El dolor y su personificación en Ruth
La noche anterior le había contado todo a Ruth, esta me aconsejó que me olvidara de Owen, que este no planeaba nada bueno conmigo, que solo me usaría para jugar y sentirse superior por estar engañando a una chica tonta de apenas catorce años, pero mi interior, mis deseos, mi ansiedad me decían otra cosa, me empujaban a terminar mal pero completamente complacida. Mi conciencia quería olvidarse de él, pero mi ganas, mi euforia querían comerle la boca en cuanto tuviesen la más mínima oportunidad.
Era 1 de mayo y debía participar en el evento que harían por el día de los trabajadores, pero mi cama me necesitaba más que uno de esos desfiles que a donde único la gente iba era a sudar y desgastarse, perdón lector y tus formas de pensar, eso es lo que creo, ya que nunca me gustaron ese tipo de eventos. Era algo un poco inlogico pero siempre me sucedía, el día que tenía que ir a la escuela dormía como si no hubiese un mañana, ah pero en los días que si debía ir por estas fechas conmemorativas me levantaba más temprano que una gallina y aún así no iba o estaba segura de eso. Esta vez me encontraba al costado derecho de la cama, estaba excelente, cálido y comfortable, el otro lado sabría que estaría congelado así que me quedé quieta sin moverme en ese. Un pequeño rayito de sol entraba por la ventana, ya estaba amaneciendo y a mi madre le quedaban minutos para entrar, levantarme y obligarme a toda costa a ir al maldito desfile.
Y mientras miraba el rayito de sol solo pensaba en que mi fiesta de quince años ya estaba cerca, ya pronto llegaría a la edad que toda chica espera. La edad de poder maquillarse sin problema, de poder afeitarse, aunque esto ya lo había hecho de mucho antes, la edad de presumir las bubbys que estaban creciendo, de ponerse vestidos y faldas cortas, de cambiar el look, en fin ya pronto estaba llegando la edad de convertirse un poco en mujer y dejar lo de niña atrás. Y bien les pudiera decir que quería un fiestón por todo lo alto, con una decoración hermosa de globos rosados y blancos, un vestido rosa claro con encajes en los hombros, si de esos que salen en las pelis de princesas, con unos zapatos blancos no tan altos, pero si de tacón fino, esos tan elegantes que solo de mirarlos te caes aunque no sean tan altos <<pues bien a esos me refiero>>.
Mi fiesta ideal sería con mucha bebida y música, ver a muchas personas aplaudir al verme llegar con un apuesto galán, bailar el vals y luego terminar con una estupenda coreografía con la canción "Despacito" de Daddy Yankee de fondo, todo eso que pensaba era muy bonito y quizás pudiera que sucediera, sino fuese porque mi circulo de amigos era demasiado pequeño y solo un milagro podía hacer que mi fiesta fuese así como tanto la deseaba.—Pero si la señorita Dash ya está despierta, que eficiencia, ¿ya estamos tomando responsabilidad? —me preguntó mi madre al ver que ya no dormía—. Al abrir la puerta bien sigilosa le respondo:
—Si estoy despierta madre, pero no iré a ese desfile, y por cierto siempre he sido responsable, lo que este evento me da una pereza de infarto —le comenté antes de que me lo mencionara.
—Dash no discutiré contigo sobre esto, yo si tengo que ir y estoy bastante apurada para a esta hora de la mañana convencerte de que debes cumplir con tus deberes de la escuela, solo te diré que si luego me manda a buscar tú directora por esta razón, varias cosas de tu cómoda y despreocupada vida van a cambiar —Y ¡Pum! cerró la puerta de un tirón.
¡Waooo! esto me dejó pensando mucho, mi madre nunca me había hablado así, pero igual no iría, solo se me debía ocurrir algo para no aparecer en la lista de faltantes y la directora no formase un alboroto, ya se me ocurriría algo mañana en la escuela. Y bueno ya no debía seguir en cama, igual ni sueño tenía. Así que me levanté y fui a la cocina.
...
—¡Desgraciada, no debiste haber nacido! —escuché altos gritos a lo lejos, mientras me preparaba el desayuno.
ESTÁS LEYENDO
Otra cicatriz ©
Roman d'amourMuchos intentaron leerla, pero quizás pocos la lograron entender.