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NOTA: La letra en cursiva son diálogos del pasado.
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De nuevo, Tanjiro Kamado se despertó sobresaltado, sentándose de golpe.

Su corazón latía desbocado; su piel se había erizado; el sudor recorría todo su cuerpo; su respiración se aceleró de manera preocupante. Apretó sus puños con fuerza y cerró los ojos de golpe, intentando controlarse, aunque dicho esfuerzo resultaba inútil.

Sus compañeros de habitación, y mejores amigos, Zenitsu Agatsuma e Inosuke Hashibira, se despertaron ante los ruidos que generaba el pequeño Kamado. Había sido así desde la caótica misión en el tren, cuando los tres perdieron a su Aniki.
Ya habían pasado semanas desde el incidente, pero ninguno de los jóvenes cazadores se había recuperado por completo; sentían la ausencia del Pilar de la Flama, quien les había protegido a costa de su propia vida.

De los tres, Tanjiro había sido el más afectado. No solo había perdido a su Aniki, sino que al amor de su vida. Le costó entenderlo al principio, no sabía cómo llamar a los sentimientos y reacciones que el Pilar le generaba; su corazón latía cada vez más rápido cuando lo mencionaban, o incluso cuando cruzaban miradas; su rostro tomaba un fuerte color rojo cuando estaban cerca; los nervios se apoderaban de su cuerpo, haciéndole tartamudear o decir cosas sin sentido, para luego huir del lugar, dejando confundido a Rengoku.

Todo empezó cuando aún se estaba recuperando de su lucha contra Rui, se encontraba descansando en su camilla cuando Rengoku Kyojuro apareció en la habitación.

—Joven Kamado, ¿puedo hablarte un momento?

—Claro, adelante, Rengoku-san.

El rubio entró de manera lenta, como si algo le estuviera perturbando. Sus siempre alegres ojos dorados apuntaban hacia cualquier parte de la habitación, menos al pelirrojo. Tanjiro pudo sentir el fuerte olor a nerviosismo que desprendía Kyojuro. Eso le generó mucha curiosidad.

—Rengoku-san, ¿está todo bien?

—A-ah, sí. ¡Todo está de maravilla!—soltó el rubio con su potente voz, asustando un poco a Tanjiro.—Solo quería hablar contigo sobre algo importante.

El olor de Kyojuro se volvía cada vez más fuerte a medida que se acercaba a la cama del pelirrojo, quedando justo al lado de él.

—Verás, joven Kamado, estuve pensando mucho en estos días y creo que te debo una disculpa.

—¿Una disculpa?

—¡Así es! Ya sabes, cuando nos conocimos sugerí que debíamos...cortarte la cabeza, pero fue porque me apegué mucho a las reglas, no me detuve a pensar bien las cosas. Así que quería pedirte disculpas por eso.—El rostro de Kyojuro mostraba su arrepentimiento, incluso seguía sin poder ver a Tanjiro a los ojos.

—Vaya, Rengoku-san, eso es...uh, bueno, yo acepto sus disculpas, pero no era necesario que lo hiciera.

—¡Hmm! Tenía que hacerlo, mi chico. Te he visto en los entrenamientos y eres realmente fuerte, incluso me gustaría poder entrenarte, si a ti te parece bien.

Los ojos de Kyojuro por fin se habían dirigido hasta los de Tanjiro, tomaron un brillo muy especial mientras hablaba y le sonreía. Tanjiro quedó ensimismado con la visión ante él, sentía que era la primera vez que veía al rubio con atención y pudo apreciar detalladamente su rostro, se le hacía muy atractivo; se vio envuelto en la calidez de los ojos dorados, haciendo latir su corazón. Se había quedado estático sin darse cuenta, incluso sus mejillas tomaron un tono rosa.

The Blackest Day // KyoTanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora