Esta es la historia de Yuro Suroy, un joven de 20 años que luego de renunciar en la Geoarmada de Liyue, decide viajar a Mondstadt para unirse a los caballeros de Favonius, esperanzado por tener una épica aventura que sería contada en libros. Sólo pa...
-"Entonces, ¿dices querer renunciar a tu cargo como soldado de la Geoarmada?"
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Preguntó la mujer de cabello blanco y vestida con ropas extravagantes. Esa mujer es Ningguang, una figura muy importante de la ciudad Liyue, La Nación de los Contratos.
-"Si. Lamento molestarla a usted con este tema, Equilibrio Celestial, pero como las cosas se han un puesto algo ajetreadas con el Rito del ascenso a la vuelta de la esquina.."
-"No te preocupes, a pesar de las celebraciones en las fechas próximas, tengo bastante tiempo libre..." - Mencionó el Equilibrio Celestial con calma. -"¿Le molesta si pregunto que piensa hacer ahora?" - Preguntó con un tono no muy interesado mientras firmaba unos papeles. -"Aun es usted muy joven para jubilarse."
-"Tengo pensado algo... Un trabajo en Mondstadt." - Respondí.
-"Ya veo..." - Sigue firmando sin mucho interés, hasta que en un momento se detiene y me observa. -"¿Ya casi termino con la firma de tu carta de renuncia, podrías decirme tu nombre?"
-"¿Mi nombre? Bueno, mi nombre es..."
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Mi nombre es Yuro, Yuro Suroy, tengo 22 años y viví en Liyue gran parte de mi vida, desde pequeño admiré a la Geoarmada debido a que se me eran contadas diversas historias sobre grandes hazañas que ellos lograban, pelear contra dragones, enfrentar bestias que sobre pasaban el entendimiento, e incluso se les consideraba héroes. O eso me contaban de niño, a los 16 años me di cuenta de que no eran más que fantasías.
Fueron seis años de mí vida en la Geoarmada, pero nada pasó. Lo único que hacía era encerrar borrachos, encargarme de hurtos menores y con suerte golpear un Hilichurl al día, talvez era bueno que las cosas se mantuvieran tranquilas, pero esto no era para mí, no entrené toda mí vida para golpear un borracho o uno que otro acosador.
Y peor aún, manifesté mi Visión Geo a los diez años, por lo que estaba cada vez más emocionado por proteger a las personas de los males del mundo. Mis compañeros de la Geoarmada mencionaban que debería volverme aventurero, pero meter mis narices en dónde no me llaman solo por tesoros no es lo mío.
