Capítulo 1

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Fue una mañana, una mañana que cambió mi vida por completo, que me hizo dar un gran giro inesperado. Pero mejor empiezo por el principio.

Era verano, principios de agosto y yo estaba en casa, tranquila en mi habitación con la música y mi portatil Apple. A mi madre no le hacía mucha gracia la idea de pasarme así lo que quedaba de vacaciones y decidió mandarme a casa de mi abuela aquella tarde y de paso llevarle dos empanadas.

De camino a casa de mi abuela iba mirando todo aquello que me rodeaba, hacía dos años que no pasaba por allí.

Mis padres estaban divorciados y llegaron al acuerdo de que me quedaría dos años en Galicia con mi padre. La vuelta no me ha sentado tan mal como esperaba, claro que, en Galicia, he hecho amigos y se me hace raro volver a la ciudad. Mi madre vive en Barcelona y me cuesta volver al catalán, me he acostumbrado al gallego.

En fin, iba caminando por la calle distraída por la música y los edificios, habían cambiado bastantes cosas para ser solo dos años.

Mi abuela vive justo pasando el parque Guell. Ya cerca de casa de mi abu, choqué con un hombre mayor que yo, soy demasiado torpe y en lo que le ayudaba a recoger los exámenes- supongo que era profesor -no paraba de pedirle perdón. En cuanto me levanté me puso la mano en el hombro, y con un gesto comprensivo y amable creo recordar que sus palabras fueron «tranquila, no te preocupes». Aquel hombre tenía pinta de tener, aproximadamente, entre unos veintisiete y treinta años. Y al fin me fijé bien como era. Tenia el pelo un tanto castaño, un poco claro y ni liso ni muy rizado, mas corto de los laterales, pero no demasiado y la parte de arriba ladeada hacia su derecha, sus ojos eran marrones con un precioso e intenso verde rodeando el contorno de magnifico castaño, su piel era blanca, aunque tampoco muy pálida, sus brazos eran realmente musculosos, no demasiado, pero si lo suficiente para que te entren ganas de tocarlos, llevaba puesto un precioso reloj con la cuerda de cuero y negra y el contorno que rodeaba los números, era plateado- seguro que tenía dinero -, ancho de hombros y para describirlo en general, bastante atractivo. No paraba de pedirle perdón y decirle que era culpa mía hasta que me cortó y me dijo que tenía prisa y que el también lo sentía mucho. En aquel instante supuse que ya no le vería mas, y no paraba de imaginarme la oportinidad de poder tener su móvil y llamarle.

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⏰ Última actualización: Mar 05, 2015 ⏰

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