De Ízaro para Xiro: b4 their 'scape.
<<¿Dónde carajo estás, Ocho?>>
— Aún no me ha respondido...
Xiro deambulaba alrededor de la escuela, esperando a Ízaro; quien - como suele suceder - no estaba aportando mucho desde su punto de vista.
«A veces quedarse sin carga en el celular no es tan malo» piensa ella. Después de todo, lo único que se pierde son los mensajes de los chicos.
— Mierda, Ocho. Si él nos castiga por ésto...
El chico se detiene abruptamente en la salida debido al abrumador silencio.
Normalmente, le gusta el silencio - salvo que se trate de música -, pero hay un tipo de silencio que le resulta ensordecedor y es ese el que se vuelve angustioso.
Todos han dejado el instituto a estas alturas, salvo ellos. Ni siquiera los estudiantes con extracurriculares siguen ahí, salvo ellos. Luce desértico; sólo faltarían esos clásicos matojos rodantes que no faltan en películas.
Su instituto es un buen lugar; agradable sobre todo, y a la vista también. La estructura del edificio es distinguida de otras preparatorias pero, a la vez, lo torna en - de alguna u otra manera, o de varias maneras - un centro de atención.
Entonces deja de ser más bonito que peligroso.
Se dirige hacia la derecha apenas cruza las puertas principales y recorre las ventanas de algunas de sus clases y de algunas otras que no son suyas. Llega a uno de los extremos exteriores y dobla en la esquina, sólo para encontrarse con que Ízaro tampoco está ahí; lo cual es, de hecho, raro de ver.
Ese es el "lugar especial" de Ízaro. Lo frecuenta siempre que terminan las clases y cuando se siente somnolienta, porque normalmente no está lleno de basura o son cantidades mucho menores y suele estar dentro de los contenedores, de manera que no huele mal. Es también el lugar en el que se ven para ir directo a casa después de una jornada de lo que se supone es aprendizaje. Pero él ya recorrió toda la instalación y buscó en su lugar especial unas 8 veces.
Ese parece ser su número de la suerte, aunque establecido por él mismo.
En algún momento la quiso lo suficiente como para confiarle incluso su destino, aunque no crea en el destino. Hasta la fecha, no ha cambiado el número. Lo más probable es que sigue esperando una disculpa de parte de ella y ella sigue esperando que él la perdone sin haberse disculpado.
Irónico, ¿no?
No parece haber callejones. aunque no ha corroborado nada; pero lo afirma por lo que puede ver desde donde está parado (así que no es muy fíable). No hay callejones cerca de la escuela; o en la zona. Y está bien; es bueno: Bueno para ellos.
Siempre, por alguna razón, vio los callejones como una equivalencia a peleas callejeras. (Leyó demasiada literatura basura cuando chico). Peleas en las que ambos resultan involucrados y deseando no terminen en prisión, así sea por un rato. La libertad condicional no sólo no suena bien sino que tampoco lo es.
Aunque, tal vez - y sólo tal vez - es mejor que esa espantosa casa: La misma a la que llamarían hogar en otro contexto.
Unos pasos más adelante se encuentra con dos de los contenedores de basura y algunas bolsas llenas de lo mismo; no es de sorprenderse que apeste.
«Con razón huele a muerto» piensa.
No es un lugar agradable para esperar a alguien que, de acuerdo a él, espera no llegar a verlo de nuevo. Por alguna desconocida razón - y un erróneo pensamiento - siente que ella lo ha estado evitando; así ella no tenga motivos para evitarlo y él no tenga motivos para creer eso. Suele asumir cosas de los demás sin siquiera tener razones para hacerlo. Como si ese mal hábito estuviera hecho de un toque adictivo y una pizca de cinismo.
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I'll see yøu in hell
Short StoryDespués de varios incendios simultáneos en la capital de Massachusetts, los crímenes violentos van en aumento y las pistas - en decenso. Lo que se creyó un incidente, coincidencia, patrón y acción del enemigo daría lugar a un holocausto que azotaría...