Extra, capítulo once

9.8K 1.2K 861
                                    

La tensión instaurada dentro de mi habitación era insoportable. Nos envolvía un silencio sofocante que solo era interrumpido por los sonidos de los utensilios de los estilistas que estaban sobre mí. Mariano se encontraba en un rincón, apoyado al lado de la ventana escribiendo algo con prisa en su teléfono. Habíamos peleado a gritos, estaba tan lleno de furia por mi desaparición, que me obligó a confrontarlo con autoridad.

—¿Quieres algo especial?

Observé a Rudy a través del espejo y negué. Estaba jugando con mi cabello húmedo, listo para comenzar a arreglarlo.

—Solo sécalo, supongo que no hay tiempo para algo más.

—Sí, lo tenemos encima —intervino Lucy que aún se mostraba seria conmigo.

Estaba harta de todos, de la forma en la que me reclamaron, de las miradas cargadas de reproche. Respiré hondo mientras Rudy comenzaba a peinarme. Debía hacerme una pequeña sesión con un fotógrafo que me esperaba abajo y coordinar los últimos detalles de la fiesta.

—El tiempo encima y todavía te diste el lujo de encerrarte en el baño. Te tardaste más de cuarenta minutos duchándote.

Ignoré a Mariano, sus palabras y su mala mirada. Me había tomado el tiempo necesario en el baño, quería relajarme y quitarme el olor de Pablo de encima. Me avergonzaba más de lo que pudiera admitir todo lo que estaba pasando. La forma en la que había llegado a mi casa, y lo que pudo haber pensado mi mamá al respecto.

En cuanto terminaron de arreglarme las dos personas que estaban a cargo, salieron de mi habitación. Lucy se encargó de acompañarlos hasta la puerta dejándome solo con el idiota que parecía querer asesinarme. Pese a su evidente molestia, me mostré tranquila. No le di el placer de intimidarme con ese ceño fruncido y la mirada despectiva. Caminé hasta mi clóset para tomar el vestido dorado colgado de un gancho.

—¿De verdad ni siquiera vas a pedir disculpas?

—Mariano, ya basta —pedí llenándome de paciencia.

—No, no voy a parar, Camila. Estaba angustiado por ti, tu mamá desesperada. Lucy buscándote como loca y te apareces como si nada. ¡Con ese imbécil!

—Ya gritaste y pataleaste por esto. ¡Ya basta!

—Estamos en plenas grabaciones del programa, enfocados en todos los proyectos que tenemos en puerta. ¿No entiendes que no es momento para hacer ese tipo de estupideces?

Me quité la bata para ponerme la ropa interior que estaba sobre la cama, fingiendo que no lo escuchaba, que no estaba ahí, con los brazos cruzados zapateando como un idiota.

—Busca mis zapatos —ordené.

—Mira como te dejó.

Su expresión de asco lo único que me causó fue risa, estaba viendo mis pechos aún enrojecidos, y las marcas de sus besos sobre ellos. Me puse el bra con prisa renegando de mi piel sensible. Las huellas de mi noche fuera de control eran más evidente gracias a la sensibilidad que padecía.

—¿Quieres dejar de verme así?

—No puedo creer que permitas esto.

—¡Busca mis zapatos! Te pago para que me facilites la vida, no para que me la compliques. ¡Déjame en paz! Lamento no haberles avisado que estaba bien, ya, dale vuelta a la página de una maldita vez. No puedo retroceder el tiempo, ¡ya pasó!

—No ha pasado nada, volviste con él después de todo lo que nos hizo. Vas a mandar a la mierda tu trabajo cuando mejor te está yendo, solo porque él decidió aparecer de nuevo.

Malas Decisiones Escenas extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora