Capítulo 10: La fiesta (Parte II)

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I remember you well in the Chelsea Hotel

You were talkin' so brave and so sweet

                                         Leonard Cohen

La cena comenzó una vez se hubieron vuelto a sentar todos los asistentes, y las mesas se llenaron de platos repletos de manjares deliciosos

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La cena comenzó una vez se hubieron vuelto a sentar todos los asistentes, y las mesas se llenaron de platos repletos de manjares deliciosos. El menú principal se basaba en un codillo al horno tan tierno que se deshacía en la boca, pero también había trucha con cebolla caramelizada, y un sinfín de frutas jugosas, frescas y dulces que Herena apenas había probado a lo largo de su vida: naranjas, dátiles, nectarinas, melocotones...

—¿De dónde provienen estos alimentos? —preguntó la princesa, mientras daba un bocado a un pequeño albaricoque.

—Muchos de ellos se cultivan en las tierras del sureste —contestó Bofur, sentado unos asientos más a la derecha de ella, pues este enano se había convertido en uno de los consejeros de su padre especializado en el comercio exterior tras la reconquista de Erebor—. En Dorwinion y sus alrededores. Allí el clima es cálido y húmedo por influencia del mar de Rhûn, y hay numerosos árboles y plantaciones frutales.

—Y ¿por qué nosotros no comerciamos con ellos? —inquirió el pequeño Frerin, que acababa de zamparse una naranja entera—. Yo comería montones de estas cosas a diario.

—Lo intentamos una vez, pero no dio buen resultado. Nuestras gentes prefieren carne, mayoritariamente; desconfían de los productos que se importan desde tan lejos.

Y mientras los platos iban vaciándose y las copas se llenaban y se rellenaban una y otra vez, las conversaciones mantenidas en la mesa principal, la ocupada por los reyes y sus consortes, se iban enfriando poco a poco, en contraste con el animado ambiente que abarrotaba el resto del salón. Dís y Graella tenían la suerte de conversar juntas, pero estaban sentadas cerca de Dáin y de Mír, y sentían que no podían charlar con total libertad. Además, a su otro lado se situaba la reina Nina, quien tampoco parecía saber cómo hacerse un hueco en la conversación con personas tan distintas a ella misma. Pero el que más tenso estaba de todos ellos era sin duda Brand, pues en su mente había creído que era una magnífica idea sentarse él entre Thorin y Thranduil, creyendo que podría sacar a relucir sus encantos y su elocuencia y así limar las asperezas existentes entre ambos reyes. Nada más lejos de la realidad, el monarca de Valle iba cambiando la dirección de sus conversaciones a izquierda y derecha, sintiendo en carne propia la tensión de la proximidad entre el elfo y el enano, que no sólo parecían molestos entre ellos sino también con Brand, por haber tenido la desfachatez de ubicarlos en aquella posición tan comprometedora.

Tal vez por esa razón, el rey decidió interrumpir el curso de la cena para ponerse en pie y dar una noticia que en un principio había decidido reservar para el final de la velada.

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