Akashi

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(POV AOMINE)

Me quedé congelado en el lugar, contemplando sus ojos somnolientos acompañados del cabello desordenado, como si se hubiera levantado recientemente de la cama, o al menos eso me hubiera gustado creer, sino fuera porque su mirada saltaba de Eita hacia mí y viceversa, con notable interés.

Un movimiento a su espalda, hizo que me diera cuenta que no se encontraba solo.

Akio permanecía de pie como si fuera un guardaespaldas, apoyando una de sus manos sobre el hombro del más bajo, pronto entendí que era una forma de asegurarse que el adormilado Tetsu no cediera al sueño. Un vistazo a la expresión del rostro del pelinegro, bastó para hacerme una idea de cuánto habían escuchado a hurtadillas. Aquellos ojos dorados; usualmente desafiantes, ahora permanecían clavados en la figura de su hermano, inundados por el mismo dolor y un nítido resentimiento hacia los verdugos de su historia.

El silencio parecía congelar el ambiente, y pronto me vi en la necesidad de quebrarlo antes que siguiera aquel intercambio de miradas.

—¿Lo hablamos aquí o en la enfermería? —sobé mi nuca en un vano intento por relajarme, necesitaba tomarme un respiro.

Había tenido en mente una mejor forma de contarle todo a Tetsu, de manera que no le generara más pesar del que ya cargaba o jugara erróneamente con sus emociones, era propenso a culparse a sí mismo y lo último que buscaba era darle una razón más para hacerlo.

—No te preocupes, Aomine kun —en medio de todo, él permanecía sereno, acompañando sus palabras con una pequeña sonrisa.

Conocía esa expresión relajada, su tranquilidad respaldaban sus palabras. No había nada más en sus ojos que comprensión y calidez al observarme, contagiándome la misma sensación. Le había subestimado, pero él no tardó en demostrarme que aún podía sobrellevar estas cosas, tal cómo nos dijo minutos atrás, lucharía con todo lo que le agobiaba.

Mis hombros qué se habían mantenido rígidos hasta el momento se relajaron, no dudé en dar un paso en su dirección y Akio retrocedió. Paseé mi mano sobre los cabellos celestes despeinándolo, disfrutando la forma en que Tetsu cerraba los ojos complacido.

—Te estás cayendo de sueño —comenté, inconsciente de las incrédulas miradas de los gemelos—. Regresemos a la enfermería.

Lo meditó por un momento antes de asentir, seguramente tendría algo que decir, pero se limitó a inclinar su cabeza hacia un lado, observando al joven que aún permanecía en el salón.

—Mi promesa no ha cambiado, Eita —respondió a una pregunta que nadie dijo en voz alta, pero que debió ver en los ojos del mencionado.

Los ojos de los gemelos eran casi tan expresivos como los suyos, aunque sus expresiones dijeran una cosa, bastaba con observar su mirada para descubrir lo que realmente pensaban. No es que yo fuera un experto en analizar personas, pero tanto tiempo descifrando sus miradas e imperceptibles gestos, me habían vuelto un poco más observador.

Requerí de todo mi autocontrol para no preguntar en el momento a que se refería, deseando que no fuera algo que complicara aún más las cosas. Deseché la idea al instante, Tetsu no sería tan imprudente y solo era cuestión de minutos para que me lo dijera él o la otra parte involucrada.

En medio de mis cavilaciones, el peliceleste empezó a caminar de regreso a la enfermería. Lo alcancé con un par de zancadas, apoyando mi mano en su espalda dispuesto a servir de ayuda en caso el equilibro le fallara. No había algo más tierno que verlo caminar tambaleante de lado a lado, con el sueño reclamando su atención.

Shadow (Aokuro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora