____ se convierte en la nueva Hargreeves de la Academia, después de que Reginald haya decidido aceptarla por ser "diferente" a la gente de su alrededor. Es bien recibida por el resto de la Academia, pero hay un integrante que no acepta la constante...
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El día siguiente a la noticia pasó desapercibido. Creo que por un momento, me sirvió bastante enfocarme en otros asuntos, manteniendo así mi mente distraída. No me di cuenta, pero el día había terminado, y ahora estaba en mi habitación. Nuevamente, con Cinco a mi lado. Mientras veíamos algunas películas de terror. Me gustaba este tipo de películas, aunque a veces me parecía algo ilógico: Analizar a detalle un filme para asustarte a propósito? Cuál era el fin de todo esto? Sin embargo, aquí seguía, dando pequeños saltitos cada vez que algo, o alguien, me asustaba.
En cambio, Cinco reía con mis expresiones. Recibía algunos apretones de mi parte, al mismo tiempo que me dejaba esconder mi rostro en su cuello. Él me rodeaba con su brazo, mientras se mantenía a medio recostar sobre mi cama. Podía asegurar que prestaba más atención a mis gritos ahogados, que a la misma película.
- Mierda!!! - grité nuevamente, girando mi cabeza en dirección a Cinco, cubriendo mi rostro con mis manos. La sábana que estaba sobre nosotros había estado siendo torturada desde el inicio de la película.
- Eso no dio miedo, ____, eres una llorona - Cinco terminó de tirarse sobre la cama, y empezó a reír, esbozando una enorme sonrisa en su rostro, permitiéndome así analizar la magnífica estructura de su dentadura. Tan perfecta. Tan brillante.
- Cállate! Toda la película te has concentrado en molestarme, y reírte cada vez que... AHHHH!! - volví a gritar, a lo que está vez, tomé el control y bajé el volumen del aparato - ...solo cierra la boca, idiota - finalize, apagando el televisor. Cinco trataba de ahogar sus risas, para seguir escuchándome, cosa que duró unos pocos segundos
- Eres tan asustadiza JAJAJA - dejó escapar las carcajadas que había estado ocultando todo esté tiempo, llevando sus manos hacia su estómago
- Cállate, si te escuchan, van a descubrir que estás durmiendo aquí - llevé una de mis manos hacia su boca.
En un movimiento rápido, dió media vuelta a nuestros cuerpos, quedando yo por debajo él. Se acercó a mi oido, y susurró.
- Al menos estarían escuchando mis risas, y no esos perfectos jadeos que escapan de tus labios cada vez que te hago mía -
Mi piel se erizó inmediatamente, provocando cerrar mis ojos, para disfrutar del tono de voz de mi chico. Una voz ronca, grave, y en un susurro.
- Acaso disfrutas ponerme nerviosa? Eres como un encendedor, una cerilla, una tetera andante...oh... Una cafetera! - dije sin gracia. Sabía que mis intentos por hace un chiste improvisado siempre resultaban siendo un desastre.
- Una cafetera? Wow, no se si reír o llorar con eso - dijo, arqueando una de sus cejas, tratando de analizar a detalle mis palabras, hasta lograr entender.
- Eres un idiota - dije, rodando los ojos, al mismo tiempo que trataba de quitarlo del frente.
- Que sensible, Ocho - Cinco se apartó de mi, y volvió a recostarse sobre la cama, está vez, indicándome que me recostara sobre su pecho, y eso hice.
