Capítulo 25

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-De verdad, no puedo creerlo de ti... Dylan -Rod niega con la cabeza luego de haberle dicho todo y que yo había perdido-. Nunca te vi tan interesado en una mujer y así era divertido.

-¿Entonces, en serio no te alegrarás por mí ni por haber ganado tú? -fruncí el ceño.

-Claro que no. Ya te lo dije... -espetó frustrado.

-Mira, Rod... está claro que esto no está bien para ninguno de los dos. Si tú no puedes alegrarte por lo que me hace feliz, entonces yo no puedo considerarte mi mejor amigo. Un mejor amigo sí se alegraría por los logros del otro.

-Pero esto no es un logro. Esto solo te hará sufrir, todas las mujeres siempre lo hacen. Ellas son así.

Lo miré con severidad pues comenzó a molestarme con sus palabras... Sarah, mamá, Nilsa e incluso Jin no son como él dice y me molesta que las esté incluyendo en algo como eso. Es detestable.

-Rod. Vete. No quiero seguir con alguien que piensa de esa manera.

-¡¿Ah?!

-No me hagas repetirlo -advertí.

Rod se queda en silencio al ver que hablaba completamente en serio, termina balbuceando y alejándose de aquí. Me recosté contra el reposabrazos de mi asiento y me sujeté el puente de la nariz. Pocos segundos después, la puerta vuelve a abrirse y está vez escuché pasos de tacón.

-Hey... -Jin entra a la oficina, robándose mi completa atención-. Acabo de ver a Rod muy molesto por los pasillos, ¿sucedió algo?

Negué con la cabeza, suspirando hondo y enderezándome en mi asiento.

-Nada, no te preocupes por eso -le sonreí leve para tranquilizarla.

Ella hizo una mueca pero no insistió. Se acercó a su escritorio y se apoyó en este buscando algunas cosas. La observé por bastante tiempo, ya que su atuendo me estaba por hacer explotar. Su camisa roja con un escote prominente que resaltaba sus senos, una falda negra lisa que le llegaba por encima de las rodillas y unas medias semitransparentes que dejaba ver sus piernas tan perfectas, y sus tacones altos negros con suela roja... los que yo se los había dado y los rechazó por su costo, pero aún los tenía en casa y los dejé entre sus cosas.

-Tienes una reunión en diez minutos -aviso recogiendo sus cosas importantes para hacer su trabajo.

-¿Ah sí? -me levanté y fui hacia ella, aprovechando que estaba distraída.

-Sí, así que deberías prepararte.

-Preferiría no ir -la tomé por la cintura y me incliné sobre ella-. Odio esas reuniones, pero adoro más pasar tiempo contigo.

Acaricié su cuerpo, deslizando mis manos hasta sus piernas, sintiendo la tela de sus medias... tan fáciles de romper...

-Esta reunión es importante -comentó apartándose de mí con una sonrisa.

Bufé mientras veía como se acercaba a mi escritorio para sentarse sobre este. Me miraba con intensidad, cruzó sus piernas y soltó su cabello que lo tenía recogido con una pinza. Tragué con esfuerzo y volví a acercarme a ella.

-¿Y si la posponemos -sugerí.

-Ya todos están llegando, es imposible posponerlo ahora -ríe leve- ¿Tan fácil te era dejar tus trabajos?

-Bastante, pero tú me obligas a ser responsable -sujete sus rodillas y separé sus piernas para acercarnos aún más.

-Bueno, lo siento por usted, mi señor, pero no puede librarse esta vez -sonríe apoyando sus manos en mi pecho.

APOSTEMOS A LA VERDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora