Anillos :>

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"nos llenabamos de luces porque le temíamos a la oscuridad".

-Omi-habló algo temeroso mientras su vista se encontraba nublada.

-no hagas trampa-habló el recién llamado mientras sujetaba al rubio por los hombros -yo te avisaré cuando sacarte la venda-

El rubio se encontraba ancioso y alterado en gran parte debido a que quería ver lo que el azabache venía preparando hace dos días, porque si, se tomó más de dos días en preparar la "boda".

-pero llevó esperando diez minutos-hizo un puchero mientras palpaba el brazo del menor.

-solo me falta colocar algunas luces y ya, ah... Sujeta esto-Atsumu bufó y tomo el objeto entre sus manos, no quería tocarlo debido a que no quería arruinar la sorpresa.

Estaba nervioso, tanto que sentía como si millones de flores comenzarán a abrirse en el.

-¿ya? -el azabache lo ignoró y siguió con lo suyo mientras miraba de reojo al rubio que actuaba de forma bastante anciosa.

-falta solo un poco -sonrió y se acercó al mayor para seguido colocar en su cabello una corona de flores y un velo de novia, se mordió el labio inferior con algo de nerviosismo mientras en sus manos sudorosas se encontraba aquel anillo que el había hecho de forma artesanal y que tan horrible le había quedado, usualmente en casos así hubiese recurrido a ir a una joyería pero creyó que era mucho más significativo el hacerlo el mismo.

Pero ahora que lo veía fijamente se daba cuenta que estaba horrendo y que de seguro Atsumu lo iba a ocupar solo para no hacerlo sentir mal.

-puedes abrir los ojos-

Y seguido de ello, un cuento de hadas estaba pasando en su jardín como si las luces amarillas fueran polvito de hadas, como si las enredaderas fueran cascadas y como si las flores hayan estado poniéndose bellaz sólo para presenciar un tonto momento cursi.

Su boca se abrió y ninguna palabra pudo salir de su garganta, es como si aquello quedara chico a lo que sus labios podían describir ... Enseguida los ojos de Atsumu brillaron con emoción al ver aquello en el patio de su jardín, una cama saltarina que estaba rodeado de flores plásticas de cerezo y luces, siempre habían luces como si a Kyoomi le aterrara la oscuridad.

-Omi esto es... -no pudo terminar ya que el azabache corrió emocionado hacia el salón para encender la radio, pronto la típica canción de bodas comenzó a hacerse escuchar y seguido de eso Kyoomi corriendo al otro extremo del jardín.

-no tuve tiempo de invitar a gente, así que solo imagina que estan aquí-sus ojitos emocionados no le hicieron cuestionar lo extraño que eso sonaba, cerró sus ojos y tomó aire, cuando los abrió fue algo totalmente alejado de la realidad.

Se imaginó a su familia mirándole emocionados, a su madre burlarse de Osamu y su padre por estar llorando, a Rintaro abrazando a su hermano, a Bokuto llorando le a Akaashi, a Kita sonriendole y a Aran intentando hacerse el fuerte, se imaginó mirando a Oikawa y sacándole la lengua mientras que el castaño le levantaba el dedo medio y sonreía en su bello traje blanco que se llevaba todas las miradas.

Maldito Oikawa, debío de haber puesto en claro que sólo el podía ir de blanco.

Su piernas temblaban por cada paso que daba y aún así solo quería llegar al final en donde se encontraba Sakusa mirando hacia el cura.

-Omi-lo llamó desesperado por su mirada y allí lo encontró, con una bella sonrisa decorando su rostro, con el cabello negro hacia atrás y con un traje negro -no me dejes-

-Atsumu, jamás te rindas conmigo -besó su frente-no quiero que dejes de brillar-

-Omi-

- desde que me salvaste supe que -dirigió las manos del rubio hacia su pecho sobre su corazón -encontré mi hogar en ti-habló de forma tímida y desvío su mirada-y no lo pienso dejar-.

¡Sakusa es Yakuza! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora