y superar el desánimo por todo lo ocurrido, usando estrategias para su bienestar mental con tan corta edad; donde todo parecía ser huracanes y destellos en el cerebro.
 
La causa y efecto aún le parecían una mala experiencia, de la cual se atenía. Porque sus supuestos estudios psicológicos con aparentes “tendencias psicópatas”, lo llevaron a obtener una orden de la que no se le permitiría su salida hasta cumplir la mayoría de edad. Contrario a ir a una reclusión para menores y cumplir de la peor manera una condena por una fuerte acusación —tratándose de personas con poder—, prefirieron manejar el asunto a su antojo y de esta manera. No está demás decir que las reglas y el programa del internado, como tenía entendido, en ocasiones no eran más que un truco que les hacían firmar a las familias dispuestas a acorralar a muchachos que no iban acorde de la línea social con tal de recibir más dinero.
 
Ellos, incluso, si los tutores y padres lo permitían por orden, podían hacer lo que quisieran con el menor.
 
Sin embargo, quién diría que la jugarreta se les acabaría hasta hace dos años atrás, cuando uno de los internos que consiguió una navaja, metió en problemas a otro de sus compañeros, y lamentablemente fue a parar a un hospital. Si no hubiese ocurrido eso, probablemente, hoy en día los superiores se sabrían manejar con más persuasión y exigencia desnivelada. Tal es así que eran capaces de impedir el paso para el almuerzo, merienda o cena si los muchachos no se habían despertado a horario, para luego reemplazarla con alguna otra actividad. Si cada chico no cumplía las tareas de las materias, se recibían treinta golpes en las manos con una regla de las que varios profesores aplicaban para indicar en las clases. O, si no había equidad en el ambiente entre los chicos —cualquiera que se pusiera reticente con sus compañeros e incluso con los profesores—, el grupo de coordinadores los llevaban a mojar con una manguera de agua fría en el patio trasero, en ropa interior.
 
Hubo un par de otros hechos más que mencionar, pero no daba para recordarlo, era por cuestión de respeto hacia algunos que fueron bastante afectados; porque a causa de la exigencia, algunos chicos no cumplían con su deliberado correctivo temporal, convirtiéndose en peores rebeldes e intimidados por pasar bochornos de los que JunMyeon, llegó a sentir pena ajena. Además, si hablamos del ambiente nocturno que hubo, era tan catastrófico. No solo había que cuidarse las pelotas y el culo, sino el estómago, el cuello y los tobillos; las peleas en los baños desolados de planta baja se llevaban a cabo por muchachos de cursos mayores que se las daban de muy mierda para ver quién se quedaría con algún nuevo llegado a la semana, y cada fin de semana de calentura.
 
JunMyeon aún recuerda que en su llegada tuvo que ideárselas, y actuar como el psicópata que conoció, e implementar todo lo que aprendió de él para no dejarse pisotear. Porque allí, nadie le advirtió nada. Ni siquiera la antigua psicóloga o su antiguo compañero de cuarto, Zhang YiXing.
 
El punto es que se felicitó así mismo con lo ileso que salió después que abrieron su puerta y lo agarraron con fuerza entre dos para llevarlo a otro cuarto, porque a pesar de su contextura y apática verdad, nunca olvidó las técnicas de taekwondo que su hermano le enseñó en oportunidades. Con savia postura, JunMyeon, a lo largo del tiempo, agachó la cabeza como “un perro” pero movió la cola con gracia para dirigirse a los de cursos mayores, usando ligeras e inteligentes palabras. Mientras se ganó la confianza de cualquier coordinador, profesor o profesora, incluyendo secretarios de las oficinas, grupo de cocina, y chicos bastardos.
 
Y entonces, un día recibió el apodo de “Conejo Blanco”.
 
El chico que según los demás, era de temer, “porque sería capaz de jugar contigo en la cama”.
 
El sujeto que según los demás, “no debías ser muy cercano, porque su hermosa cara, era una simple máscara”.
 
El tipo que llevaba más tiempo que otros, porque según, “hizo algo retorcido con su familia”.
 
El sujeto que para variar, “era el más loco de todos los de allí con su aparente bondad”.
 
Y el tipo que si se atrevían a enfrentar, “sería capaz de hacerte choking game* sin pensarlo dos veces”.
 
JunMyeon, sin darse cuenta, terminó por hallarle diversión a todas las secuencias por las que se las ideaba para zafar y manipular. Pues, a pesar de lidiar consigo mismo, se las dió de muy creído, y arrogante. Eso sí, aunque hizo y hacía lo que podía, efectivamente, su fachada fue una llave para mantenerse a salvo y en posición.
 
—¿No dirás nada?
 
Ante la pregunta, pasó a observar con párpados pesados luego de deshacer el retazo de recuerdos. Ese timbre de voz que sonó con un tinte amable y perezoso pese a oírse en el fondo los gemidos de "los perros calientes", le fascinó. Y por más que no estaba muy iluminado, salvo por la translucidez de la cortina de la ventana; podía ver ese destacado perfil de párpados cansinos abiertos y espesas pestañas rizadas que llamaron su atención cuando lo notó en las primeras semanas de su llegada.
 
Lo dejaba corto de pensamientos.
 
—Hmm.. —sonorizó con una mueca tirando de su comisura, y se tomó el tiempo para devolver la sonrisa completa y canturrear: —¿Qué acabo de oír?~ ¿No era que te aburre mi palabrería?~
 
JongDae blanqueó los ojos con un suave bufido. Pese a todo, le pareció un poquito raro que JunMyeon no siguiera hablando, quizá sonó muy duro para él escuchar lo que dijo.
 
JunMyeon giró para estar cara a cara e hizo que las respiraciones suaves chocaran. No está demás decir que un ligero bombeo retumbara apresurado en sus pechos, repentinamente.
 
—¿Alguien bonito como yo te dejó mudo? 
 
Continuó. Y JongDae apretó los párpados y la mandíbula, aguantando las ganas de ahogar a JunMyeon con la única almohada que poseían bajo sus cabezas, pero no quiso moverse. A su parecer, “la belleza” que se cargaba ese sabandija no era cualquiera; menudo atractivo poseía JunMyeon, pero claro que no era como para admitirlo a los cuatro vientos.
 
—Lo único que me dejaría mudo, sería que me den la noticia que gané la lotería —respondió—. Creo que eso sí sería muy acertado.
 
—Jej~ Buen punto —coincidió, pensándolo mejor. Él también lo haría, así podría comprar su propio techo y no depender de ninguno de sus padres—. Sería sensacional.
 
JongDae brindó una sonrisa lineal en acuerdo, y entonces, resaltaron esas comisuras que JunMyeon no evitó fijar los ojos allí. Esas significativas comisuras que, aunque no diera una sonrisa precisa, se curvaban con peculiaridad.
 
Que hermoso.
 
—Oye, deja de mirarme la boca.
 
Descubierto, nuevamente JunMyeon lo miró a los ojos, pero sonrió, riendo bajito en disculpa; desvió la vista al sentirse tontamente avergonzado. Porque, demonios, estaban más cerca de lo habitual. Y se sentía tan diferente pese a lo amargo de hace minutos y la rutina del día a día.
 
—Es imposible.
 
—No seas tarado o dormirás en el suelo.
 
JunMyeon de nuevo se rió divertido a gusto por lo directo que era JongDae, y este se contagió un poco de esa gracia también.
 
Eso le recordaba a JongDae cuántas veces se preguntó, ¿cómo seguir tomando esta cercanía? Incluso se dijo que estaba en su derecho seguir dudando de un tipo que posiblemente también le estaba mintiendo, como lo hizo Park mostrando una careta asquerosa. Sin embargo, cuando se repitió el dilema en conjunto de ese bastardo, volvía al mismo punto; donde JunMyeon le dió la posibilidad de creer lo que supuestamente ChanYeol pudo haber hecho, y que en realidad, sí lo hizo. Yendo con la breve verdad. Por ello se repitió qué “Conejo Blanco” no era cualquier sujeto, sino el más loco y pacífico individuo que pudo conocer en esta pocilga de internado, y que descabelladamente, logró su cometido.
 
Provocar interés.
 
—¿En qué piensas?
 
Esta vez, gracias a ese típico tono suave tan ligero, calmo y casi ronco de JunMyeon, a JongDae le generó una sensación peculiar sensorial en su oído.
 
—En nada. Solo me acordé que en Seúl no se puede ver el cielo estrellado de la azotea —mintió por una parte, aunque si fuese otra persona, habría sonado algo así como un piropo—. Me gustaría una cámara para intentar tomar una foto y conservarla.
 
—Hm… Si, sería una buena imagen —opinó con ojos entrecerrados, pensando dubitativamente las veces que vio el cielo nocturno en la azotea con JongDae—. ¿Te gusta la fotografía?
 
—...Digamos que sí —se encogió de hombros—. Hay varias cosas que me agradan, pero no es como si quisiera cumplir un propósito con ellas.
 
—Ah. Bueno, yo debo admitir que con las clases del taller de pintura, me surgió la idea de querer estudiar un poco de ese ámbito. 
 
—…Arte.
 
—Si. Artes.
 
—Pues, tus gustos por los colores y productos de dibujo dicen mucho. ¿Piensas hacerlo en cuanto salgas de aquí?
 
JunMyeon se vio algo pensante, porque no tenía muy precisa la idea, pero era un punto que deambulaba en su cabeza porque disfrutaba de hacer cosas como esas.
 
—Supongo. No es nada seguro... No sé cómo será el volver a la rutina normal después de llevar tanto tiempo aquí.
 
JongDae en ningún momento se lo había preguntado hasta ahora, quizá por no sentirse con el derecho de saber, además, en el momento que cruzaran el cerco de la entrada al terreno, no se volverían a ver.
 
—…Tengo entendido que...llevas mucho tiempo aquí, ¿no?
 
Pero se decidió.
 
—Si. Se van a cumplir cuatro años.
 
Él abrió los ojos más de lo normal, acomodándose mejor en su posición.
 
—Bromeas.
 
—No.
 
—¿En serio?
 
—Si.
 
—Eso… Eso es mucho. ¿Cómo es que...soportaste tanto?
 
—No sé —sonrió a pesar de sentirse un poco cansado, pero ver el reflejo de interés en aquel, le agradó—. Un día estaba en casa y al otro, ya me encontraba aquí, sin poder objetar.
 
—Pero qué, ¿mataste a un perro o prendiste fuego a una casa para llegar aquí? Porque de ser un bastardo loco, lo eres.
 
JunMyeon rió divertido por tal comentario, y negó cabeza.
 
—Ojalá hubiese sido cualquiera de esas dos. Pero no. Ninguno de esos.
 
A pesar de lo divertido, JongDae notó un ligero contraste de ligera tristeza en medio de esas palabras.
 
—...Hmm. Los cotillas dijeron que eres de una familia con mucha pasta, pero no tengo certeza de eso... ¿Eras la oveja negra de tu familia y quisieron deshacerse de ti?
 
—Si quieres que te lo confirme; si, provengo de una familia con mucha pasta —afirmó sonriendo por la palabra remontada que escuchó por primera vez de aquel—. Pero no. No era la oveja negra de mi familia. Yo, solo cometí el error de juntarme con una persona que no valía la pena dirigirle la palabra.
 
—Ah, ya veo... Te dejaste llevar por una “mala influencia” —definió con los dedos las comillas.
 
—Algo así… —suspiró, prevaleciente y calmado—. El hecho fue muy serio. Y aquí aprendí un poco de mi error, y de cierta manera a saber manipular las situaciones.
 
—...Quién como tú.
 
Comentó bajito, en una expresión laxa, imaginando los hechos. Aún así JunMyeon curvó sus labios.
 
—Si supieras... —murmuró este—. Hace años atrás, este lugar era un sitio horrible. No había tanto control de los representantes legales como ahora. Bueno, si es que hacen su trabajo hasta cierto punto, no lo sé. Los que recibimos cuartos especiales la sacamos con ventaja por el tiempo que llevamos con tal de cumplir las reglas y tener un poco más de libertad a comparación de otros, y los recién llegados, que no corren con mucha suerte, la tienen muy peleada. Pero curiosamente, tú fuiste el primero en protestar y enfrentarte con tal de tener un cuarto para ti solo, y eso, muchos de los nuevos no se atreverían a conseguir.
 
—Bueno, si no hubiese surgido lo del "tronco parlante", quizá no lo hubiese obtenido.
 
—Claro. Pero fuiste todo un personaje en hacer un gran alboroto. Llegué a pensar que te mataste aquel día en el baño.
 
—Jjaj~ Sé que soy sensacional aunque me sangren los puños y la cabeza —se mofó, provocando una risa ligera en el otro—. Si algo no está bien a mi parecer y por más que me tachen de cualquier mierda, siempre voy a protestar. No me va importar con tal de dar el propio veneno que lanzaron.
 
JunMyeon se le quedó viendo risueño y se relamió los labios secos, suspirando, pensando un momento mientras lo vió con una mirada pacifica.
 
JongDae era un chico tan único.
 
—Está muy bien dicho —coincidió—, pero nunca está demás recordar que siempre hay un límite. Para todo.
 
—Por supuesto —le dió la razón, aunque en el fondo no lo creyera del todo así.
 
—¿Recuerdas el día siguiente en la enfermería, cuando te dije que no debiste hacer eso con Park ChanYeol?
 
—Hm... Si —asintió, preguntándose a qué venía esa pregunta—. Sé lo que dijiste pero no presté mucha atención, estaba demasiado adolorido después de esa pelea.
 
Y apático por todo el tumulto de emociones que salieron a flote.
 
—Si, me di cuenta. Te lo dije porque si tu no hubieses frenado con aplastar la espalda de Park, estarías en serios problemas. Y probablemente te habrían extendido el plazo como a mí, o quién sabe, te llevarían a otro lugar.
 
JongDae lo vió extrañado de repente. Tomar en cuenta esas palabras le provocó un ligero temblor en su cuerpo, y de reflejo, le llegó el recuerdo cuando este lo había detenido contra la pared, espetándole un 'suficiente'.
 
—¿Sabes? —continuo—. Yo llevo tiempo aquí porque si bien no llegué a esos extremos con una persona de este reformatorio, sí lo hice con alguien fuera de este lugar. Y por más que yo suplicara, no tuve alternativas para salir de este lugar.
 
JunMyeon le transmitió una mirada convaleciente y concisa detrás del significado de esas palabras.
 
—¿Dejaste muy grave a esa persona? 
 
—Prácticamente sí. —musitó, asintiendo lento—. Lo último que me enteré es que se despertó del coma hace un año.
 
Oh...
 
—Mi madre se puso feliz porque, "su sobrino volvió a la vida" —enfatizó las comillas con los dedos.
 
JongDae se mantuvo quieto por el gran detalle que escuchó. 
 
—Saber de eso te alivia un poco, pero el daño está hecho, y nada volverá a ser como antes. Nadie me devolverá los años que estuve aquí.
 
El articular de las palabras generó apatía y resignación, pero no más que una muestra de tranquilidad. JongDae solo se limitó a mirarlo. 
 
—¿Qué te llevó a hacer daño para que aquel terminara así?
 
—Nada. Solo me defendí de un loco.
 
Ah. Ya entendía… Parpadeó.
 
—...¿De qué nivel de locura estamos hablando?
 
—Entre un nueve y un diez.
 
Oh, por la santa mierda
 
—...¿Me das un ejemplo? Porque puedo pensar que estamos hablando de un caníbal y tu intención era escapar de él.
 
JunMyeon no evitó sonreír a pesar de la apatía y el alivio que sentía contarle esto a otra persona que no sea la doctora ShinHye.
 
—Eres rápido. Pero no. Estamos hablando de un psicópata.
 
—Oh.
 
A JongDae se le desinfló la expectativa. Eso le parecía equivalente a un ocho, aunque...
 
—Si… Si yo hubiese sido más inteligente, no me habría influenciado con él. ¿Pero qué iba a imaginar con catorce años, que él podría convertirse en eso a tan corta edad? Solo era dos años mayor que yo.
 
—...Que desastre. Y era tu primo.
 
—No. En realidad solo éramos…lejanos. Familia política. Mi madre se volvió a casar y este hombre era tío de ese chico, porque era hijo de su hermano. Así que solo fuimos amigos por un tiempo y luego todo se dio vuelta, y entonces, tuvimos un jugueteo.
 
Vaya. ¿Jugueteo? Qué cosas.
 
—Y al final, acabamos teniendo un romance en secreto... —contó sin trabas, dejando a la vista lo que podría pensar JongDae de él, quien no se inmutó mucho, mientras se miraban a los ojos—. Si quieres puedes tacharme de un asqueroso individuo por influenciarse de esa manera con un primo político.
 
JongDae se vio desconcertado por tales palabras. Sintiéndose algo desencajado para ser testigo de tal relato.
 
—Uhm… No… —se aclaró la garganta—. Yo no podría juzgarte con algo que ni siquiera fui testigo. Eso sería muy bajo. En lo personal, junto a mi imposición siempre traté de ser justo, hasta que un día me inflaron tanto las pelotas y dejé a un lado mi cordura, y al final también mandé a un tipo al hospital, logrando que me separen de mis amigos...
 
De hecho, JongDae no había vuelto a tener noticias de YongNam, mucho menos cuando tuvo la última visita de su padre, y era para bien, porque eso solo se encargaba el abogado de su caso, mientras que saber de JongIn y LuHan, solo debía esperar un milagro con suerte.
 
JunMyeon mantuvo su mirada y nuevamente se llevó el agasajo en el corazón tras ver esa nueva faceta; el verdadero JongDae.
 
—Tú, ¿alguna vez te has llevado una gran decepción amorosa? —decidió preguntarle a este.
 
—Jej~ Quién no —respondió con aparente seguridad, camuflando la verdadera respuesta. Porque JongDae sí la tuvo, aunque no de la forma natural—. Y si alguien en este mundo no la tuvo, pues, debe ser el uno por ciento diferente a todos los humanos.
 
—Concuerdo.
 
—...Tú, estabas como suelen decir, enamorado, de ese idiota que te perjudicó, ¿no?
 
Descifró y aquel asintió en silencio. JongDae se mantuvo también en la misma sin más que hacer al suponer que esta clase de conversación se vió tan desenvuelta y práctica como ningún otro día.
 
—…¿Quieres contarme más?
 
Con un silencio de segundos, solo mirándose a los ojos, JunMyeon no tardó en bajar y apoyar su cabeza en el pecho de JongDae como respuesta, inquiriendo cercanía que a este —quien, con los pelos de punta, quedó mirando la pared, mientras los sonidos de al lado habían cesado—, no se hizo problema pese a sentir el ligero y diminuto cosquilleo por tal movimiento de sorpresa.
 
El brazo de JunMyeon rodeó lentamente su cadera, y no tuvo de otra que mantener su respiración con aparente normalidad. Ya que “Conejo Blanco”, no era más que un tipo despreocupado de sus acciones cuando se veía cómodo con alguien.
 
—Hueles bien...
 
Al oír eso, JongDae cerró los ojos con fuerza tragando saliva, y se preparó para escucharlo. Porque eran jóvenes con problemas como todos los demás. Y sus asuntos y tormentos, no eran más ni menos peores que otros, ya que al igual que toda persona, hacían lo que podían para no perderse en el limbo.





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*Choking game: es el juego de la asfixia. Una práctica de alta peligrosidad y de riesgo mortal que consiste en el acto de inducirse una persona al desmayo, por medio de la asfixia intencional con el fin de provocar una sensación de desvanecimiento - [Fuente: google/wikipedia]

"Aliado de gracia" © || SuChenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora