Sé que me tienen acorralada, con cualquier movimiento que haga, me dispararán. Miro al pequeño que sale corriendo para esconderse detrás de una carreta. "Bien... creo que estoy acabada". Cierro los ojos y alzo las manos dando un suspiro, levanto la mirada y en ese preciso momento, una piedra pequeña golpea la mejilla derecha de uno de los gendarmes, su compañero lo mira confundido y es justo ese movimiento de ojos el que me da la oportunidad de escapar.
Salgo corriendo hacia la dirección del niño y enseguida escucho los disparos detrás de mí, tomo la mano del menor y comienzo de nuevo mi carrera por las calles del pueblo. —Bien, desde ahora tú me guías, muéstrame el lugar del que hablabas. —El pequeño me jala y termina metiéndonos por un callejón estrecho y que huele a orina; al final de este, puedo ver un jardín con el pasto de un color amarillento, y es justamente este herbaje seco en el que nos adentramos, permitiéndome escucharlo crujir y rasguñar mis piernas como si de espinas se tratasen.
—Hay un molino arrumbado a unos cuantos metros, un hombre comerciante siempre hace una parada ahí para descansar. Al parecer, les compra a varios campesinos en Sainte-Marie-de-Ré; él te podría ayudar. —Lo miro con seriedad mientras sigo caminando. —Esos hombres ya nos dejaron de seguir, nunca los había visto ir tras alguien con tanta determinación. —El niño se para en seco y mi mirada se encuentra con un molino que apenas se sostiene en pie.
—¿Es seguro? No quiero morir aplastada... —El chico me mira con una sonrisa.
—Es seguro, he dormido varias veces aquí durante el invierno. Es muy cálido debido a la paja que hay dentro.
Lo sigo hacia el interior del molino, efectivamente hay montones de paja y huele a forraje; decido ponerme cómoda y me siento sobre una parva al lado de mi contrario —¿Cómo sabes tanto sobre ese comerciante? — El niño me mira a los ojos y siento como si hubiera visto a través de mi alma, enserio su mirada puede ser realmente intimidante.
—De vez en cuando lo ayudaba con su trabajo. Soy un niño de la calle después de todo, se supone que debo encontrar la manera de vivir; aunque ahora ayudo a las tiendas locales con sus entregas, y a veces ayudo a la señora Peggy a hornear, es una actividad desestresante.
—¿Así que tu sueño frustrado es ser chef?
—Solo lo disfruto, también me gusta coleccionar piedras y de vez en cuando dibujo.
—¿Quién lo diría? Eres un niño artista. —Suelto una risilla.
—¿Y tú qué eres? —Su pregunta me es clavada hasta lo más profundo de mi conciencia, y lo peor es que él ni siquiera es consciente de ello. Desvío mis ojos hacia el suelo, y sin querer, mis manos comienzan a moverse con nerviosismo.
—Era el ama de llaves en la casa del alcalde Belmont. Me encontraron en un naufragio cuando tenía 5 años. Desde ahí tuve que sobrevivir sola, aunque de vez en cuando ayudaba a la señora Peggy en la limpieza, a coser o con su jardín; también me volví gran amiga de sus hijos, pero hace años nos los veo porque se mudaron a Aytré.
—Me llamo Kalet. —Lo miro confundida, pero su actitud tajante me parece divertida.
—Mucho gusto, yo soy Soleil. —De pronto, un dolor enorme en mi abdomen me hace levantarme rápidamente y unas ganas terribles de vomitar me obligan a correr para salir del molino. Afortunadamente, logro llegar al exterior antes de que mis piernas dejen de responder, y pongo mis manos en mi abdomen mientras miro al cielo.
—¡Soleil, estás sangrando! —Por fin noto el líquido rojo manchando mi entrepierna y parte del forro blanco del vestido. —¡¿Te golpeaste tan fuerte al caer?!
Miro al niño con preocupación. —Dudo que haya sido por eso, la caída no fue tan fuerte, más bien... el golpe en el barandal. —Hago esfuerzo en mis brazos para ayudarme a levantarme. —Necesito tomar una ducha, sino podría infectarse.
—Dime qué está pasando para saber cómo ayudarte.
—No puedes ayudarme, Kalet, solo eres un mocoso.
—¡Tengo 14, puedo ayudarte, soy casi un adolescente!
—¡Aún eres un niño! —El dolor abdominal vuelve en el momento que grito, haciendo que suelte un quejido. —Te lo contaré después, solo... muéstrame un lugar donde pueda bañarme.
Kalet me mira con desconfianza y preocupación, no tengo idea de por qué se alarma tanto si me acaba de conocer, será que su sentido de supervivencia está algo roto o solo es imprudente. El niño comienza a caminar en silencio, yo solo me limito a seguirlo; después de todo, ya ha caído la noche, casi toda la calle está en completa oscuridad y la mayoría de las personas ya se encuentran dentro de sus casas, a excepción de los borrachos que se escuchan gritar en una de las cantinas, supongo que las malas costumbres nunca mueren.
Entonces una idea cruza mi cabeza, necesitaba un nuevo atuendo, quizás hasta sería buena idea cortarme el cabello. Mientras camino, miro por las tiendas cercanas, algunas vendían pan, velas, sombreros, y ropa; esta última me hace pararme en seco para poder apreciar un vestido de color azul marino, con un corsé beige y una camisa blanca de lo que parecía ser lino. Kalet inmediatamente posa su mirada en mí y suspira.
—No podemos robarlo, ya hiciste bastante en este pueblo; quizás deberíamos pedirle ayuda a la señora Peggy. —Lo miro con una ceja alzada, no puede ir enserio; su rostro sereno me muestra que, en realidad, sí piensa en ello como una opción. Bueno, no es una idea tan descabellada, es una persona muy dulce después de todo, aunque ahora creo que está bastante molesta conmigo.
—Ve tú, nunca más podré mirarla a los ojos.
El castaño me mira intensamente durante unos segundos, como si estuviera maldiciéndome en su interior antes de dirigirse a la casa deslavada; decido sentarme en un banquito en uno de los callejones de la ciudad, puedo escuchar las risa de los alcohólicos a pocos metros de mí y eso hace que mi cuerpo se tense, incluso algunas gotas de sudor frío caen por mi frente. La ventaja es que es un callejón oscuro, tal vez no logren notar mi presencia. Los pasos se acercan cada vez más, hasta que puedo observar en la calle a dos hombres que caminan en zig-zag. Afortunadamente, no me han visto y así vuelve mi tranquilidad.
—Soleil —. Suelto un grito ahogado y todo el vello de mi cuerpo se pone de punta, por un momento pienso en golpear a la persona, pero me controlo al ver al pequeño niño al lado de mí.
—Me asustaste...
—Te conseguí una muda de ropa interior. La señora me iba a dar un vestido, pero creo que si vamos a huir de la justicia, lo mejor es llevar algo más cómodo como un pantalón; además, así será más difícil reconocerte. —No puedo ver bien la ropa debido a que la única iluminación era una tenue lámpara de gas, pero honestamente no me importa en lo más mínimo cómo luce.
—Gracias, entonces... ¿Dónde puedo bañarme?
—El único lugar que se me ocurre es la costa si no quieres ver a la señora Peggy, pero debemos ser sigilosos para llegar hasta ahí, seguramente para esta hora hay varios gendarmes buscándote.
Me levanto y ambos caminamos en dirección al puerto, procurando cruzar por los callejones más oscuros para evitar ser vistos por cualquier autoridad. Finalmente, llegamos a la costa, la marea está realmente alta y el mar está picado; miro al chico y le hago una señal con la mano para que se retire un poco. —Cuida que no venga nadie, y no mires.
El niño deja la ropa sobre la arena alcalina, después corre hacia el puerto y se sienta en la madera con las piernas cruzadas, dándome la espalda. Ahora solo debo quitarme de encima este vestido; a pesar de su color negro, puedo notar las manchas de polvo y el maltrato de la parte inferior de la falda, incluso hay algunas partes rotas en el poco encaje blanco de las mangas y el corpiño. Doy un suspiro y como puedo jalo los cordones del corsé para quitármelo, me saco de encima el camisón y los enormes shorts bombachos que fungían como ropa interior. Después, corro hacia el interior del agua y sin pensarlo demasiado, sumerjo todo mi cuerpo dentro del helado líquido, evitando mojar mi cabeza para prevenir un resfriado.
ESTÁS LEYENDO
El secreto de Soleil
Misterio / SuspensoLa ley de la vida nos enseña que solo hay dos opciones: comer o ser comido. Cuando finalmente la cacería comienza, la mejor opción que puedes tomar para sobrevivir es convertirte en un lobo solitario, sobretodo cuando el cazador es un depredador pod...