- XVI -

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Dieciseisavo Recuerdo

Despertó sobresaltado y desorientado, la poca luz que había en la habitación se debía al atardecer que se reflejaba en su ventana. Desesperado se arrancó el suero conectado en su brazo izquierdo, haciéndose daño en el proceso, para después incorporarse rápidamente en aquella camilla.

No tardó en intentar pararse, pero el dolor punzante en su muslo izquierdo, le hizo ahogar un grito de dolor perdiendo el equilibrio y haciéndolo caer pesadamente al suelo. Se apoyó en su codo derecho y llevó su otra mano a la herida de su pierna, sintiendo como ésta se mojaba de un líquido espeso, asustado y sudando frío, dirigió su mirada a ese lugar, viendo como entre sus dedos escurría la sangre que comenzaba a brotar de la herida de bala que se había abierto por los pocos cuidados que había tenido.

Ver el líquido rojo en su mano le paralizó, sintiendo como su estómago se revolvía y subía por su garganta, amenazando con salir, intentó tomar una bocanada de aire para contenerlo, pero tal parecía que, dentro de ese cuarto blanco, no había el suficiente oxígeno para llenar sus pulmones, cerró fuertemente sus ojos para relajarse, pero la imagen de su hermano pequeño en el suelo apretando un botón con una sonrisa aterradora plantada en su cara apareciendo en su mente, le obligó a abrirlos de nuevo.

Intentó arrastrarse por el piso, ahogando gemidos de dolor por la herida, pero no pudo avanzar mucho cuando visualizó una silueta abriendo la puerta de su habitación.

— ¿Horacio? — preguntó alarmado — ¿Qué cojones está haciendo? Se va a lastimar.

El menor ante el acento marcado del otro se paralizó dejando en el olvido el intento de arrastrarse, enfocándose en el contrario, el cual preocupado, al ver el pequeño charco de sangre bajo el cuerpo del menor, se acercó rápidamente para tomarlo en brazos y depositarlo delicadamente sobre la camilla en la que anteriormente se encontraba. La mano derecha del ruso se dirigió a la venda manchada de su muslo, retirándola cuidadosamente para analizar su herida, pero chistó al darse cuenta que ésta se había abierto.

— Joder, se ha abierto — murmuró más para sí mismo, para después darse media vuelta y salir por donde había entrado.

El moreno soltó el aire que había estado conteniendo sin darse cuenta de ello ¿Seguía soñando? No, no estaba soñando, porque el dolor punzante en su muslo se lo confirmaba. Recorrió con su mirada la habitación mientras se perdía en sus pensamientos, y sonrojándose levemente al recordar que Volkov le había cargado en brazos, pero la puerta abriéndose y el ruso entrando por ella, le sacó de sus pensamientos cortándole su respiración nuevamente, así como su corazón comenzó a bombear más rápido llevando su sangre caliente a sus mejillas.

La enfermera que también había ingresado a la habitación, ignorada por el de cresta al enfocarse solamente en el ruso, se acercó sin dudar a su muslo izquierdo para atender de nuevo su herida. El chico a pesar de sentir dolor en aquella área mantenía su mirada en el ruso parado a su lado de brazos cruzados, el cual se removió en su sitio nervioso bajo su intensa mirada.

Después de que la enfermera murmurara un pequeño "Listo" se retiró de la habitación, recibiendo un asentimiento de cabeza por parte del comisario en señal de agradecimiento, dejando a ambos hombres solos y bajo un silencio. Volkov, al ver que el menor seguía viéndolo se acercó lentamente y se sentó a su lado de la camilla, doblando su pierna izquierda en su dirección y sosteniéndole la mirada.

— ¿Es usted real Volkov? — murmuró temeroso, provocándole una sonrisa al contrario por la ternura que le generaba ver al menor tan pequeño.

— Por supuesto ¿Quién más si no?

〖 Don't say it again 〗- VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora