I did it again!

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Habían pasado exactamente 12 horas con 54 minutos desde el encuentro con Rosé.

Su cabeza daba vueltas.

¡Debería estar loca por decirle que era lesbiana!

Nunca antes le había atraído una mujer. Ni siquiera un hombre, pero sintió la necesidad de que su vecina creyese que le gustaba su mismo sexo.

Después de aquella revelación, Roseanne tuvo que irse por un mensaje que era muy importante. No logró descifrar el rostro de la chica al verlo, pero sintió que tenía mucha prisa por la forma en la que había salido por la puerta de su casa.

Repetía una y otra vez la pequeña charla que había tenido con la universitaria y no podía evitar sentirse como una niña a la que le daban una bolsa de caramelos.

No había dormido en toda la noche y eran las 4 de la madrugada. Miró hacía afuera esperanzada de que, de alguna manera, estuviese su vecina.

¡Sorpresa!

Roseanne se encontraba mirando hacía su dirección provocando un gran sonrojo a la menor. La chica le sonrió satisfecha. Le indicó con un gesto que se acercara y pudiesen charlar. Lisa no lo dudó y se dirigió ahí con pasos veloces.

—Hey—Dijo la pelinegra tratando de sonar natural.

—Hola Lis ¿No puedes dormir? —Preguntó la chica. —No pareces del tipo que se desvela.

—Oh... —Se sonrojó. —La verdad es que algo ha estado rondando por mi mente y me ha quitado el sueño. ¿A ti?

—Acabo de regresar de una reunión universitaria. —Le dedicó una pequeña sonrisa. —¿Qué es eso que te mantiene en esa pequeña mente tuya?

Lisa tragó saliva. —Me interesa alguien.

La rubia hizo un sonido se sorpresa o de disgusto, o de desilusión. La menor no podría decirlo con exactitud. Esperó a que su vecina respondiese pero se quedó en blanco.

—¿Eh? —La australiana la miró con verdadera sorpresa. ¿Lisa no se había enamorado? —Estás diciendo que... ¿Nunca has tenido pareja?

La pelinegra la miró muy, muy sonrojada y con una voz a penas inaudible contestó...

—No.

—¿Entonces nunca has dado tu primer beso? —Lisa negó con la cabeza. —Oh Dios... ¿Entonces nunca has tenido sexo?

Rosé había levantado un poco la voz durante esta última pregunta. La menor la miró con una mezcla de horror, vergüenza y sorpresa, negó nuevamente.

Lisa observó como, lentamente, la universitaria soltaba aire.

—Yo te podría enseñar. —Sugirió de pronto, asustada por si la pelinegra la rechazaba. —Así que a la primera chica que quieras, sabrás como besarla.

El corazón de Lisa no podía con tanto, la miró pero no supo que era lo que sus ojos decían. Se perdió en el universo que estos mostraban. Un universo lleno de colores, sentimientos, sentidos y perspectivas. Sin dudarlo, le dio la respuesta.

Empezarían su primera lección al día siguiente.

Oops... I Did It Again!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora