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Cuatro meses en el hospital.
Decir que lo estaba pasando genial sería una completa mentira.

Jeongin habia alcanzado el peso necesario para ser trasladado al quinto piso del hospital, el piso de rehabilitación infantil.

Todo un piso dedicado a ser un internado para infantes a partir de catorce a dieciocho años que se recuperaban desde adicciones, heridas físicas, o cualquier tipo de trastorno.

En sí, bastante divertido, era un piso entero lleno de enfermeras por todas partes y un montón de adolescentes de su edad, desayunaban juntos en una mesa gigante donde separaban a los chicos con trastornos alimenticios por miedo que se ayudaran a esconder la comida entre ellos, ubicándoles en diferentes esquinas de la mesa.
Jeongin no tenía idea del truco de escupir la comida en una servilleta y guardarla en los bolsillos, lo había aprendido gracias a los chicos mayores, le parecía interesante la cantidad de métodos engañosos que existían para esconder comida o engañar a tu propio cuerpo para no sentir hambre.

Hyunjin no dejaba de acompañarlo, y realmente lo agradecería, Jeongin no lograba hacer amigos, se la pasaba dibujando y coloreando en una esquina alejada del resto, pero cuando Hwang llegaba, su perspectiva cambiaba por completo.

El rubio lo acompañaba todo el tiempo, escuchando como estuvo su día cada tarde, sin importar que su rutina fuera la misma cada día.

Hyunjin ya se había llevado a casa un total de 34 mándalas pintadas por su pequeño novio, las cuales acabaron pegadas en la pared de su habitación.

— ¿nini? - llamo Chan, ambos estaban sentados en la alfombra, el menor coloreaba mientras su hermano lo observaba con una sonrisa.

— ¿sí? - levanto la cabecita el menor.

— coloreas muy bonito. - alagó con una enorme sonrisa.

— ¿en serio, hyung? - los ojitos del pelinegro brillaron. — espero que Hyunjinnie hyung piense igual, quiero dárselo.

Y BangChan rodo los ojos molesto.
¿Por qué siempre Hyunjin?
Hyunjin, Hyunjin, Hyunjin, Hyunjin.
Hwang estaba robandose la atención de su hermanito, no había recibido ningún dibujito del menor, todos iban para Hyunjin.

— ¿estás seguro, innie?, tal vez Hyunjin ya tenga muchos dibujos. - exclamo el mayor, acariciandole el cabello.

— ¡tienes razón! - Chan sonrió. — debería regalarle uno a papá, el no tiene ningúno. - y la sonrisa se borro.

¿Estaba hablando en serio?

— ¡papá tiene un montón!, ¿no has visto nuestro refrigerador?

— la verdad es qué no. - Jeongin se encogió de hombros terminando de colorear.  — ¡ya está!, ¿cuando bajes se lo puedes dar a papá? - entregó el papel con una enorme sonrisa.

— bien, bien. - rodo los ojos al ver atravesar la puerta a su archienemigo; Hyunjin.

— ¡Jinnie hyung! - Yang se levanto de la alfombra, corriendo hasta el mayor quien no dudo en atrapar al pequeño en sus brazos, atravesándolos por su cintura.

Hyunjin se sintió tan pleno al poder sentir con sus manos la cintura del menor sin chocar con sus huesos, se sintió tan feliz que no pudo evitar levantar en sus brazos a su novio, llamando la atención de algunos chicos del piso.

— okey, me voy. - habló Chan bufando.

— espera, espera. - Hyunjin lo detuvo. — debo hablar contigo, espérame.

El mayor asintió, mientras Hyunjin se concentraba en dejar al menor nuevamente en la alfombra, pidiéndole que lo espere con un besito en su cabello, para luego caminar hasta su cuñado.

cygne noirⴰ༢ ( hyunin ) [en pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora