—Hay algo que llevo tiempo sintiendo que debo contarte, Elsa.
—Dime, Yelena. Sabes que puedes contarme lo que sea.
—Ya... ¿Recuerdas la charla que tuviste hace unos años con tu hermana y tu cuñado sobre vuestro... bueno, parentesco?
—No creo que pudiese olvidarlo aunque quisiese.
—Bien, no terminé de contaros toda la verdad.
—¿Qué verdad, Yelena?
—Como ya os dije, Iduna no era hermana de Sikká... era su hija.
—Q... ¡¿qué?!
—Sikká era demasiado joven cuando se quedó embarazada de Iduna, y el padre, una deshonra para nuestro pueblo, huyó para no volver en cuanto supo la noticia.
—Pero eso convierte a Kristoff en...
—Así es.
—¡¿Por qué no nos lo dijiste?!
—¿Qué habría cambiado? Al menos ahora se sienten tranquilos y felices.
—Sí, y ella está embarazada otra vez. ¡Podrían haberlo evitado!
—Sí, tienes razón. Su primera hija es la prueba viviente del autocontrol que tienen esos dos.
—Eh... pero, esto es diferente...
—Escucha Elsa, sé que tú también puedes sentirlo. No habrá bebé en el mundo que nazca enfermo de la unión de esos dos. Son los hijos de dos elegidas por la madre naturaleza. No es casualidad que su primera hija estuviese perfectamente sana. Y has podido sentir su poder, ¿verdad?
—Sí... aunque creo que ellos aún no lo saben.
—Su unión está bendecida por la naturaleza y guardada por los espíritus, incluyéndote a ti.
—Entonces, ¿crees que es algo así como el destino?
—No sé si es el destino, Elsa. Ni siquiera sé si existe tal cosa. Pero la tierra les quiere unidos y les protegerá a toda costa. No debes preocuparte.
—Lo que no entiendo es... ¿cómo no les dijo nada de todo esto el Ahtohallan?
—Tú sabes mejor que nadie cuál es el precio de los secretos.
—Sí... mejor que no hayan llegado tan lejos.
—Y, ¿bien? ¿Se lo dirás?
—No sería quien soy si no le guardase algún secretillo que otro a mi hermana, ¿no?
—Permíteme decirte que tu hermana conoce más de tus secretos de lo que tú te crees.
—¿Qué? ¿Ella sabe de...?
—Honeymaren y los demás se preguntarán dónde estamos. No les hagamos esperar.
—¿Yelena? ¡Yelena! Espera, ¡no me ignores! ¡Yelenaaaaa!
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Las cosas que importan
RomanceAnna y Kristoff viajan al Ahtohallan en busca de respuestas, pero encontrarán respuestas que no esperaban. Descarga de responsabilidad: no poseo nada más que mi propia vida.