Los diez años en que más te amé ๑ yoonmin

Capítulo 70

Park Jimin le contó a Kim Namjoon que, durante su examen de ingreso a la universidad, su madre había descubierto su relación con Min Yoongi. En los segundos siguientes a eso, la mujer que consideraba la más gentil del planeta, tomó la escoba y lo golpeó con fuerza. Min Yoongi estiró sus brazos y bloqueó los golpes diciendo:

—Tía, por favor no lo golpees.

Aquellas palabras no detuvieron el dolor ni la ira de su madre. Luego, ese hombre se aproximó al oído de Park Jimin y dijo algo difícil de olvidar:

«No tengas miedo, estoy aquí»

Así que, el cerebro de Park Jimin puede hacer que nunca perdone a Min Yoongi, pero no hay nada que se pueda hacer para cortar todos los recuerdos y el infinito afecto que tiene todavía en el fondo de su corazón. Esto es demasiado injusto para Kim Namjoon.

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Se agachó en el templo y quemó dos hojas de papel moneda para sus ancestros. Aplastó cada papel amarillo en el fuego, y sus dedos temblaron incontrolablemente. Min Yoongi parece haber perdido diez años de vida en un instante, sus mejillas están delgadas y no puede encontrar alivio para el intenso calor que le hierve desde dentro.

La cara de Min Yoongi fue alumbrada por el fuego. Hablaba en voz baja, como si tuviera miedo de molestar a los muertos subterráneos:

—Tío y tía, escuchen, yo...— Su voz se detuvo, y su garganta se quedó seca. —Sé que en este punto estoy lejos de tener su perdón, pero...

«Mantente alejado de él, ve que tenga una vida mejor, deja que ingrese en una buena facultad de medicina, deja que tenga novia, deja que sea médico. No lo vuelvas miserable», le dijeron. «No lo hagas infeliz».

Después de ese recuerdo, Min Yoongi se sentía un poco indigno. Tal vez estaba actuando de manera egoísta, pero cuando Min Yoongi se dio cuenta de que el papel moneda que compró se estaba consumiendo, regresó lentamente la mirada al cielo. Le rogó a Dios y cerró los ojos:

—Tíos, sé que quieren ver a su hijo... Pero, por favor, no lo hagan tan pronto. No sé lo lleven...

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Desde Busan hasta Seúl son unos 400 kilómetros, cada pulgada de distancia la utiliza para extrañar a Park Jimin. Min Yoongi miró hacia abajo a través de la ventana del avión. Además del momento en que las nubes cubrían su visión, el silencio vino repentinamente. Tiene sentimientos fuertes y también tiene un infinito miedo. No importa cómo se sienta ahora, es demasiado tarde para madurar. El hombre que siempre fue gentil con él mantuvo muchas noches desiertas, sufrió de infinitas quejas y al final, fue presa de una enfermedad trágica.

Cuando Park se fue, miró hacia abajo y se observó a sí mismo. Se dio cuenta de que era diminuto y de que no le gustaba tener los brazos vacíos. ¿Cuánta tristeza puede tener en su vida antes de que esto comience a desmembrarlo?

Cuando Min Yoongi llegó a Seúl, ya eran las 7:30 de la tarde. Sólo al bajar del avión fue testigo de la inclemencia del invierno en el norte. El viento frío que soplaba por la noche tenía un sabor amargo y se sentía doloroso. El asistente Hoseok había llegado en limosina para llevarlo a casa y le ofreció a Min Yoongi una capa muy gruesa para que se cubriera.

—¿Dónde está Seokjin ahora? ¿En su luna de miel?

Min Yoongi se acomodó el abrigo. Hoseok le ayudó de inmediato a abotonarlo y contestó:

—El Sr. Kim no salió de Seúl, el abuelo de su esposa parece estar muriendo.

Min Yoongi miró el reloj de su muñeca.

—Ve al auto y espérame, voy a llamar por teléfono a Seokjin para decirle algo importante.

El asistente Hoseok debe ayudar a Min Yoongi a sacar su maleta antes de irse a una parte más alejada. Min Yoongi se recostó en la pared, se sintió cansado y no pudo soportarlo. Después de medio minuto, sacó el teléfono y llamó a su amigo.

—¿Yoongi?— El teléfono fue respondido de inmediato y comenzó a lanzarle preguntas. —¿Dónde estás? ¿Cómo estás?

Min Yoongi bajó la cabeza y se pellizcó el puente de la nariz:

—Estoy de vuelta en Seúl.

—Eso fue po...

—No preguntes.— Min Yoongi interrumpió a Kim Seokjin, sintiendo un intenso dolor que no quería recordar ni mencionar. —Necesito que me ayudes con algo. ¿Sí?