••La presentación••

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Eran las 2:30 de la madrugada cuando un fuerte temblor me despertó.

La cama se agitaba con  fuerza haciendo que me sujetará de la cabecera.
No duró mucho, pero fue lo suficiente para tumbar al suelo las cosas que tenía sobre las estanterías.

Encendí la luz y visualice el desorden.

-La mala suerte me persigue - declaré.

Parecía extraño el no escuchar los gritos de Laidy por semejante sacudida, debía estar profundamente dormida.

Me agaché para recoger algunos discos regados que llegaban hasta el espejo cuerpo completo de la esquina.

Mi presencia frente al espejo me hizo pensar lo tan grave que me veía con las ojeras que me cubrían toda la cuenca. Parecía estar muy enferma o una invención de algún muñeco animado de Tim Burton.

Enfocada en continuar lo que estaba haciendo me dispuse a bajar la mirada, pero de inmediato percibí un movimiento que venía debajo de la cama. Éste se reflejaba con mucha claridad, pero era tan veloz    que no se distinguía.

Voltee a mirar directamente a ese lugar, sin embargo no sucedía nada, y al volver la vista hacia el espejo si se veía, tal vez, era un insecto que se había colado por la ventana.

–Lo siento, pero te metiste en el cuarto equivocado – manifesté agarrando un zapato.

Me aproxime a la cama poniéndome de cuclillas y con el teléfono en mano   comencé a alumbrar de izquierda a derecha lentamente, pero cuando llegue al sitio más oscuro y lejano, vi unas manos que se deslizaron hacia lo más profundo.

El miedo hizo que me levantará de a golpe y diera varios pasos hacía atrás. Por un momento recordé todas las películas de terror en donde la víctima era jalada por los pies mientras dormía.

–No, deja de pensar tonterías, sólo lo imaginaste –dije tratando de calmarme.
Con el corazón latiendo a millón, repetí lo anterior. Mi pulso temblaba, mientras un pequeño escalofrío me recorría.

Armada de valor inicie la búsqueda de aquellas manos pálidas y fantasmagóricas que por alguna razón mi mente acababa de crear.

Quería darme la prueba de que era  falso y que mi subconsciente estaba de buenas jugando conmigo.
Cómo era de esperarse, no era nada. Me sentí tonta y a la vez ridícula.

Emití una risa, era lo menos que podía hacer después de haberme provocado un terror psicológico  innecesario.

–Estas loca victoria – Murmuré.

–Si, puede ser –opinó una voz detrás de mí.

Me gire lentamente quedando frente a un joven pálido de cabello oscuro, quién vestía de una forma extraña, como si acabará de regresar de una fiesta de Halloween.

–¿Quién... Quién demonios eres?, ¿Que.. Que ?, ¿Cómo rayos entraste? –tartamudé.

–Espera, no te me rayes, no te rayes. Le cambiamos al disco ¿Si quieres? –sugirió.

¿Acaso se estaba burlando de mi?, ¿Pero quién se cree?
–Si no sales ahora mismo de aquí, voy a llamar la policía – amenace mostrándole el teléfono.

–Que desconsiderada, me invocas, y ahora quieres echarme –proclamó cruzándose de brazos.

–¿Invocar?, ¿De que estás hablando? –pregunté.

El sonrió e hizo una reverencia.

–Me presentó, yo soy tu amigo imaginario –Anunció, mientras que en el fondo sonaba "We are Champions de Queen". ¿Pero de dónde había salido esa música?, este chico me estaba tomando el pelo.

–¡Dejate de idioteces y fuera de mi cuarto! –manifesté molesta.

–¿Así que no me crees? –La música se apagó de repente.

–No – Confesé.

–¡Auch!, ¿Ni siquiera te bastó con mis manos fantasmagóricas?,¡El acto fue muy bueno! –recalcó lo último, dándole una patada al suelo como niño malcriado.

–No me importa –acto seguido empezó a crecer; literalmente sus extremidades empezaron a alargarse y abarcar toda mi habitación, como Alicia en la casa del conejo. Quedé apretujada contra la pared y ya cuando su mano estaba por taparme  por completo solté un:

-Te creo, por favor, te creo! -
Éste empezó a contraerse volviendo a su forma original, riendo de manera extravagante.

–¿Qué es tan gracioso?. ¡Por favor baja la voz! –

–No seas tonta, esa vieja nunca me va a escuchar, porqué yo estoy en tu mente –

–Me estoy volviendo loca – opine.

–Y dale otra vez con ese disco rayado, no estás loca, bueno con ese cabello.. Yo creo que un poco. !Pero no tanto! –afirmó.

Estaba colmando mi paciencia, en serio que sí.

–Ok, si eres mi amigo imaginario. ¿De dónde saliste?, ¿Como te invoque? –

A pesar de que siempre estuve sola de niña, jamás llegue a tener un amigo imaginario. ¿Por qué a estas alturas aparece?.

–Me invocaste al leer la frase –contestó.

Entonces rebobine el momento en el que leía el Principito y las palabras que estaban subrayadas.

–"He aquí mi secreto, que no puede ser más simple"

-"Solo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible a los ojos"- Completó.

De seguro esto no estaba pasando, quizás, estaba soñando.

Me frote los ojos con los nudillos para despertar, pero fue en vano. Él estaba ahí, a unos pocos centímetros, con una gran sonrisa de oreja a oreja y luciendo su traje gris de aspecto tétrico, mirando cada movimiento que hacía.

–¿Y ahora qué? –

–Que bueno que lo preguntas –expresó–llegó la hora de explicarte las tres condiciones.

–¿Tres condiciones?–repetí.
–exacto–De la nada apareció un pizarrón y en él se encontraba algo escrito:

• 1. "No mencionar mi existencia"

• 2. "Proteger las piedras"

•3. "Dame un nombre"

Al mismo tiempo que iba leyendo, este iba aclarando mis dudas.

–¿Piedras?, ¿Qué piedras? –

–Las que están dentro del libro. ¡Tonta! –

–Es que no hay nada, yo lo palpee, lo leí y... –me interrumpió –ahora si están verifica por ti misma - Sugirió.

Me aproxime a la mesita de noche y lo agarré sintiendo más peso que de costumbre.

Al abrirlo vi una abertura que traspasaban las hojas y allí bien acomodadas, se encontraban tres piedras parecidas a diamantes. Una azul, otra verde y por último la de color amarillo.

–¿Y para que son estas piedras? –

–¡Oh!, esas son para.. No tengo ni la más mínima idea, lo único que sé es que son importantes –aseguró.

–¿Cómo lo sabes?  –

–Solo lo sé–dijo sin explicación alguna.

Tres CondicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora