Capítulo 39.
Mario: -Sinceramente impresionado- Está… está muy bonita, Betty…
Betty: ¿Usted cree doctor Calderón? –preguntó mordaz.
Mario: -Confuso – Sí… sí… claro…
Betty: -Casi ignorando a Mario y dirigiéndose a su novio- Armando, voy a repasar con Sofía la contabilidad de la empresa de los últimos meses. Con permiso.
Mario: ¡Espere, Betty! No se vaya… yo…yo quería… yo quería… ¿Recibió mi mensaje?
Betty: ¿Su mensaje, doctor? ¿A cuál mensaje se refiere, acaso a un patético e-mail donde dizque me pedía disculpas con palabras de su secretaria? –preguntó cáustica.
Mario se queda paralizado ante esa respuesta. Él esperaba que Betty aceptara sus disculpas y que se comportara con él como la persona amable y complaciente que solía ser. No estaba preparado para enfrentarse con esa mujer a la que físicamente desconocía y que además le trataba con desdén.
Mario: Yo… este… verá, Betty… yo estoy sinceramente arrepentido…
Betty: -Tajante- Doctor Calderón, yo le agradecería que no se dirigiera a mí a no ser que sea para tratar algún asunto de la empresa. No hay otros temas de conversación posibles entre usted y yo.
Mario: -Estupefacto ante esa respuesta, le pregunta con un tono lastimero- ¿Entonces no me va a perdonar?
Betty: -Dándole la espalda a Mario y dirigiéndose a su novio- Armando, por favor, pregúntale al doctor Calderón qué parte de lo que le dije no entendió. ¿Qué no hay más temas posibles de conversación entre él y yo o que no se dirija a mí a no ser que sea para tratar temas empresariales?
Armando que estaba entre sorprendido y divertido contemplando la escena, al ver que su novia lo quiere utilizar a él como intermediario, no puede reprimir una sonrisa. Parece que a su amigo no le va a ser fácil conseguir que Betty le perdone y si al final lo hace, le va a hacer “sudar” primero.
”¡Cómo ha cambiado mi Betty! Ahora es más segura de sí misma y más valiente. Y yo la voy a apoyar en todo. ¡Faltaría más! Mario se merece aprender la lección…!” Así que siguiéndole el juego a su novia, se dirige a Mario.
Armando: Calderón, pregunta Betty que qué parte de lo que dijo no entendió.
Mario: -Rojo como un tomate por la vergüenza que está pasando- No, si yo lo entendí todo, -aclara innecesariamente- lo que pasa, Betty, es que yo quería disculparme también personalmente… Vea, yo sé que le puede haber molestado que lo hiciera a través de un e-mail, pero es que no quería que pasaran más días sin ofrecerle mis disculpas…
Betty: -Hablándole a Armando- Armando, ¡qué pena contigo! Hay personas que parece que no entienden lo que se les dice… Me temo que vas a tener que repetirle de nuevo lo que dije…
Armando: -Sonriendo- Mario, Beatriz no quiere que te dirijas a ella a no ser que se trate de algún tema de la empresa…
Mario está desconcertado ante esa situación tan insólita y su pregunta suena casi desesperada.
Mario: ¿Entonces cómo me voy a disculpar?
Armando tuvo que contenerse para no soltar una carcajada ante la actitud de su amigo. En el fondo le daba pena pero sabía lo que Betty había sufrido por culpa de los dos. Él bien que lo había pagado y ahora inevitablemente le tocaba a Mario.
Armando: -Dirigiéndose a Betty- Mi amor, Mario quiere saber cómo se va a disculpar contigo si no le permites dirigirse a ti.
Betty: Dile a don Mario que yo no necesito sus disculpas… Que nada que diga o haga va a hacer que yo cambie la opinión que tengo de él…
Armando: -Girándose hacia Mario- Dice Betty…
Mario: -Interrumpiendo a su amigo y con voz alterada- ¡YA LO HE OÍDO, MENDOZA! ¡DEJE DE REPETIR TODO COMO SI FUERA SU ECO…!
Betty: Armando, por favor, dile a don Mario que no voy a permitir que levante la voz en mi presencia…
Armando: -Carraspeando para contener la risa- Mario… ya escuchó a Beatriz… ¡No se altere!
Mario: Lo… lo siento… Es que esta situación es insólita… Yo sólo quería disculparme con tu novia.
Armando: Pues ya lo ves, ella no quiere tus disculpas…
Mario: ¿Pero por qué?
Armando: ¿No has pensado que pueden llegar muy tarde?
Betty: Armando, ¿puedes preguntarle a tu ”amigo” -la palabra fue dicha en un tono mordaz- el motivo de querer disculparse ”precisamente” ahora…? ¿Tiene algo que ver con que yo he vuelto a trabajar a Bogotá o con que soy su novia?
Armando: -Girándose hacia Mario- Calderón, ¿por qué…
Mario: -Cortando de nuevo a Armando- ¡NO HACE FALTA QUE ME LO REPITA, MENDOZA! –Y girándose hacia la muchacha, a pesar de las veces que le han repetido que no debe hacerlo le dice directamente:- Vea, Betty… yo he querido pedirle disculpas todos estos meses pero no sabía cómo hacerlo…
Betty: -Dándose cuenta de que su novio está muy divertido y empezando a relajarse y a ver la parte humorística de la situación- ¡Ayssss! Armando, recuérdale a tu amigo que no debe dirigirse a mí…
Mario: -Cada vez más incómodo y desconcertado- ¡Está bien! ¡Está bien! Armando, dile a Betty que yo he querido pedirle disculpas durante todos estos meses pero no sabía cómo hacerlo…
Betty: Armando, por favor, dile al doctor Calderón que podía haberle pedido ayuda a su secretaria hace meses, tal y como lo hizo ahorita para poder escribirme el e-mail que me mandó.
Armando: -A punto de soltar la carcajada- Mario, dice Betty…
Mario: -Con retintín y esta vez sin gritar- Lo he oído, gracias… Yo sé que no tengo disculpa… lo que le hice fue muy… cruel… y estoy arrepentido sinceramente… También sé que debería haberme disculpado antes… Ya sé que no es excusa, pero me resultaba muy difícil hacerlo…
Betty: Armando, dile a tu amigo que para aprender algo lo mejor es practicarlo… Por ejemplo, estoy segura de que don Mario ha practicado mucho diciendo mentiras porque se le da muy bien… Pues del mismo modo, si quiere aprender a disculparse debería hacerlo cada vez que la embarra… Dile que si lo hace así, ya verá como dentro de poco es tan experto disculpándose como mintiendo… ¡Tendrá muchas oportunidades de practicar porque en eso de “embarrarla” también es especialista!
La cara de estupefacción de Mario es para enmarcarla de tan divertida que resulta y Armando sin poderlo evitar por más tiempo empieza a reír a carcajadas. Su amigo lo mira ceñudo y le dice:
Mario: ¿Qué le parece tan gracioso, Mendoza? ¿Acaso usted no es especialista también en “embarrarla”?
Armando de repente deja de reír. Tiene que reconocer que en parte Mario tiene razón y tiene muy presentes los errores que cometió con Betty en el pasado y que siguen doliéndole.
Armando: Sí, pero yo me disculpo inmediatamente con mi novia cuando eso ocurre… y si se refiere a que también participé en… en… -le cuesta referirse a algo que fue tan cruel y doloroso para Betty- …en aquella farsa, créame que nadie más que yo lo lamenta y daría años de vida para que no hubiese sucedido…
A todas éstas Betty está escuchando en silencio la conversación entre los dos hombres y se emociona al percibir el sincero arrepentimiento de su novio.
Mario: ¿Y usted cree que yo no estoy arrepentido? ¿Acaso no cree en la sinceridad de mis palabras?
Armando: Yo no he dicho eso, Calderón… Yo sé que usted tampoco se enorgullece de lo que pasó… -Se gira hacia su novia y le dice en un tono cariñoso- Betty, mi amor… la decisión es tuya… Si no puedes perdonar a Mario, no te lo reprocho, pero si alguien fue culpable en… en lo que sucedió, ese fui yo.
Mario: ¡No, no, Armando! ¡De eso nada! La culpa fue mía… Yo… tuve la idea… y te presioné… Si no es por mí tú no hubieses sido capaz de hacer algo así…
Tanto Armando como su novia se conmueven ante estas palabras de Mario. Él se está echando las culpas para proteger a su amigo. Betty ve por primera vez en ese hombre un gesto de nobleza y de repente decide darle otra oportunidad.
Betty: Está bien, está bien… Acepto sus disculpas, don Mario… Por mí todo ese… episodio está… olvidado…
Mario: -Completamente desconcertado porque ya había perdido la esperanza de que Betty lo perdonara- ¿Las acepta…?
Armando mira a su novia con una expresión tan tierna que la hace temblar de emoción. Sabe el gran esfuerzo que supone para Betty perdonar a Mario, y también sabe que en gran medida lo hace por él, porque sabe que Calderón es su amigo.
Mario se percata de la mirada que Armando le dirige a su novia y sólo entonces es capaz de entender la intensidad de los sentimientos de su amigo hacia Betty. La situación es muy emotiva y los tres permanecen en silencio durante varios segundos. Finalmente es Mario quien habla.
Mario: Betty… yo le agradezco mucho… -dice con sinceridad.
Betty: -Sin dejarlo terminar- Vea, don Mario, el mejor modo de agradecerme es que respete la relación que hay entre Armando y yo…
Mario: Betty, ¿cómo cree? Yo esa relación la respeto… y no sólo eso, estoy cada vez más convencido de que Armando ha tenido mucha suerte en lograr el amor de una mujer como usted…
Betty: -Mordaz- Una mujer fea…
Mario: No, Betty… Una mujer inteligente. Una mujer valiente. Una mujer comprensiva. Una mujer que es capaz de perdonar… Usted tiene todo mi respeto y mi admiración… Yo no habría sido capaz de regresar a Ecomoda… y usted lo está haciendo por amor… Es realmente admirable…
Armando: -Intentando reducir la fuerte carga emocional del momento con una broma- Está bien, Calderón, vea que nos va a hacer llorar… -y dirigiéndose a Betty con cariño le dice:- Mi amor, gracias una vez más por perdonarme y por perdonar a mi amigo Mario… Eres un ángel… No sé cómo has podido fijarte en mí… pero te prometo que voy a dedicar mi vida a hacerte feliz…
Sin importarle la presencia de Calderón, Betty se acerca a Armando y lo abraza. Ambos se funden en un apasionado beso y parecen olvidarse por completo de Mario que, un poco emocionado, abandona discretamente la estancia y los deja solos.
Armando: -Entre beso y beso- Mi amor, eres un ángel.
Betty le sonríe a su novio y le acaricia las mejillas con suavidad.
Betty: ¡Ay, Armando! No es para tanto.
Armando: Sí, lo es… yo creí que no ibas a poder perdonarlo y lo hubiese entendido…
Betty: Me costó lo suyo, no creas… Ayudó mucho que él intentara disculparte atribuyéndose todas las culpas… Ese gesto fue muy noble por su parte…
Armando: Pero no es así, Betty… Yo soy tan culpable como Mario, mejor dicho, soy MÁS culpable que él porque fui la mano ejecutora de tanta crueldad…
Betty: -Poniéndole suavemente un dedo sobre los labios- ¡Shhhh! ¡Mi amor! No quiero que volvamos a hablar de eso… Ahora sí que está olvidado y perdonado todo… A veces pienso que si no llegan a hacer… lo que hicieron… quizás nunca te habrías enamorado de mí…
Armando: Yo creo que sí… que me habría enamorado de todos modos… Aunque tengo que reconocer que me enamoré de ti la primera vez que hicimos el amor… Después de ese día ya nada fue igual…
Betty: ¡Ese día fue… maravilloso, Armando! Yo… lo recuerdo como un día muy especial… a pesar de que tú no querías –le reprochó suavemente.
Armando: No es por lo que piensas… -intentó aclarar.
Betty: Yo lo entiendo mi amor… tú entonces no me amabas y yo tenía unas fachas que no provocaba muchas… pasiones… oj, oj, oj, oj…
Armando: Betty, si te soy sincero el motivo de mi renuencia a hacer el amor contigo ese día era yo creía que iba a ser tu primera vez y me parecía una canallada que sucediese de ese modo… con alguien que no te amaba…
Betty: Te sorprendió mucho que no fuese la primera vez…
No era una pregunta sino una afirmación y Armando lo reconoció.
Armando: Lo cierto es que sí…
Betty: ¿Te… te decepcionó?
Armando: -Suspirando- Tengo que reconocer que me hubiese gustado ser el primero, pero ya sé que es una postura sumamente egoísta de mi parte…
Betty: ¡Ummmm! ¿Qué te parece si yo te dijera que a mí también me hubiese gustado ser la primera mujer en tu vida?
Armando: Betty, cuando me conociste había cumplido ya los 30 años… No puedes pretender…
Betty: ¿Y tú si puedes pretender que yo fuese virgen a los 26 años?
Armando: No, Betty… No es eso… Yo no pretendo nada… Es sólo que me da rabia que ese desgraciado se burlara de ti de ese modo…
Betty: ¿Sabes qué creo? Que si yo hubiese sido una mujer bella tú no hubieses supuesto en ningún momento que yo fuese virgen, pero claro, siendo tan fea debiste pensar que nadie se habría ”atrevido” a…
Armando: No es eso, Betty… -contestó presuroso- De hecho fuiste tú quien me lo hizo creer cuando me dijiste que nunca habías tenido novio…
Betty: ¡No me digas que tú has sido novio de todas las mujeres con las que… te has acostado! –le dijo con una mirada pícara y un tono mordaz.
Armando: -Dándole un suave beso en la nariz- ¡Touché! Está bien, mi amor, tú ganas y tienes razón…
Se vuelven a besar de un modo lento y suave. Se van provocando mutuamente con acercamientos sutiles que se vuelven cada vez más atrevidos. Armando juguetea con los labios de ella con los de él y utiliza también la lengua para saborearlos muy despacio.
Pero esas caricias los van excitando cada vez más, hasta tal punto que él le propone entre beso y beso.
Armando: Betty, vayámonos para mi apartamento… ya ves que hoy no hay nada urgente… Si quieres regresamos a la hora del almuerzo…
A Betty le provocaba muchísimo hacer lo que él le pedía, no sólo porque estaba igual de excitada y deseaba hacer el amor, sino porque de ese modo evitaría encontrarse esa mañana con don Hugo y doña Marcela. Pero era una persona demasiado responsable como para hacer a algo así.
Betty: No, Armando… a mí también me provoca, no creas…
Armando: -Con la voz muy ronca y llenando de besos su cara y su cuello- ¿Entonces? ¿A qué esperamos?
Betty: Es que… no podemos marcharnos ahora… hemos venido a trabajar… no es serio que nos vayamos a mitad de la mañana…
Armando: -Suspirando resignado- Entonces llama a tus papás y les dices que esta noche no vas a dormir a tu casa… porque yo no aguanto hasta mañana…
Betty: -Pegándose más a él y dedicándole una sonrisa- Veré qué puedo hacer…
Marcela: Espere, Mariana. No se vaya. Dígame una cosa, ¿ha venido Beatriz Pinzón?
Mariana: -Entusiasmada- ¡Ay sí, doctora! Y si usted viera… No se parece en nada la de antes… Está muy bonita y elegante…
Marcela: -Con desprecio- ¿Bonita y elegante? ¿Usted la miró bien, Mariana?
Mariana: Pues claro que sí… todas nos quedamos muy sorprendidas… No se parece en nada a la Betty de antes… Figúrese que no la conocimos… Creíamos que era una nueva conquista del doctor… -Después de decir esto último se da cuenta de que no debería haberlo hecho y se excusa- ¡Perdóneme, doctora! Yo no quería decir eso…
Marcela: Pero lo dijo y ahora me va a aclarar… ¿Es que acaso Armando tiene algo que ver con esa mujer?
Mariana: ¡No, no, doña Marcela! Yo no he querido decir eso… -se apresuró a responder. Por nada en el mundo le contaba lo que había visto Sofía en presidencia- Yo lo que quise decir es que con el aspecto que tiene ahora no se diferencia de cualquier muchacha que pueden atraer al doctor –y al ver la cara de indignación de su jefa añade- o a cualquier otro hombre.
Marcela: ¿Y cómo lo hizo? ¿Acaso se operó?
Mariana: Pues vea que no, doña Marcela. Berta también se lo preguntó, pero al parecer lo que hizo fue cambiarse el peinado, las gafas y la ropa… ¡Y no vea qué cambio!
Marcela: ¡Eso no es posible! –negó rotunda.
Mariana no contesta a eso. Ella sabe qué SÍ es posible. Lo ha visto con sus propios ojos, pero no quiere contradecir a su jefa, sobre todo teniendo en cuenta el mal humor que tiene últimamente.
Al ver que la muchacha no le decía nada, Marcela la sigue interrogando.
Marcela: Usted querrá decir que ya no se ve tan horrible como antes pero de eso a lucir bonita…
Mariana: Ya se sabe que sobre gustos no hay nada escrito, doctora, -argumentó con prudencia- y no es que tenga una belleza deslumbrante, pero su imagen ahora es el de una persona agraciada y atractiva…
Marcela: -despreciativa- ¿Acaso sabe usted valorar el atractivo de una persona?
Mariana tampoco responde a eso, de hecho está deseando salir del despacho de su jefa así que de un modo no muy sutil lo intenta.
Mariana: Doña Marcela, si le parece me voy a cumplir con esos encargos que me hizo…
Marcela: No, no se vaya todavía. Sígame contando lo de esa mujer…
Mariana: -Pensando qué cosas decir que no fuesen muy comprometidas y sobre todo que no enojaran más a su jefa- Pues… no hay nada más que contar… -y al ver la cara de disgusto de doña Marcela, decide darle otra información que no compromete a nadie- Sólo que esta noche nos vamos todas a celebrar con Betty.
Marcela: ¿A celebrar qué? –preguntó despectiva.
Mariana: Pues… el regreso de Betty a la empresa… -insinuó tímidamente la muchacha.
Marcela: Eso es para lamentar, no para celebrar… -y viendo que poca cosa más iba a sonsacarle a Mariana, le dijo con voz autoritaria- Vaya, vaya a hacer lo que le mandé… ¡Y adviértale a las otras secretarias que no voy a tolerar que se ausenten de sus puestos para chismorrear en el baño! Si me entero habrá reprimendas con copia a la hoja de vida.
Mariana: No… no se preocupe, doctora, que eso no va a suceder… De todos modos se lo diré a las muchachas… Con permiso…
Cuando Mariana cierra la puerta tras ella, Marcela da un puñetazo sobre la mesa. ¡Esa sinvergüenza ya está en la empresa! Eso sólo ya es motivo de indignación, pero que le digan que además está tan cambiada que hasta parece bonita, le produce aún más rabia.
”Serán cosas de Mariana. No es posible que haya cambiado tanto una persona tan espantosa… Ella querrá decir que “comparativamente” está más agraciada, pero de eso a resultar atractiva, va un abismo…”
No se atreve a llamar a Armando para preguntarle, en parte por orgullo y en parte por temor a sus desplantes, pero tiene que saber más sobre esa mujer antes de enfrentarse a ella.
”Le preguntaré a Mario. Él seguro que me dice…”
Descuelga el teléfono y marca el número directo de la vicepresidencia comercial.
Mario: ¿Aló?
Marcela: Mario, quería hablar contigo.
Mario: Tú dirás, Marcela.
Marcela: Verás es que me dijo Mariana que la Beatriz esa ya vino a trabajar…
Mario: En efecto. Betty ya se incorporó a su cargo de vicepresidenta financiera.
Marcela: Sí pero… es que me ha dicho algo que me resulta increíble.
Mario: -Sospechando de qué se trataba- ¿A qué te refieres?
Marcela: Dice Mariana que está muy… cambiada… De aspecto, me refiero… que ya no es tan… espantosa… ¿es verdad?
Mario: Es verdad, Marcela. Yo no la reconocí… Ahora es una mujer atractiva, nada que ver con la persona que trabajó acá…
Marcela: ¡¡PERO ESO NO ES POSIBLE!! –exclamó alterada.
Mario: Pues no será posible, pero es lo que hay…
Marcela: ¿Acaso se sometió a algún tipo de intervención de cirugía estética?
Mario: Hasta donde yo sé no… Sólo ha cambiado su peinado, su modo de vestir… ¡Ah! Y se quitó esas horribles gafas.Creada por:Cata ✨
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Las cartas sobre la mesa
FanfictionNO ES MÍA LA HISTORIA!!! :) Betty encuentra la carta siniestra de Mario Calderón. ¿Qué hará Betty? ¿Betty se irá? ¿Le dirá a Armando que ella lo sabe todo? Esto y muchas cosas más lo averiguaremos Historia creada por: Cata:)