Taeyong es un pequeño niño de 18 años inocente y puro, rodeado de felicidad, pero eso cambia cuando conoce a su daddy "Jaehyun", un apuesto mafioso buscado por la policia de 22 años que se interesó en Taeyong y lo secuestro, ¿por deseo?.
𔘓•No está...
Eran las siete de la mañana cuando la alarma de Shotaro sonó, el rápidamente se levantó tocando su cara y estirandola para despertar completamente.
Shotaro:–No fue real..–.
Shotaro con una sonrisa se puso su uniforme y salió encontrándose con la chica de cabello dorado y una maleta en las manos, vestida con ropa normal.
–Oh, ya estás despierto, lo siento mucho, me iré por un tiempo, espero y te puedas hacer cargo, perdóname por dejarte tal responsabilidad, pero tengo que salir de la ciudad urgentemente–.
Shotaro:–Si si.... ¿regresaras pronto?–.
–No lo sé, te quedarás tú y un chico más, los demás empleados están de vacaciones, te prometo que cuando regrese te lo recompensare, por favor cuida bien al señor Yuta,el esta solo en éste momento–.
Shotaro:–No es necesario, buen viaje, ten cuidado, déjamelo a mi–.
La chica sonrió y casi corriendo con la maleta, salió por el enorme portón.
Shotaro giró su cabeza, encontrándose con Yuta en las escaleras viéndolo a los ojos, poco después desapareció con una sonrisa.
–¡¡Hola!!, mi nombre es Daniel, te ayudaré hasta que regrese la señorita–.
Shotaro:–Muchas gracias Daniel, deberíamos empezar con el desayuno para el jefe Yuta–.
El chico asintió y tomó de la mano a Shotaro, llevándolo a la cocina.
–Yo haré el desayuno, tú puedes preparar el café, parece que el señor Yuta no está del todo sobrio, estuvo tomando de nuevo–.
A Shotaro se le cortó la respiración, recordando lo que había pasado por la noche, no era un sueño.
–Bien, el desayuno está listo, se lo llevaré–.
Shotaro:–¡¡No!!, digo no te preocupes, yo sé lo llevaré, no es la gran cosa–.
El chico le sonrió y paso sus manos por sus hombros.
–Bien, muchas gracias pequeño–.
Shotaro rápidamente agarró la charola, le hiba a demostrar a ése hombre que nadie tenía el derecho a tratarlo así y mucho menos a tocarle, Shotaro todavía esas palabras en su mente "Tines ésto más pequeño y ésto otro".
Shotaro entró estampando la puerta contra la pared, sin miedo revisó con los ojos todo el lugar, no encontrando lo que quería, en su lugar, botellas de alcohol y la tele prendida.
Entró y dejó el almuerzo en la misma mesa de la vez pasada y comenzó a ordenar la habitación.
Shotaro:–Que tonto, desperdiciando su vida en algo cómo ésto– dijo recogiendo las botellas luego de haber cambiado las sábanas, recogido todo y apagado la televisión enorme.
Shotaro salió con dos botellas en su mano, cerrando lentamente la puerta.
Al girar para irse estaba ahí de nuevo, entre la oscuridad viéndolo fijamente.
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