La joven dama se encontraba caminando a pasos lentos por el largo pasillo de su residencia. Luciendo un vestido largo que cubría hasta las puntas de sus pies, sin mangas largas y de color rosa pálido con encajes de rosas blancas en la parte del pecho.
Cabello trenzado y pendientes colgando debajo de sus orejas en forma de perlas brillantes. Iba tan concentrada en su caminar que una voz conocida la hizo que detuviera su andar en seco.
- Marinette. - Su nombre entonado resonó por todo el pasillo
- Esa voz... - Se giró tan rápido que parte de su vestido quedó atrapado debajo de sus zapatos. Mirando a la persona como si de un sueño se tratase.
Esa cálida voz llena de cariño y amor provenía de su madre. La misma que había perdido a través de un asesinato.
En su vida pasada ni siquiera pudo reconocer bien los rostros de sus padres por culpa de tal brutal mutilación.
Sin embargo, la tenía enfrente de ella.
Estaba viva.
Su madre poseía unas hermosas facciones del continente oriental, ojos rasgados, piel tan suave y blanca que cualquier mujer de época envidiada. Claro que Marinette heredó la belleza de su madre, al igual que la bondad que ambos progenitores
Sentía que su corazón fuera arrancado y puesto de vuelta en su pecho, lágrimas incontrolables cayendo al rededor de sus mejillas.
La había extrañado tanto. Tenía tanto miedo estando sola, extrañaba esos besos en sus mejillas, esos regaños, su generosidad, sus consejos, su olor.
Le hacía tanta falta su madre y padre en esos momentos tan traumáticos de su vida.
¿Alguna vez han perdido a alguien que amaban más que a ustedes mismo y de un momento a otro ya ni siquiera podrían recordar cosas tan triviales como su voz? O ¿Qué esa persona que han perdido se llevará un pedazo tan importante de ustedes que ya no saben como continuar adelante y no es capas de llenarse con nada del mundo?
Dejo de pensar en el pasado y se echó a correr a los cálidos brazos de su madre como si de un bebé se tratara.
- ¿Marinette...? ¿Cariño, que sucede? - La señora no recibía respuesta alguna, únicamente un llanto desgarrador por parte de su hija. No le quedo de otra más que abrazar a su pequeña con preocupación.
- Es solo que...- absorbió la mucosidad que estaba por caer de su nariz.
– ¿Marinette, que sucede? ¿Alguien te hizo algo? Hija, por favor dime que pasa, me estás preocupando
– Nada más voy a extrañar este lugar y a todos.– ¿Si tan solo supieras la verdadera razón, podrías comprender mi dolor? – Lo voy a extrañar demasiado.
Aún llorando, Marinette se acurrucó en el pecho de su madre sin dejarla de abrazar, podía escuchar sus latidos, esos latidos que incontables de veces la hicieron dormir cuando bebé.
Se sentía segura con su madre.
– Por favor Dios, no me quites a mis padres de nuevo. Ayúdame a devolver todo ese mal que nos hicieron.
– Ay, cielo.– Levanto la barbilla de su hija con cuidado para verla a los ojos.– Sé que cuesta mucho un cambio como este, más si se trata de dejar tu hogar donde tantos recuerdos hay en tu mente. Si lo deseas podríamos venir de vuelta de vez en cuando. Pero en la capital vas a poder estar con tu prima y conocer a muchas más personas que sin duda formarán parte de ti a su debido tiempo. Además, quién sabe que pasara más adelante, no hay que olvidar que se acerca tu debut y de muchos otros jóvenes.
– Tienes razón, mamá. – Sonrió con melancolía.
Sabine le devolvió la sonrisa a su pequeña, cerrando los ojos le dio un beso esquimal, haciendo que ambos puentes de nariz entraran en contacto.
– Te amamos, hija. – Se separó de Marinette. – Te amo desde la primera vez que sentí tu presencia en mi vientre. Eres la bebé que siempre esperamos.
– También los amo mamá. –
– Bien. Vamos con su padre al carruaje. – Entrelazo su mano con la de su hija – Es hora de irnos.
– ¡Sí! Estoy emocionada de poder ver a Lila y a los demás. – Exclamo con mucha energía de felicidad. – Espero que estés preparada, maldita zorra.
Ambas caminaron tranquilamente por su hogar hasta llegar afuera de la entrada principal, donde varios carruajes estaban repletos de maletas.
En uno de los carruajes se encontraba un señor alto y corpulento hablando con el que se suponía era uno de los choferes de los carruajes.
El hombre corpulento de al ver a las dos damas en la entrada, sonrió con mucha energía acercándose a estas dos.
A sus dos más grandes tesoros.– Pero miren nada más. Si son las dos mujeres que amo a más que nada en el mundo.
– ¡Papá! – Se abalanzó para abrazarlo desde el cuello, dejando que su cuerpo fuera levantado por el brazo de su padre situado en su cintura.
– ¡Whoa! ¿Qué es esto? ¿Un ataque de amor de mi pequeña? –
– Hija, ten cuidado con tu padre. Buenos días, cariño. –
– Buenos días a las dos reinas de este hogar. Ya está todo listo para ir a la capital. ¿Preparadas?
– ¡Sí! Yo me iré subiendo al carruaje. Ya quiero llegar. – ¡Esto será genial! ¡No tarden mucho!
Marinette soltó a su padre e hizo una pequeña reverencia a sus dos progenitores. Se dio media vuelta, dándole la espalda a ellos dos, con mucha elegancia y delicadeza empezó a dar pequeños pasos en dirección al carruaje principal.
Este era color blanco con una flor Magnolia como logo. Con un color blanco con degradado rosa pálido, por último; en la parte del interior de la flor era de un dorado brillante, al igual que los demás detalles del carruaje.
Marinette ya estando dentro del carruaje, mordió la punta de su dedo pulgar, dejando escapar una risa sin miedo de ser escuchada.
– Lila, haré de tu vida un infierno. Te haré sufrir hasta que supliques que te maten para terminar con tu agonía. Esto será divertido.
– Ahora yo seré la villana de esta historia.
ESTÁS LEYENDO
La señorita vuelve a vivir - [AU MLB]
RastgeleMarinette Dupain-cheng, quien pasó toda su vida como la señorita más elegante, refinada, inteligente pero a la vez ingenua de su época, al igual que su familia, terminó muriendo sin poder ser escuchada y engañada por sus cercanos y prometido. Cuand...