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Me dolían los pies. La facultad de idiomas estaba muy lejos del comedor y justo ese día había decidido usar zapatos nuevos y todavía estaba aflojandolos. Ahora con el dolor sólo me quedaba maldecir a la yo de mañana que le pareció buena idea estrenar esos zapatos que, aunque bonitos, eran duros como piedras y pesaban como tal.

Si no me daba prisa terminaría llegando tarde, pero me dolían tanto los pies que no podía ir más rápido sin sacrificar mis pobres piernas que ya empezaban a doler también. En ese momento todo lo que me quedaba hacer era maldecir, a mí por mis decisiones de vida, a la universidad por ser tan malditamente grande y al mundo entero por existir. 

Pero como caído del cielo llegó Hyunwoo, en su bicicleta y con cara de perrito atropellado, temeroso de mi reacción, se acercó a mí. No tuvo que decir nada para que yo supiera que me estaba ofreciendo llevarme hasta mi destino.

En esos momentos estaba tan cansada que dejé a un lado mi orgullo, mi enojo y todo lo demás, así que sin más subí tras él y con voz tranquila le dije que me llevara a la facultad de idiomas. 

Por un momento quise reír por su obediencia, él era un chico grande y fuerte, incluso intimidante pero ahí estaba, haciendo lo que yo, una chica de menos de uno sesenta, le ordenaba. Sabía que quería hablar y disculparse, sólo que ya no quería escucharlo, ya no necesitaba una disculpa cuando lo veía tan dispuesto a ayudarme en mis momentos de crisis. 

—Gracias —le dije apenas detuvo la bicicleta y bajé de ella.

—Haeun —dijo y sonreí—. ¿No podemos hablar? 

—Tengo clase —fingí seguir molesta, que ya lo hubiera perdonado no quería decir que no podía hacerlo sufrir un poquito más.

—Por favor —de su mochila extrajo un chocolate—. Hablemos en lo que te comes esto —me extendió el dulce, tuve que suprimir la sonrisa burlona que quería salir.

—Si quieres que te perdoné, te va a costar más que uno.

—Traje un montón —sacudió su mochila, dejándome escuchar que lo que decía era verdad.

El chocolate que me había dado en realidad era chocomenta, el mismo tipo que comimos la primera vez que estudiamos juntos. Recordaba pequeños detalles como esos y se me hundió el corazón en una cálida y dulce sensación que nada tenía que ver con el chocolate que estaba comiendo.

—Siento lo que pasó con Hoseok —comenzó a decir, pasándome otro chocolate—. De verdad que no sé porqué  hice eso.

—Yo sí sé —le interrumpí antes de seguir comiendo—. Mira que de verdad no me interesa saber qué pasa entre tú y Hoseok porque es problema suyo, pero si están enojados entre ustedes, manténgalo entre ustedes nada más.

Él asintió, su rostro de verdad denotaba toda la culpa que sentía. Simplemente no podía seguir enojada con Hyunwoo cuando se veía tan adorable y preocupado.

—Lo siento —volvió a decir—. Fui tonto y me puse celoso cuando prometí que no actuaría según mis sentimientos —esta nueva confesión me tomó por sorpresa—. De verdad que no quiero dejar de estar junto a ti, y sobre lo que dijiste esa vez, no eres un juguete por el cual pelear. 

Guardé silencio por un momento, buscando que responder, mas era difícil. Nunca había tenido que lidiar con algo así.

—Tampoco voy a juzgarte por ser egoísta de vez en cuando —comencé a decir—. Sería extraño si pudieras controlar tus sentimientos siempre, nadie puede hacer eso y no estoy esperando que tú lo hagas.

Ahora me sentía mal, el pobre chico tenía que cargar con sus sentimientos en silencio, sacrificándose para no alterar mi tranquilidad. No entendía lo mucho que me quería hasta ese momento, debía ser increíblemente difícil tener que ser tan cercano a quien te gustaba, sabiendo que no puedes hacer nada porque no te corresponden.

No era como lo que yo había experimentado con Hoseok, pues yo nunca supe si podía tener oportunidad con él... Había, de repente estaba hablando en pasado.

—¿Entonces está todo bien entre nosotros? —se atrevió a preguntar.

—Depende —junté mis manos con solemnidad—. ¿Cuántos chocolates estás dispuesto a ofrecerme?

—Podría comprar la fábrica entera —bromeó, aunque su mirada me dijo que no iba tan en broma.

—Suena tentador.

Sonrió y yo lo imité, extendió sus brazos para poder abrazarnos y volver a ser amigos. Era cálido como siempre pero había algo distinto, esta vez se sentía distinto.

¿Estar con él siempre se sintió así de bien? ¿O era porque lo extrañé todo el tiempo que no hablamos? Ahora sólo quería pasar tiempo con él y olvidarme de las clases.

—¿Quieres que venga a recogerte? 

—Sí, por favor.

Volvió a sonreír y antes de volver a su bicicleta, vació su mochila de todos los chocolates que compró para mí. Básicamente había comprado todos los que encontró en la tienda. Pero ningún chocolate era tan dulce como lo que en mi corazón despertó cuando lo vi casi chocar mientras partía, pues por un momento desvió la mirada para verme y por poco chocó.

Negué con la cabeza, tratando de despejarme de todos los pensamientos que asaltaban mi mente, antes de que pudiera hacer nada, la voz de una compañera de clases me sobresaltó.

—Oye Haeun, ¿él es tu novio?

—No —respondí mientras fruncía el entrecejo.

—¿Y tiene novia? —volví a negar y sonrió de lado—. ¿Me puedes pasar su número?

La pregunta me molestó.

—No puedo hacerlo si no tengo su permiso —excusé.

—¡Oh! —sacó una pluma y un pedazo de papel—. Entonces dale el mío, por favor.

Y así como llegó, se fue.

Todavía sin terminar de procesarlo, contemplé el pedazo de papel con números en este. El sentimiento incómodo en mi pecho me dejó saber que estaba en problemas.

Chocolate!! || Son Hyunwoo, Lee HoseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora