No recuerdo el momento en que me quedé dormida.
Me sentía nerviosa, con un calor agradable en mi espalda, sentía que mis piernas reposaban sobre un blando y tibio lugar, apenas percibía la textura de la tela sobre mí, ¡Qué sensación tan agradable, Merlín!
Mis labios tenían algunas palabras que se repetían una y otra vez en consecuencia de un bello sueño donde había besado a mi profesor. No quería encontrar un completo descanso placentero sólo vivir algo nuevo y que con todas mis fuerzas pienso que merecía.
Tocaba la cama, despejando lentamente las nubes al despertar, palpar una superficie cómoda y familiar. Mi cama, era mi cama, no había duda, pero esa noche era más agradable que otro día, opuesto a la soledad.
La cama era eso, lo mejor que podía tener después de mucho trabajo, de leer tantas horas seguidas, de pensar qué me ponía de buen humor o recordaba sobre ella.
Repasaba largas listas pendientes del subconsciente, el check principal como vivir plenamente, sin culpas o temor, sí, algo más sucedía y lo supe al sentir una larga y pesada extremidad sobre mi cintura.
Algunos grillos allá afuera, detenían sus cantos interesantes, quizá en aviso de que estaban a punto de morir las primeras horas de la madrugada. Estos animalitos no necesitaban relojes físicos, la naturaleza les enseña desde que nacen cuándo callar y dejarse llevar al mundo tranquilo del silencio cerca de las cinco de la mañana.
-Hola -su voz salió grave, llena de curiosidad, mi hermoso pocionista despertó cuando me moví para comprobar que no estaba en una de esas pesadillas donde la cama me atrae al centro y no me deja gritar.
Esta noche era distinta, la extremidad que me sujetaba era enorme, larga, pálida, con algunas cicatrices por el antebrazo y una ligera cuenta de vellosidad masculina.
-Hola... -respondí en un parpadeo lento, tenía muchísimo sueño pero esa valentía mía que a veces no quiere medir las consecuencias, hizo que añada más letras al saludo, estaba detrás de mí, nuestros temperaturas se mezclaban-, ¿Cómo estás?
-Compruebo que esto no sea un engaño -habló lento, sin esconder que apenas había despertado.
-¿Un engaño? -pregunté suave y giré hacia mi derecha para chocar con su largo rostro. Sus labios estaban a unos centímetros de los míos ¿Engaño a quién?
-Un engaño de mi mente. Al principio creí que dormía pero ha sucedido, sucede, te siento y eres tú, mi piel y la tuya se han conocido -lo dijo ronco, como supuse que él sería de madrugada.
-Tienes razón, ha sucedido y fue hermoso, Severus. No sólo un saludo casual, no sólo la excusa de regresar a ver al otro dentro del aula de un castillo, no castigos sin razón o vigilias en pasillos cercanos a la biblioteca en las madrugada, no sólo regalar café caliente en invierno -susurré frente a su rostro, con esas palabras que sabía bien, me entendía.
-No más de eso, te he dado todo lo que conozco físicamente de mí y ahora también quiero darte eso que no conozco y no se puede ver con estos ojos, Hermione... -me dio una caricia sorpresiva en el rostro-, todo lo que quieras y puedas sentir. Quiero darte todo lo que me pidas...
-¿Se suele decir eso después del sexo, profesor?
-No sé si se suele decir, esto te lo digo yo.
-¿Vas a darme todo lo que pida?
-Sí por su puesto.
-Entonces quiero la cabeza de Draco Malfoy.
Él alzó una ceja en acusación.
ESTÁS LEYENDO
SEVMIONE - Confía En Mí
FanficSevmione Historia Primero el presente y después el principio Severus y Hermione tienen algo que no se terminó de resolver