Capítulo 31

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Entro rápidamente a la habitación con ayuda de las muletas. El estar tanto tiempo en la sala de espera llevo mi preocupación a altos niveles, luego de que Rakaj entrara a la habitación donde se encontrara Paola pensé que sería necesario dejarles su tiempo a solas como familia, pero luego de dos horas creí lo peor, hasta que Zyad fue a buscarme.

Paola se ve exhausta y un poco pálida aun, está conectada a distintos aparatos para mantenerla vigilada después de todo un parto no es cosa de todos los días. Escucho como le habla muy bajito al pequeño bulto en sus brazos, el bebé envuelto en una cobija naranja alza su pequeña mano hacia ella.

El rubio tras de mi me alienta a pasar ya que he quedado de pie en la puerta. Me acerco lentamente a ellos, pero me quedo otra vez de piedra al ver a Riad, es pequeño, sus ojos escanean su entorno y el gorro parece molestarle, pero aun así me parece un ser maravilloso. Estoy alegre y nostálgico recuerdo claramente cuando nació Johanna y se trata casi del mismo sentimiento. En ese entonces no entendía mucho porque solo tenía dos años.

—Hola— saludo a Paola en un susurro para no molestar al pequeño— ¿cómo te sientes?

Ella me sonríe apartando la vista de su hijo, sus ojos conectan con los míos y puedo ver en ellos felicidad y amor.

—Estoy mejor, pero eso es lo de menos. No hay palabras para explicar lo que siento hacia esta hermosura— frota su nariz contra la de Riad, este parece molestarle porque arruga su pequeña cara.

—Felicidades— digo con sinceridad.

Rakaj apoya una mano en mi hombro para atraerme hacia así en una especie de abrazo, lo felicito y el murmura un "gracias" luego de apartar las lágrimas de sus mejillas que parecen no parar.

—¿Quieres cargarlo, Axel? — cuestiona Paola.

—Temo lastimarlo— exclamo temeroso.

—Tonterías, tómalo no pasara nada.

Estoy a punto de negarme cuando Zyad me obliga a sentarme en el sillón al lado de la camilla, arrebata mis muletas y las deja fuera de mi alcance supongo para que no siga negándome. En cuestión de segundos el rubio deposita al bebé en mis brazos, procuro no dejarlo caer. Observo sus grandes ojos marrones los cuales me devuelven la mirada averiguando quien es el nuevo y porque lo alejaron de su madre.

—Hola, Riad— susurro muy bajo.

Parece satisfecho porque no tarda en levantar un poco su mano hacia a mí, la tomo y él la aferra con fuerza me acerco un poco más. Riad me suelta de pronto y estrella con torpeza su mano contra mi mejilla no duele ni un poco, pero me sorprende de sobremanera.

La pareja ríe.

—Debe de llamarle la atención tus pecas, no ha hecho eso con ninguno de nosotros— dice Rakaj el cual milagrosamente ha dejado de llorar.

Sonrío. Tomo la mano del pequeño para guiarla hacia mi mejilla ya que aún no coordina sus movimientos muy bien. Esta un rato más experimentando con mi cara cuando bosteza.

—Debe de tener sueño, solo ha dormido unos pocos minutos— recuerda Paola, extiende sus brazos hacia mí.

Trato de levantarme olvidando que no puedo hacerlo por mí mismo, afortunadamente no hago daño a Riad porque solo logro levantarme unos pocos centímetros antes de caer nuevamente en el sofá. Mi pierna izquierda duele haciendo que suelte una exclamación, Zyad toma el bebé de mis brazos y se lo entrega a Paola que parece más preocupada por mí que por su hijo recién nacido.

—¿Estas bien? — pregunta Rakaj evaluándome.

—Sí, solo lo olvide. No se preocupen— le reste importancia.

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