capítulo 2: el primer día

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Después de mil horas esperando a que el autobús llegara a su destino me levanto observando y dispuesta a entrar a mi nuevo instituto.

Me fijo que Helena no está lo cual se me hace muy raro pero lo dejo pasar y entro por la puerta principal. Todas las miradas se fijan en mi, es obvio no? Soy la nueva.

Sin miedo alguno subo las escaleras hacia mi clase y me paro en el pasillo de la segunda planta, tenía una mala sensación algo iba a salir mal.

Me dirijo hacia el aseo para fumarme el último cigarro que me quedaba, asegurándome de que no me veía nadie.

-No sabía que fumabas - dijo Helena mientras que se terminaba su cigarro mirando las hermosas vistas que teníamos por el patio del instituto.

-¿Tanto te importa? - dije en un tono prepotente- me sigues a todos los lados no se que te esperas - proseguí diciendo mientras me encendía el cigarro.

-Yo no te sigo, es casualidad - dijo Helena un tanto nerviosa.

-Pues acostúmbrate, vivimos juntas - le dije mientras me terminaba el cigarro y lo tiraba por la ventana, echo eso continué andando hacia la salida.

Cuando salí en frente de clase había un grupo de chicxs que cuando me vieron empezaron a reírse, yo los ignoré por qué no quería meterme en líos el primer día de clase y me fuí a un banco que estaba fuera de clase a seguir leyendo el libro de "asesinato de Platón" de marcos chicot.
De pronto se acerca uno de los chicos un tanto moreno, pelo rizado y estatura media. Empieza a vacilarme y mi mirada seguía en el libro hasta que de repente intenta coger el libro, como dato curioso yo odio que me interrumpan mientras leo y menos que me quiten mis libros.

-Ni te atrevas a quitármelo - le dije sin despegar la vista de el libro.

-Y si me atrevo, ¿que pasa? - me respondió en tono chulesco y riéndose con sus amigos.

-Atente a las consecuencias entonces - dije mirándole con una mirada profunda y desafiante.

Acto seguido el chico se ríe y me quita el libro arrancándole una de las hojas, enfurecida me levanto y lo estampo contra la pared.

-A mi, niñato, no me vacila nadie - le dije a pocos centímetros de su boca y agarrándole el cuello.

El miedo se apoderaba de su cuerpo, no podía apenas hablar y le temblaban las piernas. Acto seguido le pego un puñetazo y le empieza a sangrar la nariz.

Tardó poco en formarse un circulo alrededor de él y yo salí como si nada al aseo a fumarme el cigarro que le acababa de robar.

La gente me miraba raro, pero no entendían que me había defendido y que, no iba a dejar otra vez que me acosasen o me hiciesen daño.
Helena estaba en una esquina admirando todo lo que había pasado, me miró y me sonrió con la típica sonrisa picaresca que tiene a lo que yo le respondo guiñándole el ojo y devolviéndole la sonrisa.

- Esa chica tiene que ser mía - pensé



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