••Acuerdos••

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Lud saltaba de un lado a otro haciendo aparecer fuegos artificiales.

-Esto es increíble mocosa, no te arrepentirás te lo aseguró -

¿Acababa de llamarme mocosa? ya se estaba pasando con sus estereotipos.

-Te recuerdo que me llamó Victoria -informe.

-Lo se, pero, es que cuando lloras se te salen mucho los mocos -recalcó.

Dios que vergüenza. Corrí hacia el armario y saqué un pañuelo para enseguida limpiarme la nariz.

-De ahora en adelante serás "Mocosa", conste, no te vayas a enojar porque es de cariño -

-Piensa en otro apodo ¿Si? -sugerí.

-Es ese o vómito de puerco -

Definitivamente Lud no tenía remedio.

-Mocosa entonces -dije suspirando.

-Ahora que me aceptaste, y que ya puedo hablar contigo civilizada mente y no al estilo ogro. Debemos llegar a varios acuerdos-informó.

-Que bueno que lo mencionas porque yo también tengo algunas condiciones para nuestra sana convivencia -comenté.

-De acuerdo, las mocosas primero -exclamó cruzando los brazos.

-Debes quedarte aquí en mi habitación -

-Regla número treinta y uno. Los amigos imaginarios se trasladan con su portador, en pocas palabras, no puedo alejarme de ti -informó.

-Pero cuando vaya al baño te quedas afuera -dije seriamente.

-Por supuesto, no te quiero ver poponeando -aseguró con una muñeca de desagrado.

-Tampoco cuando me esté duchando -recalque.

-¿Por qué? ¿Escondes un tiranosaurio? -dijo sorpresivo.

Estaba hablando en serio o solo era otro de sus chistes malos.

-No, es que.. ya sabes, no te hagas el tonto -murmuré.

Esté me miró incrédulo, como si mi cara fuera un acertijo que necesitase resolver.

-Que no quiero que me veas como Dios me trajo al mundo -

-¿En una nube? -preguntó.

-¡Desnuda Lud! Sin nada de ropa -dije perdiendo la paciencia.

Quedó pensativo con los labios entre abiertos, al parecer procesando lo que le había dicho. Después de un par de minutos reacciono con una mueca desagradable.

-No.. no eso jamás eso yo nunca.. Diaag -

Su reacción fue como la de un niño. Con esto descubrí que Lud solo poseía un conocimiento limitado e inocente.

Decidí cambiar el tema, dándole la oportunidad para que expusiera sus términos.

-Asigname un lugar para dormir -propuso.

-¿Tú duermes? -

-No, solo me sumerjo en un estado de reposo con los ojos abiertos. Pero si quieres, puedo recorrer la casa y espiar a la gordinflona mientras tú roncas -sugirió.

Esté si que tenía unas ideas descabelladas.

-Luego te traumas -dije negando con la cabeza- ¿Que parte de mi habitación prefieres?

Miró a su alrededor con una mano en la barbilla, luego se asomó debajo de la cama.

-¡Decidido! Escojo allí abajo. Es espacioso, oscuro y con arañas -exclamó con alegría.

Tres CondicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora